Energías renovables, el próximo gran paso del sector energético

Abandonar el consumo de energías no renovables es algo inminente y necesario

Arrancar un coche, calentar un vaso de leche, ver la televisión. Todas estas acciones tienen algo en común: el consumo de energía. Esta capacidad de realizar un trabajo, tal y como lo define la física contemporánea, forma parte de todas y cada una de nuestros actos del día a día, y lleva detrás algo que nos incumbe a todos.

Desde la famosa Revolución Industrial del siglo XIX, con el carbón como principal combustible para hacer funcionar las primeras máquinas de vapor, el uso de las energías no renovables se ha convertido en algo cada vez más normalizado. Junto a este, el petróleo, el gas natural y el gas licuado del petróleo (todos ellos conocidos como combustibles fósiles) se han convertido en las principales fuentes energéticas. Su empleo no solo se ciñe a la combustión para permitir el uso de maquinaria y demás elementos; sino que también se ha expandido a la elaboración de materiales y otros muchos ámbitos.

El principal problema de estos es que vienen de unas reservas que se han formado a lo largo de millones de años y, además de la contaminación que supone su uso, tarde o temprano se acabarán agotando. Por eso, las energías renovables cada vez se posicionan más como el camino a seguir en vez de como algo alternativo.

Durante el siglo XX, su aprovechamiento se ha ido extendiendo a un ritmo vertiginoso; sin embargo, el empleo pronunciado de estas fuentes alternativas data ya de los siglos X y XI, cuando se demostró que la energía hidráulica podía emplearse en numerosos ámbitos, hasta el punto de convertirse en el centro de la economía. Para arrojar un dato interesante, cerca del final del siglo XI, entre Inglaterra y Francia se contaban más de 26.000 molinos de agua; una imponente cifra que demuestra la importancia que cobró el poder del movimiento del agua.

En las últimas décadas, la experimentación con las renovables y la diversidad a la hora de aprovecharlas se ha multiplicado de manera exponencial. Nervis Villalobos nos cuenta en su Twitter, por ejemplo, cómo hasta el hielo puede convertirse en una fuente aprovechable para generar energía, o incluso como, aprovechando la temperatura de la tierra, se puede desarrollar electricidad o aumentar la temperatura de un edificio. Solo es necesario que el ser humano se lo proponga y las estudie, porque son la alternativa que debemos seguir.

Conviene aclarar, dado que es algo con lo que el público suele confundirse, que hay un punto medio entre las renovables y las no renovables en cuanto a contaminación atmosférica. Las energías sucias son un tipo que, aunque contaminan menos, siguen emitiendo gases de efecto invernadero (ese que está causando una peligrosa variación en la temperatura del planeta). Dentro de ellas se ubica la energía que genera el gas, la nuclear e incluso la de las hidroeléctricas. Son menos sucias que, por ejemplo, la combustión del petróleo; pero siguen sin llegar al nivel de limpieza de la energía solar, la eólica o la biomasa; renovables por excelencia.

Abogar por la nueva forma de Energía es abogar por la preservación de nuestro entorno. Seguimos utilizando medios que están alterando ecosistemas y hasta nuestro propio nivel de vida, a pesar de las comodidades de las que gozamos. Temperaturas exageradas en épocas que no corresponden son tan solo una prueba de que algo no está funcionando bien, y ahí es donde lo que antes se planteaba como una alternativa está comenzando a demostrar que debe ser nuestro siguiente gran paso.

El problema es que, por mucho que el ciudadano de a pie se conciencie sobre ello, la revolución energética es algo que debe comenzar en la industria. Cada vez son más los países que están apostando por las renovables y limpias; como es el caso de China, que lleva años cambiando sus infraestructuras para adaptarse a los cambios y, ya en 2016, logró convertirse en la mayor productora energética del mundo a través de las fotovoltaicas. Sin embargo, otros muchos siguen anquilosados en un modelo que pide a gritos un cambio.

La industria no es la única que está evolucionando en este sentido. Mirando al ámbito doméstico, incluso muchos coches están comenzando a abandonar el motor de combustión por uno eléctrico, con baterías recargables en lugar de depósitos de combustible. Es algo que se está extendiendo por todas partes, pero que no ha terminado de asentarse.

Todo esto forma parte de esa transición tan necesaria pero tan lenta. La adopción de las energías renovables como fuente principal es algo que debe normalizarse tarde o temprano. Primero, porque el petróleo y los combustibles fósiles se agotarán pronto. Segundo, porque es necesario que optemos por algo limpio si no queremos que el planeta se resienta. Tercero, porque lo necesitamos para que nuestra calidad de vida no empeore por culpa de estos cambios climáticos y la polución. La humanidad debe dar ese paso y evolucionar en el ámbito energético, como lo ha hecho en otros tantos a lo largo de toda su historia.