Carlos Spuch: "Busco biomarcadores que ayuden a diagnosticar y a tratar enfermedades mentales y degenerativas"

Su trabajo callado desde un laboratorio puede indicar a los médicos qué fármaco funcionará mejor en cada paciente con depresión y está inmerso en desarrollar un sistema de detección precoz del alzhéimer

Carlos Spuch Calvar, en la sede de AGN en Santiago. PEPE FERRÍN
photo_camera Carlos Spuch Calvar, en la sede de AGN en Santiago. PEPE FERRÍN

Dio sus primeros pasos como investigador en el Instituto Cajal hace casi 15 años y en poco tiempo saltó al Instituto Karolinska de Estocolmo para jugar en la NBA de la ciencia y con la idea de no volver a España. Sus planes cambiaron cuando se le presentó una oportunidad en el Hospital 12 de Octubre de Madrid que le acercó más a su tierra, a la que regresó en 2009 con un contrato en el Meixoeiro. Hoy trabaja en el Instituto de Investigación Sanitaria (IIS) Galicia Sur, en el Álvaro Cunqueiro de Vigo.

Se dedica a investigar la forma de combatir enfermedades que afectan a muchas personas. ¿En qué ramas se centra su actividad?
Trabajo mucho en enfermedades mentales y neurodegenerativas como el alzhéimer, la depresión, la esquizofrenia o el trastorno bilopar, cuyo origen se desconoce, y también en neuropediatría. Uno de los principales objetivos es buscar biomarcadores, cualquier sustancia en una muestra de sangre que pueda ayudar en el diagnóstico y tratamiento, dando con el fármaco más adecuado para cada tipo de dolencia y paciente.

¿En qué investigaciones está inmerso en el caso del alzhéimer?
Estamos desarrollando junto con un grupo de expertos en nanotecnología un sistema para el diagnóstico temprano de la enfermedad. Tenemos un potencial biomarcador que funciona muy bien en el laboratorio, pero que hay que llevar a la realidad. Lo que intentamos es crear un método que permita hacer el diagnóstico con una gota de sangre, para que sea poco dañino y factible. De cara al futuro, si funciona, sería sencillo llevarlo a una consulta de Atención Primaria. Se trataría de un aparato donde se pone un poco de sangre y se identifica la enfermedad.

También está muy centrado en el tratamiento de la depresión, la epidemia de la sociedad actual.
Estamos trabajando en varios proyectos en este campo. En uno de ellos encontramos cambios en receptores de la membrana de los linfocitos, un tipo de células que se encuentran en la sangre y tienen un papel muy importante en la defensa inmunitaria, que se corresponden con lo que ocurre en la membrana de las neuronas. Hay una conexión muy fuerte entre el sistema inmune y el cerebro y tenemos pruebas de ello, con resultados muy chulos en los que vemos cómo transportadores de los neurotransmisores, que son los que comunican las neuronas, están en el linfocito. No sabemos por qué están ahí, pero ese complejo molecular puede ayudar a predecir si hay una depresión o esquizofrenia y qué tipo de fármaco necesita.

"Busco componentes en la leche materna humana que regulen genes para el desarrollo del sistema nervioso"

Dar con ese tipo de biomarcadores ahorrará tiempo a los pacientes.
Conseguir algo que nos indique qué fármacos funcionarán a la primera evitará pérdida de salud y también ahorrará dinero al paciente. Lo que ocurre con el tratamiento de la depresión, y es algo matemático en todo el mundo, es que en un tercio de los enfermos los fármacos empiezan a funcionar pasado al menos un mes desde que empiezan a tomarlos, en otro 33% se quedan a medias y en el tercio restante no funcionan. Cuando no hay resultados favorables y se cambia el tratamiento vuelve a repetirse esa ratio. Ante los no respondedores, si podemos saber que ningún fármaco les hará efecto, podrían someterse ya desde un principio a una terapia electroconvulsiva. En Vigo la estamos aplicando cada vez más y estudiamos por qué funciona tan bien. Durante el tiempo en el que se mantiene la sintomatología depresiva se están muriendo neuronas y el cerebro va perdiendo bastante capacidad cognitiva.

También participan en un llamativo proyecto para medir la eficacia de los antidepresivos a través del rostro del paciente. ¿En qué consiste?
Se trata de un programa de reconocimiento facial que desarrollaron hospitales barceloneses hace unos años y que permite comprobar si el fármaco funciona o no a través del rostro de las personas. Descubrieron que la gente con depresión pierde la capacidad de reconocer expresiones. Quienes responden al fármaco, en solo una semana desde que comienza a hacer efecto el antidepresivo, empiezan a reconocer otra vez las expresiones faciales. Desde Barcelona crearon el sistema y vieron que funciona en el laboratorio. La siguiente fase es realizar la validación clínica en muchos centros y en eso estamos colaborando nosotros. Es un programa que se instala en un ordenador y ni siquiera hace falta ser psiquiatra para manejarlo.

La depresión es uno de los grandes males del siglo XXI y se prevé que la incidencia siga en aumento.
Desgraciadamente sí. La padece el 10% de la población y una de cada cuatro personas la desarrollará a lo largo de su vida. A nivel de coste social y económico, es la enfermedad más cara en los países occidentales. Pérdidas de trabajo, rupturas familiares y ya no hablamos del suicidio, la principal causa de muerte entre la población joven.

¿Y en el caso de la esquizofrenia?
Los que la sufren suponen el 1% de la población, que es mucho. El único tratamiento que tienen son los antipsicóticos y existe un problema para detectar cuál es el que necesita el paciente una vez que lo estabilizan. Estamos detrás del desarrollo de biomarcadores a partir de diferentes tecnologías que ayuden a acertar con el tratamiento.

"Mucha gente me llama o escribe en busca de respuestas y le ayudo en mi tiempo libre"

Se ha embarcado también en un estudio sobre las bondades de la leche materna humana y la recién extraída de animales, ¿en qué consiste?
Esa leche tiene una elevada concentración de unas partículas llamadas exosomas que permiten la comunicación entre tejidos y también contiene microRNAs, pequeñas moléculas que inhiben la activación de los genes. Lo que busco son componentes en la leche que regulen genes del cerebro. Si encontramos algunos que funcionen, se podrían incorporar a las leches comerciales para que ayuden a activar determinados genes para el desarrollo del sistema nervioso. Y no solo en bebés, sino también ante cualquier enfermedad donde lo que falla es que hay genes que se activan o apagan.

¿Los avances que consiguen con sus estudios se tardan en poder llevar a la práctica clínica?
La evaluación clínica de los resultados obtenidos es larguísima, tarda muchos años, pero el trabajo de investigación que desarrollamos ya lo podemos ir aplicando, por lo que llega rápido a la gente. Encontrar elementos para diagnosticar estas enfermedades es muy difícil, pero sí podemos ayudar a los médicos a coger el mejor camino para abordar cada caso.

Cuando cuelga la bata en el laboratorio y llega a su casa sigue dando respuestas a personas que sufren demencias como el alzhéimer.
Mucha gente me llama o me escribe en busca de respuestas a lo que les ocurre y trato de ayudarles. Lo hago porque quiero, en mi tiempo libre. Desde la consulta de los hospitales es complicado dar esa atención por las gigantescas listas de espera. Colaboro con la Federación Alzhéimer Galicia (Fagal) para ayudarles en lo que pueda, y también me muevo mucho por colegios e institutos dando charlas.

Los casos de cáncer van a más, ¿es tan difícil luchar contra él?
Se avanzó muchísimo en los últimos diez años en Oncología. Se desarrollaron fármacos que funcionan y aumentó la supervivencia en casi todos los tipos de tumor. Sin embargo, los avances en el diagnóstico, el aumento de la esperanza de vida y el entorno en el que nos movemos, rodeados de contaminantes, contribuyen a que crezca el número de casos.

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