"É evidente que Xosé Cuíña foi o gran pai e a persoa que puxo a Lalín no mapa"

Rafael Cuíña subraya su legado en el homenaje a un hombre clave de la política gallega, celebrado diez años después de su fallecimiento

 

El regidor Rafael Cuíña, en primer plano, estuvo acompañado por su familia durante el homenaje a su padre. PATRICIA FIGUEIRAS
photo_camera El regidor Rafael Cuíña, en primer plano, estuvo acompañado por su familia durante el homenaje a su padre. PATRICIA FIGUEIRAS

Aunque hubiese transcurrido una década desde el fallecimiento de Xosé Cuíña Crespo, su legado sigue presente en la memoria de Lalín, subraya su alcalde e hijo, Rafael. El regidor expone que, por razones del cargo que ocupa, está en contacto con el vecindario y se desplaza a menudo por el municipio, lo que le permite constatar el afecto de los vecinos por la labor realizada.

Este sábado, diez años después de su fallecimiento, se celebró un homenaje a una figura clave de la política gallega, que Rafael Cuíña aprovechó para afirmar que la creación del Polígono Lalín 2000 fue un factor determinante para impulsar el crecimiento de un municipio que, manteniendo su pujanza en el sector ganadero, irrumpió con fuerza en el industrial, desbaratando las previsiones negativas de quienes auguraban que crecerían "toxos e xestas".

De su balance destaca también la construcción de infraestructuras que pusieron fin a su secular aislamiento, y que hoy permiten desplazarse hasta cualquier capital europea a través de autovías y autopistas, además de haber creado una red de viales interiores.

De la mano de Xosé Cuíña fueron impulsados servicios básicos, agrega su hijo, y subraya sus orígenes humildes: hijo de un matrimonio que trabajaba la tierra y nieto de un molinero, que pagaron los préstamos solicitados al 21% de interés, recuerda.

Rafael Cuíña subraya también que en su gestión como conselleiro de Política Territorial e Obras Públicas no siguió criterios de tipo partidista, como demuestra el hecho de que hubiera sido nombrado Fillo Predilecto de Vilagarcía, cuando se encontraba al frente de este Concello el PSOE, con Javier Gago como alcalde.

UNA FIGURA IRREPETIBLE. Resultaría difícil entender la política gallega contemporánea sin analizar la figura irrepetible de Xosé Cuiña Crespo, uno de los grandes representantes de llamado entonces PP de la boina y barón todopoderoso que en su época se repartió el territorio gallego con gente como José Luis Baltar, Rafael Louzán o Francisco Cacharro Pardo.

Once años alcalde de Lalín y presidente de la Diputación de Pontevedra y nueve secretario general del PPdeG, fue su papel durante trece años (1990-2003) como conselleiro de Obras Públicas de Manuel Fraga el que le dio su verdadera relevancia política, convirtiéndose en el eterno delfín deL de Vilalba y teórico sucesor. Bajo su batuta se trazó —no siempre con criterio— la revolución de las infraestructuras de comunicación de la actual Galicia y el desarrollo de los polígonos industriales.

Su carrera siempre discurrió pareja a la polémica y la sombra del clientelismo, hasta el punto de que en plena lucha por suceder a Fraga y con muchos intereses en la sombra, fue obligado a dimitir en enero de 2003 por un escándalo vinculado al Prestige y una empresa de su órbita, que supuestamente habría vendido 8.500 trajes de agua y unas 3.000 palas para la limpieza del chapapote. Con el tiempo se supo que lo hizo sin beneficio y que realmente tras su caída había intereses políticos de mayor calado.

Finalmente, ya apartado de la primera línea y los focos, falleció el 28 de enero de 2007 en Santiago como consecuencia de una afección respiratoria. 

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