Cárcel para el dueño de dos canes que atacaron a gente en Barreiros

El Penal número 1 de Lugo condenó a dos años y cuatro meses al propietario de los perros peligrosos que mordieron a un guardia civil

El juzgado de lo Penal número 1 de Lugo condenó a una pena de dos años y cuatro meses de cárcel al madrileño de 36 años José Manuel Ríos, propietario de dos perros de raza peligrosa (un rottweiler y un doberman) que sembraron el pánico en el área recreativa de Santo Estevo do Ermo, en Barreiros, en el verano de 2014. Además deberá indemnizar a los agentes de la Guardia Civil que acudieron a mediar en aquel conflicto con 5.249 euros. A su acompañante en aquel momento, Guillermo Nieto, de 42 años, se le condena a dos años de cárcel por un delito de atentado a agentes de la autoridad y al pago de 1.805 euros a los agentes. Además, deben asumir las costas del juicio.

Esta sentencia no es firme y se puede recurrir. Aún así, de mantenerse las penas de cárcel, implicaría la entrada en prisión de José Manuel Ríos, ya que acumularía una pena superior a los dos años. Dicha condena deriva de un delito de atentado a agentes de la autoridad, penada con dos años de cárcel, y otra de cuatro meses por un delito de lesiones por imprudencia grave como responsable de los perros que atacaron y mordieron a los guardias civiles.

La acusación fue dirigida por la letrada Cristina Pérez Salgado, abogada de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), sindicato mayoritario en el cuerpo.

En el juicio, que había resultado enormemente polémico, acabó por condenarse de forma más severa la agresión a los agentes de la Guardia Civil, algo que se consideró probado a raíz de los testimonios recabados tanto por parte de los propios guardias como de algunos testigos presenciales de los hechos que les habían llamado para que acudiesen al haber tenido ya un enfrentamiento previo con el dueño de los animales.

Los testigos relataron que cuando se encontraban en el entorno de Santo Estevo se les abalanzaron tanto el rottweiler como el doberman y tuvieron que protegerse de ellos tras un muro y con un palo. El dueño de los animales no solo no apartó de forma contundente a los canes sino que les recriminó el uso del palo para defenderse.

La jueza consideró probado que cuando los guardias llegaron se encontraron a los perros sueltos y sin bozal. Uno atacó a un agente.

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