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El gran hombre

Celebramos el centenario del nacimiento de Italo Calvino, el escritor italiano que se fue construyendo a medida que se iba levantando y cayendo el siglo XX. Su literatura es eso: él en un mundo de gloria y desgracia.
Italo Calvino
photo_camera Italo Calvino. WIKIMEDIA

Italo Calvino nació en Cuba, siendo su familia de San Remo, debido a una serie de circunstancias no menores en la vida de cualquiera. Su padre, Mario Calvino, sensible a la naturaleza y al devenir de los agricultores en un campo italiano de bajo rendimiento, había estudiado Ciencias Agrarias en Pisa y casi recién licenciado ganó una plaza de nuevo cuño, creada por el Consejo Provincial de Porto Maurizio, localidad cercana a San Remo, que se llamó Cátedra Ambulante de Agricultura. Dispuesto a dignificar el trabajo agrario y convencido de que la raíz del cambio social debía ser la de la tierra, impulsó una serie de medidas encaminadas a la transformación. Fundó una revista, dio conferencias, creó cooperativas, reclamó a unos y otros políticos financiación necesaria para la modernización agrícola del país. Viajaba a menudo, cruzaba el océano y estudiaba las especies tropicales que crecían en esas latitudes.

Entonces ocurrió algo que pasó a conocerse como el affaire Calvino, un caso sorprendente de usurpación de identidad, en el que Mario Calvino fue acusado de complot para asesinar al zar Nicolás II en San Petersburgo. Hay que aclarar el enredo requirió tiempo, movimientos diplomáticos de alto nivel, vigilancia policial y no faltaron sectores de la sociedad italiana que se ocuparon de expandir la sospecha, infundada, pero siempre útil para alguien. Este ambiente opresivo fue lo que le hizo tomar la decisión definitiva: "Las ideas que han madurado en mí, después de reflexionar seriamente, las circunstancias de la vida, la estrella que me guía me han convencido para separarme de la tierra de mis ancestros y cruzar el océano". 

México, 1909. Consiguió un contrato como profesor de la Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria y jefe de la Estación Agrícola Central. Prosperaba en ese puesto, escribía en revistas, creaba escuelas rurales, sin embargo, la Revolución Mexicana, que había estallado un año después de su llegada y que duraría una década, envolvió de inestabilidad al país y también a su trabajo. Su prestigio ya era grande y en el momento en que decidió marcharse ya había recibido otra oferta laboral. Esta vez en Cuba, primero como director de una Escuela Agrícola y poco después como director de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, cerca de La Habana. En 1920 regresó a Italia, en viaje de trabajo. Varios testimonios confirman que, además de los encuentros científicos programados tenía otro objetivo en mente, que era el de casarse. Al parecer, también tenía en mente con quién. Así que se dirigió a Pavía, a casa de Eva Mameli, una científica de renombre, primera mujer en conseguir la titularidad en una universidad italiana, en la especialidad de Botánica. Y le propuso matrimonio. Ella aceptó.

Soy hijo de científicos, padre y madre y, por cuanto negado a todo lo que es científico, me ha quedado en la literatura esta exigencia de análisis completo

En Cuba fue nombrada directora del Departamento de Botánica de la Estación Experimental Agronómica y, ya juntos, iniciaron una labor febril, tanto en el territorio cubano como fuera de él, aprendiendo nuevas técnicas, utilizando nuevas herramientas, contrastando, ampliando conocimientos y realizando una tarea ingente de catalogación de especies. Además, Eva Mameli se preocupó intensamente de promover la formación agraria entre las mujeres y los hijos de los agricultores.

Santiago de las Vegas, 1923. Cuando Italo Calvino nació, sus padres ya tenían previsto su regreso a Italia. Materializaron la mudanza dos años después y, en 1926, compraron una casa que se llamó Villa Meridiana, en San Remo. Lo que iba a ser un hogar familiar se convirtió en la sede de la Estación Experimental Agrícola, dividiendo las estancias entre la privacidad y el estudio y trabajo científico. Eva Mameli ocupaba además un puesto de profesora en la universidad de Cagliari, en Cerdeña, y era directora del Real Jardín Botánico. A los 41 años nació su segundo hijo, Floriano y, tras agotar las licencias que le permitían pasar temporadas en casa, renunció definitivamente a su puesto universitario en Cagliari y centró su actividad en la Estación Experimental de Villa Meridiana. 

Ya desde muy pequeño, Italo Calvino sintió un rechazo visceral a todo rigor científico que dejara fuera las emociones. Creciendo en medio de una agitada actividad pragmática, el niño solitario se dejaba llevar por unas ensoñaciones que nada tenían que ver con la devoción de sus progenitores. Aparentemente. "En fin, yo frente a un libro no estoy satisfecho hasta que no lo he destripado hasta el fondo. Soy hijo de científicos, padre y madre y, por cuanto negado a todo lo que es científico, me ha quedado en la literatura esta exigencia de análisis completo". 

Mientras la Italia de Mussolini se dedicaba a apuntalar los pilares para la guerra, Italo Calvino entraba en la secundaria y comenzaba a delinear sus gustos. La literatura, el cine, los cómics. De esa etapa datan sus primeros textos, que eran relatos con sus amigos como protagonistas. También estallaría la Segunda Guerra Mundial. Su padre quería que su primogénito estudiase Agronomía y este se matriculó en la Universidad de Turín. Sufría tangencialmente las penurias del conflicto bélico: el frío, el hambre continuada debido al racionamiento, la muerte en el frente de conocidos.

Pero su prioridad en aquel momento era el teatro, que pasó a considerar su destino. Escribía pequeñas obras y estudiaba en profundidad la técnica. Combinaba esa escritura con relatos y poemas, al mismo tiempo que iba dejando atrás el ya escaso interés que sentía por la carrera agrónoma. Sin dejar de escribir, se afilió al Partido Comunista y se unió a la resistencia partisana, renunciando definitivamente a la dramaturgia y poniendo el foco en la narrativa. La madre, el padre, el hermano y él mismo pasarían por prisión. 

Finalizada la guerra, Italo Calvino regresó a Turín para matricularse en Letras. En 1933 había arrancado la editorial Einaudi, de la mano de Giulio Einaudi y Leone Ginzbug, muy activos políticamente y comprometidos con la cultura; creaban colecciones, publicaban revistas y alimentaban un círculo intelectual cada vez más fuerte y, al mismo tiempo, más expuesto. Hubo redadas, cierres, condenas de cárcel. Leone Ginzburg fue torturado y asesinado por la Gestapo. Natalia Ginzburg y Cesare Pavese pasaron a ser sólidos cimientos de la editorial. Resultó que Pavese leyó uno de los primeros relatos de Italo Calvino y lo recomendó para su publicación en una revista. Ahí se iniciaría la relación con Pavese y su entrada en Einaudi.

Fue Cesare Pavese quien le empujó a pasar del cuento a la novela y así publicó El sendero de los nidos de araña, integrada en la corriente neorrealista. Comenzó también a escribir para L’Unità, el periódico del partido comunista. En 1950 entró en Einaudi como empleado fijo y se publicaron varias colecciones de narrativa bajo su dirección. Su literatura cambia, avanza, explora poéticas. Se inició en la literatura fantástica con El vizconde demediado y después vendría El barón rampante, una de sus novelas más famosas, coincidente con su decepción y renuncia al Partido Comunista. En los años 60 desarrolló un estilo adscrito a la neovanguardia y la ciencia ficción con Las cosmicómicas y posteriormente entró en el universo combinatorio del grupo OuLiPo, que experimentaba con una búsqueda estética combinando literatura y matemáticas. Las ciudades invisibles fue la obra central de este periodo.

Tras vivir en París, casado y con una hija, y ya referente intelectual de Italia, regresó a Roma. Poco a poco se fue replegando sobre sí mismo, a la búsqueda de una literatura que tratara en profundidad problemas metafísicos. Presente en todos los puntos álgidos de la historia y la literatura de su país y del mundo, Italo Calvino se convirtió en aquello a lo que aspiró una vez, sin llegar a creerlo del todo: "Hay momentos en que siento que me hierve dentro la voluntad de convertirme en un gran hombre y casi me parece que una vida humana es demasiado breve para contener cuanto yo me siento potencialmente capaz de ser". Se murió en 1985, pero le dio tiempo.

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