La bajada del precio del porcino lleva de nuevo al límite a 28.000 granjas gallegas

la cotización se acerca al mínimo de la crisis de 2015 lastrada por la caída de las ventas a Asia, con el kilo vivo a un euro 

 

La producción de carne de cerdo en explotaciones españolas continúa superando la demanda. AEP
photo_camera La producción de carne de cerdo en explotaciones españolas continúa superando la demanda. AEP

Un nuevo bajón en el precio de los cerdos vivos vuelve a comprometer la rentabilidad de las más de 28.000 explotaciones dedicadas a la producción de su carne en Galicia. Aun sin haber recuperado lo perdido con la severa crisis que a finales de 2015 hundió las cotizaciones durante más de medio año consecutivo, los ganaderos llevan unos meses viendo como el margen de beneficios ha vuelto a achicarse considerablemente, hasta el punto de ingresar ahora menos de lo que tienen que gastar para sacar adelante sus granjas. Y es que el euro al que se paga en la actualidad el kilo vivo en la lonja de referencia en España, la de Mercolleida, no llega para cubrir el coste de producirlo, que parte de 1,25 euros. 

El importe actual apenas supera los 0,94 euros a los que bajó el precio hace un par de años, en la que fuera la mayor caída desde la pandemia de gripe porcina de 2009. El desencadenante de aquel gran bache —y del actual— fue el desequilibrio entre la oferta y demanda de la carne de estos animales, con una producción que desbordaba el consumo nacional y tampoco era absorbida con las ventas al exterior que había en ese momento. 

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La situación dio un vuelco en mayo de 2016 con el repunte de la exportación al mercado asiático, sobre todo a China y en menor medida a Japón y Corea del Sur. "Pasamos dun escenario onde había un amontoamento de carne a todos os niveis a ter nun prazo de pouco máis dun mes as conxeladoras baleiras e a sacrificar animais a un ritmo frenético porque non chegaba a carne", recuerda el presidente de la Federación Galega de Porcino (Fegapor), José Manuel Vidal. El kilo de cerdo vivo pasó de cotizar a un euro escaso a superar los 1,30 en cuestión de ocho semanas. "Foi unha recuperación brutal debida exclusivamente á alza da exportación", señala este productor, con dos granjas de 1.000 plazas. El "milagro" duró lo mismo que el verano porque los precios volvieron a desinflarse en la recta final de 2016, pero aún estaba por llegar una subida mayor, la que en julio y agosto de 2017 aupó las cotizaciones hasta los 1,43 euros. A partir de ahí comenzó una nueva senda de bajadas que llega hasta el presente, con el kilo a un euro. 

¿Qué está pasando? Los datos sobre el sector en España que recopila el Ministerio de Agricultura apuntan a caídas en la venta de carne a Francia, China y Portugal —los tres principales países de destino— durante 2017, un año en el cual el consumo dentro del país se resintió, al menos hasta el tercer trimestre, y la producción se mantuvo. Eso significa que hay menos mercado pero no menos cantidad de carne para colocar. 

Con ese telón de fondo, los precios bailan al compás de las exportaciones, con el hándicap de que la demanda de los compradores puede fluctuar en cualquier momento. Asia, por ejemplo, es un cliente importante, pero no solo se nutre de carne procedente de Europa, sino que mira al mercado mundial. Y, además del precio, a la hora de comprar influyen muchos otros factores e intereses comerciales. 

RADIOGRAFÍA. Si las cotizaciones al ganadero son ahora insuficientes para cubrir los gastos de las granjas en el conjunto de España, las explotaciones gallegas tienen que asumir un coste añadido: el de tener que sacrificar los animales fuera de la comunidad, en zonas como Burgos, Portugal o incluso Cataluña, lo que supone dejarse en portes entre "6 e 8 euros" por kilo. "Non encontro un cliente habitual que me poida matar todos os porcos aquí en Galicia, algo que non pasaba hai dez anos co mesmo número de animais", comenta Vidal, para apuntar a la desaparición de pequeñas salas de despiece y al nulo crecimiento de la industria vinculada al sector "nos últimos 20 anos" en la comunidad. Al respecto, llama la atención sobre el hecho de que el mayor adquirente de carne gallega para embutido sea la compañía murciana El Pozo.

El sector atribuye el alza de la producción a las mejoras genéticas y en el manejo, y no a la llegada de ganaderos atraídos por esta actividad

En ese escenario, el presidente de Fegapor destaca que el sector encuentra piedras en el camino para su crecimiento. Explica que si aumenta la producción —que supera las 78.000 toneladas anuales en Galicia— no es porque el número de explotaciones y el censo de animales se incremente en una apuesta por la actividad, sino que lo atribuye a mejoras genéticas, en el manejo de los establos y en alimentación. Si antes una cerda "excepcional" "daba 22 leitóns ao ano", ahora la marca está en 32, y los gorrinos se ceban hasta que alcanzan pesos más elevados. 

Si se analiza la evolución del sector en el último lustro, se observa un ligero aumento de la cifra de explotaciones hasta cerrar el año pasado en 28.125 — el 52% ubicadas en la provincia de Lugo— al calor de la integración en grandes empresas como Coren. Y continúa la apuesta por los cebaderos en lugar de por granjas reproductoras, ya que requieren un menor desembolso de dinero y se tarda menos tiempo en obtener las primeras ganancias. En cuanto a las cabezas de ganado, se mantienen en algo más de un millón, en otro sector agrícola, el porcino, tocado por el vaivén de precios, la inestabilidad y la incertidumbre.

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