Leiro, el poeta del cuerpo de madera, regresa con una mirada más hedonista

El cambadés expone su obra en la Galería Marlborough tras denunciar el horror de la guerra de Siria en Arco

 

El pintor y escultor Francisco Leiro. ARCHIVO
photo_camera El pintor y escultor Francisco Leiro. ARCHIVO

Después de llevar décadas dedicado a la figura humana y tras su último trabajo en el que denunciaba el horror de la guerra en Siria, el escultor gallego Francisco Leiro regresa con una exposición en la que plasma una mirada más hedonista y teatralizada del cuerpo humano.

Cuerpo inventado es el título de la muestra que se inaugura este jueves en la Galería Marlborough, en Madrid, cuyo espacio ha sido invadido por las monumentales esculturas de madera del artista, construidas por encima o por debajo de la escala humana, convirtiendo la sala en un gran escenario con cuerpos post humanos, fusionados en muchos casos con objetos cotidianos, en una unión sujeto-objeto.

"Después de esta última edición de Arco en las que hice esas dos obras monumentales para denunciar la guerra en Siria y mi trabajo anterior, quería poner un paréntesis y sin dejar el figurativo hacer algo más lánguido, más hedonista, más post humano, un cuerpo inventado, con algo que heredé del surrealismo, donde están mis orígenes", explica Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957).

Quería poner un paréntesis y sin dejar el figurativo hacer algo más lánguido, más hedonista

Horas antes de la inauguración, este escultor, de éxito internacional creador de un estilo propio cercano a la línea de la figuración expresionista y comprometido con su tiempo, asegura que el artista "es libre totalmente" y que no entiende lo que está pasando con estos vientos de censura de obras artísticas.

"No entiendo nada, los artistas plásticos o los escritores que no dependen de ninguna empresa, que trabajan en la soledad de su estudio pueden y deben hacer lo que quieran; otra cosa son los mercados. Estamos en una época rara, mucho ruido y mucho manejo de los medios por los poderosos", argumenta el escultor para decir con humor, que "confía en la revolución de los milienials".

En esta nueva exposición, que incluye 27 esculturas y 36 dibujos con algunos de los bocetos de las esculturas, también está presente el toque irónico y humorístico que caracteriza a muchos de sus trabajos.

Los artistas plásticos o los escritores que no dependen de ninguna empresa, que trabajan en la soledad de su estudio pueden y deben hacer lo que quieran; otra cosa son los mercados

La primera obra que se encuentra el visitante al entrar en la galería es un Bañista contorsionado con una toalla con la que se seca y después se pasa a una pasarela sobre la se sitúan muchas pequeñas figuras post-humanas, entre las que destaca "Van Gogh", "una revisión de la figura del 'artista suicidado de la sociedad' en la que el caballete se ha convertido en una especie de arma blanca astillada", como dice en el catálogo de la exposición el ensayista Ernestro Castro.

"La clave principal de interpretación se encuentra en que, en estas esculturas, el ser humano forma un continuo con el resto de entidades que lo rodean, desde la vestimenta hasta el mobiliario; en ese sentido, se podría decir que la obra de Leiro va más allá de la imagen del ser humano como mono vestido(...) una continuidad que podríamos relacionar con la famosa frase de Córtazar: 'Quién posee a quién: tú al reloj o tu reloj a ti'", escribe Castro.

Pero, además, de esta surrealista pasarela también destacan otras monumentales piezas como Gemelas, de color azul y donde la gemela que se sitúa en la parte de arriba está fundida con su asiento; Moscón, Desdoblamiento y Madame.

Un artista no sufre; eso le pasa a una madre a que matan a su hijo, o al que se le cae un árbol encima

"He buscado la gozada –explica Leiro–, cuando las obras buscan un mensaje o una denuncia se trabaja de otra manera, pero tampoco se puede hablar de sufrir, porque un artista no sufre; eso le pasa a una madre a que matan a su hijo, o al que se le cae un árbol encima, pero no se puede decir que un artista sufra trabajando", advierte.

El artista, que tiene estudio en Madrid, ha llenado de ambiente surrealista las salas de la Marlborough, de "personajes mudos y ciegos que no están en este mundo", como recalca Leiro. "Están como en una nube, en el limbo, son piezas etéreas y pulidas en la que he eliminado la fuerza de la expresividad", concluye Leiro, quien trabaja al estilo clásico, tallando la madera. 

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