El rifirrafe entre Letizia y Sofía abre una crisis de imagen en la Corona

La Casa Real guarda silencio y pretende que se circunscriba el desencuentro a una anécdota del ámbito estrictamente familiar

La Reina Letizia, en un acto esta semana. EFE
photo_camera La Reina Letizia, en un acto esta semana. EFE

El primer acto público de la reina Letizia tras el incidente con su suegra en la misa del Domingo de Resurrección en Palma de Mallorca certificó el jueves la crisis de imagen en la Corona española que se ha abierto a consecuencia del vídeo filtrado en Twitter el pasado martes. Doña Letizia, que acudía a la presentación del estudio Tratamiento informativo de la discapacidad: los medios de comunicación en las redes sociales en la Organización Médica Colegial de Madrid, fue despedida por abucheos e incluso gritos de "fuera, fuera" y vítores a la reina Sofía. 

Doña Letizia había saludado sonriente desde su vehículo a los numerosos informadores que aguardaban su llegada. Una vez concluida la jornada, dos horas más tarde, la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, la despidió en la entrada y, desde allí, antes de subir a su automóvil, volvió a dedicar un saludo a una nutrida representación de medios informativos a la que se habían sumado numerosos curiosos, entre ellos un pequeño grupo que silbó y le gritó: "¡Floja!" y "¡antipática!" por no acercarse.

Floja y antipática

Asimismo, una de las jóvenes que había proferido los abucheos se acercó después a los periodistas para asegurar que se había acercado hasta allí para llamar "maleducada" a la Reina por el desplante que le hizo a su suegra en Palma y para pedirle "que diera las gracias a todos los españoles que le pagamos el sueldo"

Si bien el encaje de Letizia Ortiz Rocasolano en la Casa Real nunca ha sido fácil y pese a que en los últimos años ha caído parte de la cortina de impunidad que parecía ocultar cualquier atisbo de polémicas que sobrevolase la monarquía, hasta ayer —al menos desde la restauración monárquica en 1975— no había sucedido que un rey o reina de España hubiese sido objeto de desaprobación pública por cuestión de imagen personal.

Sí que se han producido abucheos a los reyes actuales y a los eméritos por parte de colectivos republicanos o nacionalistas periféricos, como muestra de desaprobación con la forma de Estado. Asimismo, el encausamiento de Iñaki Urdangarín, cuñado del rey, y la declaración en el juzgado de la exduquesa de Palma, la infanta Cristina, fueron acompañados del descontento ciudadano expresado en forma de pancartas, pitos y gritos de "chorizos", entre otros.

Precisamente, a la portada de la revista ¡Hola! en la que Doña Sofía posaba con su hija Cristina y Urdangarín en vísperas de la imputación de este último, se atribuye el punto de inflexión en la relación de la esposa de Felipe VI con quien había sido su mentora y su principal valedora en el hostil entorno de La Zarzuela.

Ha sido la escenificación del desencuentro entre una mujer y su suegra por una fotografía de una abuela con sus nietras, con paseíllos delante de las cámaras, lo que parece un tirón de oreja o de pelo a la princesa de Asturias y un par de manotazos, algo que se pretende circunscribir a lo anecdótico dentro de lo familiar, más determinante que, por ejemplo, el apoyo expreso por WhatsApp de Doña Letizia a Javier López Madrid, yerno de Villar Mir y «compiyogui» salpicado en escándalos como los de las tarjetas black o la operación Lezo y acusado de acoso sexual por una dermatóloga.

El "clasismo" en los medios y en las redes sociales nunca ha dejado de cuestionar la falta de pedigrí de la reina Letizia

Desde el hermético entorno de la Reina atribuyen una mayor empatía hacía Doña Sofía por parte de los medios y en las redes sociales al "clasismo" que nunca ha dejado de cuestionar la falta de pedigrí de la actual consorte. Digitales como El Plural apuntan también a una cierta misoginia: los desplantes públicos de Don Juan Carlos a Doña Sofía, en 2010 en Santiago, durante la ofrenda al Apóstol, cuando ella evitó que este se cayese, y en 2011, en la visita del Papa Benedicto XVI, cuando el rey emérito la apartó de un muletazo, no generaron semejante corriente de simpatía hacia la una ni de descontento hacia el otro. 

Por no hablar de la "campechanía" con la que la sociedad española ha parecido encajar los relatos de "amigas entrañables" y reclamaciones de paternidad que se han producido, sobre todo, desde el episodio de Bostwana que desencadenó la abdicación en 2014.

Aunque la Casa Real guarda silencio sobre el Palmagate, los memes en internet y las conversaciones de ascensor mantienen viva la guerra de reinas.

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