Duelo en tiempos de coronavirus

"El apoyo social es vital; mejor en persona pero también valen teléfono y redes"

Quienes han perdido a un ser querido en estos dos meses, fuese o no por Covid-19, afrontan un duelo especialmente aciago que para muchos no comenzará hasta celebrar el funeral. El trance puede resultar menos doloroso con algunas pautas de una guía elaborada por especialistas de toda España y que tiene acento gallego: el de la terapeuta Pilar Rey.
 
Pilar Rey. EP
photo_camera Pilar Rey. EP

La terapeuta Pilar Rey, nacida en Miño y afincada en Ourense, es una de las creadoras de la ‘Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempos del coronavirus’, un vademécum de cómo proceder en estos casos elaborado por nueve especialistas de toda España y "dirigido tanto a los profesionales como a la población en general" con el objetivo de atenuar el dolor en este contexto excepcional mediante una serie de pautas y consejos.

Dentro de la desgracia de perder a alguien, es aún más trágico hacerlo en estas circunstancias...
Sí, lo es. Que alguien a quien queremos fallezca es una de las situaciones más difíciles de nuestra vida, y más si viene acompañada de una gran incertidumbre. Queremos estar al lado de nuestro ser querido, cogerle su mano, decirle lo que necesitemos, abrazarle... Y que esto no sea posible tiene un alto impacto psicológico. Hay que sumarle , además, el hecho de que con el aislamiento sentimos más la falta de apoyo social, con el riesgo de vivir el proceso en soledad.

¿Ayudan el teléfono y las redes?
Sí. Como decía, el apoyo social es uno de los principales factores que ayudan en la recuperación, y también fluye por el teléfono, mensajes, videollamadas y por cualquier medio por el que nos pueda llegar el cariño. Lo importante es sentir que no estamos solos, sentirnos conectados aunque sea a través de una pantalla donde podamos vernos la cara, escucharnos…

También es muy duro no poder celebrar velatorios ni funerales [se retomaron este lunes, aunque aún con limitación de asistencia y medidas de prevención].
Los rituales nos ayudan a ir aceptando la realidad de la muerte y,  por la situación de alarma, tenemos más que nunca la sensación de que todo lo que está pasando es irreal. Las ceremonias son algo muy arraigado en nuestra cultura y que hemos tenido que posponer. Será positivo para aquellos que lo deseen preparar con calma una despedida para rendir homenaje a su ser querido.

¿Qué se debe decir y qué no a alguien que ha perdido a un familiar o amigo por Covid-19?
Debemos evitar hacer juicios sobre las emociones que expresa una persona en duelo, no juzgarlas como sanas o insanas. No hay emociones buenas ni malas, todas ayudan a sobrevivir y a seguir adelante en un momento de máxima vulnerabilidad. Todas surgen por algo y tienen una utilidad. Son emociones naturales y necesarias durante un tiempo y hay que ser muy respetuoso con el dolor de los demás y con su forma de expresarlo o no; porque si un persona no experimenta los sentimientos que se consideran adecuados, puede llegar a sentirse culpable.

Es decir, escuchar y ser más comprensivos que nunca.
Debemos transmitir que lo que les ocurre son sentimientos y reacciones normales de personas normales ante situaciones anormales. A veces tendemos a decir: "¡Desahógate!". Y hablar es bueno, pero tenemos que tener en cuenta que no todo el mundo siente la necesidad de compartir. Tampoco ayuda decir: "No le estés dando vueltas". A las personas les vienen a la cabeza ideas que no pueden controlar, así que decirles que no piensen en ello ni es útil ni práctico.

¿Y cómo se debe actuar con los niños, a los que ya de entrada les cuesta entender esta situación, sobre todo los más pequeños?
Los niños forman parte de la familia y no podemos apartarles de la realidad, para que no aprendan que cuando las cosas van mal o cuando estamos tristes hay que esconderse. Cada niño, igual que cada adulto, vivirá el duelo de manera única y tenemos que estar atentos a sus emociones, conductas… porque les cuesta mucho asimilar lo que está ocurriendo y necesitan más tiempo que los adultos. Debemos darles muchas muestras de afecto y ayudarles a mantener sus rutinas, dentro de lo que esta situación excepcional permite. Hay que explicarles que la muerte no es culpa suya, porque a estas edades pueden creer que algo que han pensado o dicho ha podido ser la causa y es posible que no nos digan que se sienten culpables. Está bien compartir emociones con ellos, pero sin derrumbarnos, porque somos los adultos los que tenemos que sostener.

También se habla en la guía de aquellas personas que estaban pasando un proceso duelo antes del confinamiento. Tuvo que ser muy duro para ellas cortar los lazos humanos que les daban apoyo.
Muchas se han visto de repente privadas de su grupo de apoyo o de su terapeuta… Hay recursos telefónicos y online para ayudar en esta situación o, si ya estaban siendo acompañadas por un profesional en su proceso de duelo, que puedan mantener el contacto por estos medios.

Varón, 87 años, con patologías previas... Estos días da la impresión de que los muertos son cifras, más que historias con nombre y apellidos.
Sí, parece que hablan de los criterios para formar parte de un ensayo clínico. ¿A quién no le dolería ver que su familiar se convierte en un número? El hecho de ser mayor no significa que tengan que estar preparados o concienciados para morir y dar por hecho que esto sea así. Es injusto y no ayuda a nuestros mayores. Es necesario que se validen sus emociones. La desautorización y la falta de comprensión y apoyo hacen daño.

¿Supondrá un alivio, dentro del dolor, el fin de las restricciones para quienes están pasando un duelo?
Esta situación hace que el duelo se convierta en una experiencia todavía más dura de lo que ya es en sí y, seguramente, las secuelas psicológicas serán importantes. El duelo se añade a la situación estresante que vivimos desde que empezó todo esto y tendrá un coste emocional que no se acaba con el fin del confinamiento, porque eso tampoco significa una vuelta a lo que hasta ahora entendíamos por normalidad. Vamos a tener mucho que adaptarnos, y podemos pedir ayuda profesional porque, si es necesaria, cuando antes se intervenga, mejor. Es tiempo para reflexionar, para aprender y, como leí el otro día, ‘para considerar a qué aspectos de la normalidad merece la pena volver’.

"La sobreimplicación, exigencia y falta de recursos en sanitarios lleva al denominado ‘burnout’"
En algunos hospitales los psicólogos, además de a los familiares, están atendiendo también al propio personal sanitario.
Los sanitarios están preparados para aliviar el dolor, pero también tienen que dar malas noticias que lo causan, y son muchas estos días. A mayores, están en primera línea de fuego arriesgando su salud y siendo conscientes de que en su casa también sufren por ellos. Deben darse permiso para expresar sus emociones.

En la guía se trata el concepto del ‘burnout’, ¿qué es?
Coloquialmente es el síndrome de ‘quemarse’ en el trabajo. Suele aparecer en profesionales que tengan que ver con relaciones de ayuda, como los sanitarios. Cuando hay sobreimplicación, demasiada exigencia y los recursos no son suficientes, el estrés es tan alto que genera un estado físico y emocional de agotamiento y frustración.

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