Al mismo tiempo que una parte de los especialistas del Greco Galicia se encontraba en las Islas Canarias registrando el Apolo I, la embarcación abordada en altamar con 1.500 kilos de cocaína, un segundo grupo trabajaba en la provincia de Pontevedra en una investigación paralela que nada tenía en común con la anterior. Se trata de la segunda fase de la operación Cambalache, un gran despliegue internacional que se inició en diciembre pasado con la detención del presunto jefe del clan argentino de los Loza, y que se desarrolló en Galicia durante la jornada del martes. El saldo provisional de la misma fue el arresto de tres individuos que conformaban la rama gallega de la organización, liderados por un vecino de Santiago de Compostela de 74 años de edad sin antecedentes en España (sí en Estados Unidos) con el apoyo de un conocido traficante de heroína afincado en O Porriño y un vecino de Portonovo que, según las primeras hipótesis, sería el hombre encargado de guardar las espaldas del octogenario. Todos ellos están relacionados con la incautación de un contenedor con 40 kilos de cocaína en Colombia destinado a España.
Los agentes con base en Pontevedra dependientes de la Brigada Central de Estupefacientes realizaron las detenciones y los registros de forma sigilosa con la intención de no llamar demasiado la atención. En el marco de las inspecciones domiciliarias fue incautado un kilo y medio de cocaína, además de armas y munición, entre otros efectos relacionados con las actividades ilícitas en las que estaban envueltas los procesados.
La operación se cerró con otros cinco arrestos repartidos entre las provincias de Málaga, Barcelona y Madrid
El papel de cada uno de ellos estaba perfectamente determinado. Así, mientras el vecino de O Porriño aportaba una empresa pantalla para llevar a cabo las importaciones de los contenedores que ocultaban la cocaína, el ciudadano afincado en la capital de Galicia aportaba los contactos con los distintos grupos sudamericanos. Persona poco conocida en las Rías Baixas, el octogenario tenía un perfecto manejo del inglés, y se había visto envuelto en grandes operaciones en el pasado al otro lado del charco. De hecho, la Policía tiene constancia de que fue objeto de un ajuste de cuentas en suelo mexicano que se saldó con un balazo en su cabeza del que pudo sobrevivir de forma milagrosa. Pasó un tiempo recluido en una prisión de Estados Unidos cumpliendo condena por narcotráfico. El portonovés, como se ha dicho, tendría la misión de acompañar a su jefe y evitar cualquier problema en las negociaciones.
La segunda fase de la operación Cambalache también tuvo su reflejo en Madrid, Málaga y Barcelona, donde fueron detenidos otros cinco presuntos miembros de la organización dedicados a las distintas tareas del narcotransporte. Una de las vías de entrada de los contenedores que quedó acreditada era el puerto de Barcelona. Desde allí, la cocaína era transportada al Reino Unido, donde estaban afincados los compradores.
La operación está siendo dirigida por el Greco Costa del Sol, si bien los detenidos en Galicia prestaron declaración en juzgados pontevedreses.
