Los cementerios con vistas doblan su apuesta en la Costa da Morte

Un proyecto para construir una vanguardista necrópolis en Corcubión podría hacer olvidar el fiasco de la de Fisterra, vacía tras dos décadas

Recreación virtual del futuro cementerio de Corcubión, emplazado en el Alto do Vendaval. NECRÓPOLIS GALLEGAS S.L.
photo_camera Recreación virtual del futuro cementerio de Corcubión, emplazado en el Alto do Vendaval. NECRÓPOLIS GALLEGAS S.L.

En un vistazo rápido a la recreación virtual se atisba lo que podría ser una urbanización de chalés, incluso un parque fotovoltaico. Pero lo que la empresa Necrópolis Gallegas S.L. proyecta sobre una ladera del Alto do Vendaval, en Corcubión, es un singular cementerio con vistas a la ría que no dejará indiferente a nadie. Obras tan vanguardistas son siempre apuestas arriesgadas, pero esta lo es por partida doble, porque a apenas 10 kilómetros, en Fisterra, se levanta el cementerio de Portela, también de diseño revolucionario y que lleva en pie dos décadas en las que ha cosechado tanto reconocimiento entre arquitectos de todo el mundo como rechazo entre los lugareños, que se resiten a enterrarse en alguno de sus peculiares cubículos mirando al monte Pindo. A día de hoy no hay ningún muerto en sus tumbas ni se espera al enterrador.

Pero también hay luces entre los camposantos de vanguardia. En un terreno como la Costa da Morte, que parece abonado a este tipo de construcciones, se erige también el cementerio policromático de Dumbría, de estructura más tradicional que los anteriores aunque, imitando al estilo pictórico neoplasticista, tiene cada nicho de un color distinto. Los hay para todos los gustos y quizás por eso ha cosechado una gran demanda desde su apertura en 2012, a pesar de que en su día hubo voces políticas que recomendaron paralizar el proyecto alegando que en un entorno rural como ése la población suele ser reacia a las innovaciones en materia mortuoria.

Con una de cal y otra de arena en el haber de los cementerios vanguardistas, el éxito del de Corcubión es toda una incógnita. De momento no es más que una maqueta —eso sí, muy realista—, que da pistas suficientes para que quienes se vean seducidos por su originalidad o la espectacular panorámica que se puede contemplar desde el Alto do Vendaval —el lugar, con descriptivo nombre, donde se emplazará— ya puedan reservar espacio en él. Para informarse basta con contactar con la promotora, Necrópolis Gallegas, que indica que el camposanto será una realidad este mismo año, toda vez que prevé que la primera piedra esté puesta en marzo.

"REENCARCARSE" EN ÁRBOL. Los nuevos cementerios se adaptan a las modas funerarias y por eso el de Corcubión tiene proyectado un espacio bautizado como jardín de las almas: un huerto formado por árboles autóctonos —castaños, carballos, olmos y sauces— en cuyas raíces se enterrarán columbarios biodegradables de forma que con el paso del tiempo las cenizas se fusionen con la tierra y pasen a formar parte del árbol —sirviendo como abono—, una práctica que figuradamente permite volver a la vida a través de la naturaleza.

Al margen de este novedoso método de enterramiento, que cada vez cuenta con más adeptos en otros países aunque es inédito en Galicia, la necrópolis corcubionesa se asentará sobre una finca de 5.000 metros cuadrados e incluirá 168 panteones repartidos en 14 módulos de piedra blanca, además de aseos y un almacén. A diferencia de los de Fisterra y Dumbría, el de Corcubión ha sido impulsado por la empresa privada.

CÓMO LLEGAR. Otro factor que jugará un papel clave en el futuro del proyecto de Corcubión son los accesos, que en marzo comenzarán a acondicionarse. A buen seguro los arquitectos habrán tomado nota de la situación de la necrópolis fantasma de Fisterra, donde muchos han responsabilizado de su fracaso a los angostos caminos de tierra que hay que tomar para llegar, lo que parece haber echado para atrás a algunos potenciales compradores, amén de lo alejado que está de los núcleos urbanos. 

Y es que no hay que olvidar que el grueso de los visitantes de los cementerios, además de los propios compradores de nichos, son personas mayores que valoran poder llegar a pie o en transporte público a dónde reposan sus seres queridos, por lo que un cementerio inaccesible parte de inicio con un gran hándicap. El botón de muestra es que el de Dumbría está muy próximo a la plaza del Concello, lo mismo que ocurre con el de Corcubión, que se levantará a tiro de piedra de la zona urbana, por lo que en este sentido tiene un importante punto a favor.

VISTAS AL MAR, DOBLE FILO. Para algunos que un camposanto mire hacia el mar puede parecer un plus. Sin embargo, las construcciones mortuorias no siguen los mismos patrones que el ladrillo, y no siempre las vistas privilegiadas son algo positivo. De hecho, entre los marineros está extendida la creencia de que enterrarse mirando al mar da mal fario, como comentaron algunos de ellos en Fisterra tras la construcción del cementerio de Portela, aun sin importarles que las vistas sean al mismísimo monte Pindo.

La moda de llenar de vida los camposantos
Está en boga una corriente que consiste en hacer los cementerios más habitables. Pasar el día en ellos o incluso montar picnics no son costumbres extrañas en el extranjero, y como en el mundo globalizado las costumbres se van extendiendo en Galicia y España resulta cada vez más frecuente que las personas pasen una tarde entera en el camposanto, aunque no lleguen al extremo de comer allí.

Esto explica precisamente que los arquitectos proyecten los cementerios cómo espacios más agradables, coloridos, llenos de vida y menos lúgubres.