El lucense condenado a 35 años por abusar de su hijo y sus amigos recurrirá al Supremo

Para ganarse la confianza de los menores y evitar que denunciaran su actitud, el agresor los invitaba a hamburguesas, les daba dinero y les recargaba el móvil

 

El acusado de violar de su hijo y abusar de los amigos, en el juicio.P.V.
photo_camera El acusado de violar de su hijo y abusar de los amigos, en el juicio.P.V.

El hombre, residente en la localidad de Friol, condenado a 35 años de cárcel por abusar sexualmente de su hijo y dos de sus amigos , todos ellos menores de 16 años, presentará un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, según informó este jueves su abogado, César Lodos.

Lodos indicó a Efe que aún no ha tenido tiempo para analizar la sentencia, divulgada este miércoles por la Audiencia provincial de Lugo, pero apuntó que, a tenor de la elevada pena impuesta a su cliente, "no se ha hecho justicia".

Por ello, ya anunció su intención de presentar recurso de casación ante el Tribunal Supremo para que "salga a la luz la verdad".

En septiembre de 2015 también intentó abusar sexualmente de otra amiga de su hijo, también menor de dieciséis años, pero logró huir y denunció el asunto

En la sentencia, la Audiencia provincial da credibilidad a la versión de los tres adolescentes y condena al acusado a 35 años de cárcel y a pagar indemnizaciones que suman 70.000 euros. También le impone una orden de alejamiento de las víctimas durante dieciséis años después de su salida de la cárcel, al considerarlo culpable de unos hechos que producen "repulsión".

La sentencia considera probado que entre 2011 y 2016 agredió sexualmente en varias ocasiones a su propio hijo, que sufre estrés postraumático y tiene retraso en el desarrollo, y desde 2015 obligó además a otros dos menores amigos de éste a realizarle felaciones en el garaje del domicilio familiar. 

La sentencia considera que entre el año 2011 hasta marzo de 2016 ejerció sobre su hijo "un comportamiento de absoluto sometimiento y manipulación psicológica, privándole de las más elementales actividades propias de su edad, prohibiéndole salir solo de casa, relacionarse ni prácticamente hablar con otros niños (a excepción de los menores" de los que también abusó sexualmente. Su control llegó hasta el punto de que "no le dejaba ni siquiera acudir al parque situado a unos cien metros del domicilio, obligándolo, en las ocasiones que acudían a fiestas u otros eventos, a estar permanentemente a su lado".

Para ganarse la confianza de los menores y evitar que denunciaran su actitud, el agresor los invitaba a hamburguesas, les daba dinero y les recargaba el teléfono móvil.

En septiembre de 2015 también intentó abusar sexualmente de otra amiga de su hijo, también menor de dieciséis años, pero logró huir y denunció el asunto.