Los padres gallegos ven en los deberes una "falta de respeto" al tiempo del niño

La vuelta a las aulas reabre un debate que lleva años enfrentando a los progenitores con los docentes que imparten clase a sus hijos 

Rapaces e rapazas nunha clase. DAVID FREIRE
photo_camera Niños en una clase. DAVID FREIRE

Las aulas de infantil, primaria y educación especial de Galicia volverán a abrir sus puertas el miércoles, después de casi tres meses de vacaciones de verano. Un total de 197.457 alumnos —un 0,6% menos que el curso pasado— dejarán atrás la pala y el cubo para tomar el lápiz y el papel, y lo harán envueltos en una polémica que se repite cada año: ¿es necesario que los niños se lleven deberes a casa una vez acabada la jornada?

El vicepresidente de Anpas Galegas, Fernando Lacaci, se muestra "totalmente en contra" de esta medida. "Deberes no, sin paliativos, en ningún caso. Hablando de infantil y primaria deberían estar totalmente prohibidos", proclamaba en declaraciones a Europa Press. "Un docente que no es capaz de dar todo el temario en horario de clase tendrá que preguntarse por qué. En muchas ocasiones no es culpa suya, necesita ayuda porque son demasiados niños o porque las peculiaridades de la clase le impiden avanzar adecuadamente", explica, si bien admite que, en otras ocasiones, los deberes están "tan arraigados" que los profesores "no saben" trabajar sin ellos.

Estas tareas extraescolares suponen, en palabras de Lacaci, una "falta de respeto" hacia los niños y hacia su propio tiempo, puesto que "no hay ningún presunto beneficio" que compense la "desorganización" en el entorno familiar. "Les impiden, en muchas ocasiones, hacer el resto de cosas que tienen que hacer, que fundamentalmente es jugar", sentencia.

Por su parte, el presidente de la Confederación Galega de Anpas de Centros Públicos (Confapa), Rogelio Carballo, afirma que, para el profesorado, los deberes forman parte de un "diagnóstico de evolución", pese a que son un mecanismo "que tiene más de 200 años". "Podemos estar de acuerdo o no, pero hoy en día hay otros modelos", apostilla. Además, Carballo apunta a la "desigualdad" que genera este modelo entre diferentes niños y familias, pues "mientras unos padres tienen tiempo para ayudar a sus hijos" con la tarea, "otros no". Los adultos "sí deben implicarse", a su modo de ver, si bien "solo unos pocos saben qué función deben desempeñar" a la hora de ayudar con los ejercicios.

Aparte de estas opiniones, educadores como el profesor asociado del departamento de Pedagogía y Didáctica de la USC Francisco Mareque advierten de que la "clave" está en lo que se entienda por deberes y en admitir que es "absurdo" generalizar y encomendar tareas "iguales para todos los niños". "Sería como si a todos los enfermos en un hospital se les tratase igual, no tendría sentido", aclara. "¿Deberes excesivos a la vieja usanza? Yo no soy favorable a ellos, pero cada caso hay que estudiarlo de forma particular, porque sí hay niños que necesitan algún refuerzo que les permita seguir con el ritmo ordinario de la clase", manifiesta en este sentido Mareque. 

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