El parricida de Oza mató a su hijo porque veía a su suegro en sus ojos

José Carlos Fuertes Rocañil, doctor en medicina especialista en psicología, considera que Marcos M. tiene una enfermedad "mental grave"

El presunto parricida de Oza. CABALAR (EFE)
photo_camera El presunto parricida de Oza. CABALAR (EFE)

Los peritos que aportó la defensa del acusado de matar a su hijo con una pala metálica en Oza en mayo de 2017, consideraron que mató a su hijo porque vio a sus suegro reflejado en los ojos del menor.

José Carlos Fuertes Rocañil, doctor en medicina especialista en psicología, consideró que Marcos M., el presunto parricida, tiene una enfermedad "mental grave" y criticaron que en el Servicio Público de Salud se le diagnosticara una dolencia "banal" que sin embargo fue tratada con fármacos correspondientes a lo que creen que es, "un enfermo psicótico".

Él y María Luisa Hernández, especialista en psicología forense, comparecieron este viernes en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de A Coruña.

El primero le hizo al acusado una entrevista en prisión de dos horas y media que fue grabada y analizada posteriormente por la segunda, quien efectuó una valoración objetiva a través de su exploración psicométrica.

Fuertes Rocañil relató que en la entrevista hubo momentos de tensión y a Marcos M. le encontró "receloso, distante, impasivo y frío", algo que le llamó la atención.

"Expresa ideas delirantes, habla de su hijo como si no fuera su hijo, dice que ese día tenía una mirada especial, algo distinto", indicó el psicólogo, quien luego precisó que lo que llevó al padre a matarle es que veía al "niño controlado por el abuelo y esa es la causa: veía a su suegro en los ojos de su hijo".

El psicólogo criticó el tratamiento que se le suministró en el servicio público de salud para lo que, teóricamente, le habían diagnosticado, un trastorno adaptativo, "una enfermedad banal que fue tratada con artillería de campaña".

Así, advirtió de que la medicación que le suscribieron correspondería a una "psicosis clarísima" porque los fármacos que le recetaron "son camisas de fuerza química".

Explicó que, además, dejar de tomar la medicación puede implicar que el sujeto vuelva a una realidad paralela y le consideró un "enfermo mental grave, sin ninguna duda", desde mayo de 2009, cuando fue ingresado por un brote psicótico asociado al consumo de alcohol.

María Luisa Hernández admitió que dos de las pruebas a las que se sometió el acusado tenían una escala que detecta si simula y, en este sentido, una resultó inválida y otra, de validez dudosa.

Aun así, de la primera extrajo que el presunto parricida podía "estar muy confundido" y eso le llevaría a "una exageración de síntomas que no quiere decir que no haya una clínica de base".

La segunda prueba le sugirió "alteraciones de personalidad" con una antesala a la esquizofrenia y también paranoide, y precisó que un hermano del acusado presenta esquizofrenia, por lo que tiene predisposición genética.

También indicó la psicóloga que las pruebas no determinaron que hubiera una ira de rasgo.

Previamente, un facultativo de la prisión de Teixeiro, en la que ingresó el presunto asesino y que no le atendió directamente ni es especialista en psiquiatría, señaló que a este se le aplicó el protocolo de prevención de suicidios y se le prescribió una pastilla más de Tranxilium de las que refirió que estaba tomando.

Señaló que su discurso era coherente, lúcido y que no presentaba alteraciones del estadio emocional ni cognitivas, con poco impacto emocional, si bien precisó que no se le preguntó nada respecto a la muerte del niño.

En el juicio, efectivos del departamento de biología de la Policía confirmaron la presencia de restos biológicos del menor en las uñas de la mano derecha de su padre, que presuntamente le mató con una pala metálica en mayo de 2017.

Dos peritos de la brigada policial de científica de A Coruña aseguraron que encontraron manchas de sangre humana del menor en la camiseta, los zapatos, el pantalón y un calcetín de su padre.

También la hallaron en la puerta delantera izquierda y el tirador del maletero del vehículo y en la pala que fue empleada para acabar con la vida del niño.

Igualmente, en un frotis que se realizó en la mano derecha del acusado, detectaron restos genéticos compatibles con el padre y la víctima.

Posteriormente, peritos de biología de la Policía confirmaron que esos restos correspondían al menor.

El médico forense del Imelga (Instituto de Medicina Legal de Galicia) que acudió al levantamiento del cadáver relató que lo encontró en una pista forestal de Oza, en una zona pendiente, cubierto de ramas y hojas, "se supone que colocado allí", ya que "presentaba marcas de arrastre".

Apareció boca arriba, con la cabeza girada a izquierda y un fuerte golpe en la zona frontal izquierda con heridas abiertas, el torso descubierto, la camiseta retirada hacia arriba, pantalones bajados y también el calzoncillo en la zona más posterior, con un zapato puesto (el otro no se le encontró) y huevas de insectos en el pelo.

También confirmó que, metros más abajo, se halló una pala, la que presuntamente utilizó el acusado para acabar con la vida de su hijo.

Otros facultativos confirmaron que el niño, que fue encontrado el 8 de mayo de 2017 a las 23.25 horas, llevaba muerto entre 30 y 42 horas, por lo que lo consideraron compatible con que los hechos se produjeran entre las 13 y las 16 horas del día anterior al hallazgo.

Además, los médicos que analizaron el contenido gástrico del pequeño concluyeron que la última ingesta del niño se produjo seis horas antes de su muerte.

Por otra parte, el psicólogo que atendió a la madre del menor en el Servicio Galego de Saude desde el 22 de septiembre de 2017, meses después de que se produjeran los hechos, aseguró que ella "nunca tendrá sufrimiento cero".

También explicó que en "días concretos repunta la sintomatología", como en el Día de la Madre, en el que además se produjo el asesinato, o en la fecha en que el niño cumplía años, y reveló que en una valoración previa, la progenitora del menor asesinado "se sintió víctima de acoso", con "miedo a que le pudieran hacer daño a ella".