'Come o mar' propone una ruta por el litoral gallego

Come o Mar es el lema con el que se ha bautizado una propuesta de turismo marinero para promover los recursos que ofrecen los cerca de 1.500 kilómetros de la costa gallega, todos ellos vinculados a la pesca y a la gastronomía.

La primera parada es en Fisterra, en el Mar Galaica, que tiene su sede en una de las calles más frecuentadas del pueblo. Su personal se dedica a aconsejar a los peregrinos que deciden continuar su camino hasta este lugar donde dicen que está el fin del mundo, les ayudan a buscar alojamiento, un sitio para comer y les informan de actividades de todo tipo, así como sobre rutas. Martín Calosa y todos sus compañeros desempeñan una labor informativo-social y funcionan como una auténtica agencia de viajes. El pasado mes mayo, dice, visitaron la oficina 4.000 personas.

El Museo da Pesca es la siguiente parada. Alexandre Nerium, pescador y poeta, se encarga de enseñar el recinto. De naturaleza amable, agrada su fino estilismo con la palabra sobre las nasas y la raña, una piedra con sedal que también sirve para pescar pulpo, la red de xeito, para la pesca de sardina o las poteras para los calamares. También habla de las caracolas, que las mujeres utilizaban para orientar a los marineros cuando había niebla, y de los pinchos, un cabo con muchos anzuelos para pescar congrio o merluza.

La tercera parte del viaje incluye una ruta en barco. A Fisterra llegaban los peregrinos para bañarse en las aguas del fin del mundo y ver la puesta de sol. Si quemaban una prenda con la que habían hecho el camino quedaban perdonados de todos sus pecados. Este es el único camino que tiene su origen en Santiago, no su fin.

Tras la comida, que se organiza en Casa Anido, una antigua fábrica de salazón del año 1900 de Muros, toca visitar O Canto da Balea, un taller de reconocimiento de especies marinas. Su misión es mostrar las artes de pesca, ofrecer excursiones por la costa gallega y recuperar recetas.

Un pescador desgrana el proceso: las nasas de madera se utilizan más en verano, para la pesca de camarón, nécora... y las de hierro más en invierno, cuando hace mal tiempo, porque como pesan más no ruedan tanto. La pesca sostenible y responsable se basa en el respeto a las tallas mínimas y en no superar los límites marcados. "Hay que defender el mar, hay quien quiere ganar dinero en un día y otros que queremos vivir de esto", manifiesta este profesional a los informadores.

Un caso curioso, explica, es el de las zamburiñas, que ya casi no existen pero que se siguen vendiendo como volandeiras, pues son casi idénticas en forma y color pero más baratas. Otro es el de los percebes gallegos y marroquíes, que se distinguen por la roca que traen adherida, o las almejas finas o japónicas.

Lo que se pretende con estos talleres es potenciar la diversidad del mar. Que se consuman especies alternativas hace que las "más conocidas" no tengan tanta presión.

En Porto do Son, otro punto en la hoja de ruta, está O Museo Mariñeiro, que nace con la intención de dignificar a estos profesionales, pescadoras y redeiras de la zona. Colección hecha en gran parte gracias a las aportaciones de la ciudadanía.

El siguiente punto es un emblemático barco, el Joaquín Vieta, el pesquero de sardinas más antiguo en funcionamiento de Galicia construido en 1916 en O Freixo. También fue barco de cabotaje (transporte de mercancías de cabo a cabo) y llevaba sardina, madera y cultivos a más partes de Galicia. Sus tripulantes "están curtidos en el mar", la patrona es Carmen Lameiro y el cocinero Carlos Núñez.

A bordo es posible ir a marisquear con Ricardo e incluso atreverse con la cocina, con la sardina marinada, una receta que se usaba antiguamente porque el pescado en aceite se conserva muy bien, y con el pulpo a la plancha con dos salsas de pimientos del piquillo y ajo y perejil. Una ruta con buen sabor de boca.

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