La recolección de setas silvestres y de temporada asciende a las tres toneladas

La temporada micológica ha sido una de las peores de las últimas décadas por la ausencia de precipitaciones en otoño pero, a pesar de que el tiempo no ha ayudado, la primera producción de setas silvestres certificadas por el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica de Galicia (CRAEGA) ha llegado a las tres toneladas.

Las primeras setas silvestres ecológicas que han llegado al mercado proceden de una parcela de monte de unas 600 hectáreas, ubicada entre los municipios lucenses de Baleira y A Fonsagrada, que pertenece a la comunidad de vecinos de A Fontaneira, de la que es miembro uno de los padres de esta iniciativa, Julio Fernández.

Julio Fernández es, al menos de momento, el único productor que ha recogido, comprado y vendido setas silvestres certificadas por el consejo regulador, por lo que puede asegurar que la producción de este año, la primera de Galicia, ha rondado las tres toneladas.

La mayor parte de esa producción ha sido destinada a la exportación, hacia países como Francia e Italia, aunque otra parte de las setas recogidas y certificadas en A Fontaneira ha sido adquirida por un restaurante de A Fonsagrada, El Cantábrico, el primero de Galicia en incorporar este producto a su carta.

Las setas se han vendido en fresco, sin apenas proceso de transformación, en cajas de cuatro kilos y medio, pero una parte de la producción, aquella que no ha encontrado salida inmediata, ha sido congelada o preparada para conserva, de forma que podrá ser degustada a lo largo de todo el año.

En declaraciones a EFE, Julio Fernández reconoce que ha sido un "año muy malo", porque lo normal es que en la parcela certificada, durante los meses de otoño, se hubiesen recogido unas treinta toneladas de setas silvestres y en una temporada excepcional esa cifra podría haber llegado a las cincuenta.

En todo caso, se muestra satisfecho, porque al menos ha sido capaz de poner en marcha esta nueva vía de negocio, una vez solucionados todos los trámites que implica la certificación de una parcela de monte, por parte del consejo regulador, para vender las setas recogidas como ecológicas.

En ese sentido, Julio Fernández explicó que los requisitos para conseguir la certificación fueron bastante estrictos, porque los técnicos del consejo regulador comprobaron que ninguna vía de comunicación importante pasase por cerca de la parcela o que no se empleasen en sus inmediaciones abonos artificiales.

"En esta zona de montaña, todo es natural, y eso se nota en la calidad de las setas, que es muy buena", afirma Julio Fernández.

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