Unos no pican y otros tampoco

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Investigadores de la Consellería do Medio Rural de la Xunta han registrado la variedad Entenza, el primer pimiento de Padrón que no pica, conseguido tras un laborioso proceso de selección, según informa este Departamento.

En estos momentos, los técnicos están trabajando en la eliminación del picor de la variedad lucense Mougán, aunque no es este su único reto. El equipo investigador inició este año un nuevo estudio en el que está analizando el nivel de capsicionoides, las substancias responsables del picor, que son necesarias para que el consumidor sea capaz de detectarlo. Pretenden disponer, en el futuro, de un método que le permita al agricultor conocer, tras el análisis del nivel de capsicinoides en un estado temprano de desarrollo del fruto, si sus plantas van a generar o no pimientos picantes. De no ser excesivos los niveles, podrían adoptar a tiempo las medidas necesarias para corregirlo (mediante riego, una idónea ventilación y abonado o evitando la excesiva maduración del fruto).

Tras ser caracterizados los pimientos en años anteriores por sus rasgos morfológicos, agronómicos y genéticos, la investigación actual pretende definir las diferentes variedades de pimientos gallegos en función del nivel de capsicinoides que contengan. Esta característica organoléptica es fundamental para distinguir variedades visualmente muy semejantes, como los pimientos de Padrón y los del Couto, estos últimos no picantes.

Conservar y mejorar
A pesar de ser los pimientos de Padrón los de más fama, tanto dentro como fuera de Galicia, nuestra Comunidad destaca dentro de España por su riqueza en variedades, muchas de ellas conocidas fundamentalmente en los mercados locales. Según datos aportados por las cooperativas agrícolas en 2006, el 90 por ciento de la producción de pimientos en Galicia está conformada por variedades autóctonas, muy valoradas en el mercado, lo que redunda en un precio superior al de otras variedades foráneas, sobre todo en el caso del pimiento de Padrón, que en 2006 supuso el 75 por ciento de la producción total de esta especie.

Las investigaciones realizadas en los últimos años desde el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM) y el CEFEA de Salceda de Caselas, ambos dependientes de Medio Rural, permitieron conservar la riqueza en germoplasma de Galicia en este producto de huerta. En los 90, los investigadores iniciaron la selección y avance de las variedades de Padrón y del Couto, originario este último del ayuntamiento de Narón. 

Con posterioridad acometieron el mismo proceso en diversas variedades procedentes de toda Galicia, cuya semilla reproducen y mejoran año a año. Son el Blanco Rosal, un pimiento blanco cultivado en el sur de Pontevedra y en Portugal; el Mougán, variedad picante de la provincia de Lugo; el Piñeira, pimiento muy carnoso que se emplea, maduro, para asar y que es oriundo de Ribadeo; el Arnoia y el Punxín, procedentes de la comarca del Ribeiro, y el Oímbra, variedad blanca cultivada fundamentalmente en el ayuntamiento orensano del mismo nombre. 

Tal y como señala José Manuel Rodríguez Bao, investigador del CEFEA de Salceda de Caselas, el avance de estas variedades se llevó a cabo mediante un proceso de selección masal, a partir de sucesivas autofecundaciones de las mejores plantas, y basado en criterios como la calidad, la ausencia de picor, la productividad, la precocidad y la adecuación de las características morfológicas del pimiento a los rasgos por los que el consumidor reconoce la variedad.

Como apoyo a la política de avance de la variabilidad genética de esta especie, la Consellería está tramitando en la actualidad el reconocimiento de la Denominación de Origen Protegida (DOP) para cuatro de estas variedades -pimiento de Herbón, del Couto, de Oímbra y de Arnoia-, un proceso para el cual se echó mano, a la hora de definir la identidad y diferenciación de cada uno de estos productos, del trabajo de caracterización realizado desde el CIAM y el CEFEA de Salceda. “Las investigaciones realizadas están permitiendo conocer la diversidad de los pimientos gallegos e incidir en su calidad y diferenciación, características cada vez más valoradas por los consumidores”, señala el director general de Investigación, Gonzalo Flores.

La ‘enfermedad de la tristeza’
Por otra parte, los investigadores de Medio Rural también están experimentando diversas fórmulas para combatir la conocida cómo ‘enfermedad de la tristeza’, una de las principales patologías fúngicas que afectan a la producción de pimientos, y también una de las que más pérdidas causan. El primer síntoma, la languidez de las hojas, no se aprecia hasta sólo unos días antes de la muerte de la planta, por lo que, cuando la enfermedad se manifiesta, ya es demasiado tarde para curarla. 

Además, la eficacia de los productos químicos es limitada y la desinfección de las parcelas suele ser costosa y de carácter obligatorio ya que, de no realizarse, los terrenos han de permanecer sin cultivo de pimientos durante varios años. Fruto de sus investigaciones, el equipo de especialistas de Medio Rural decidió cruzar las variedades gallegas Padrón y Couto con el ‘Serrano Criollo Morelo’, un tipo de chile mexicano resistente a la enfermedad, y consiguió obtener dos híbridos inmunes a la misma. En la actualidad, los investigadores continúan con este proceso de avance genético, que tiene como objetivo mejorar su calidad culinaria eliminando las características negativas heredadas del chile: el picor y el grosor de la piel.

Pero en el estudio desarrollado por Medio Rural también se está luchando contra la ‘enfermedad de la tristeza’ desde otros frentes. Los investigadores tienen como objetivo determinar, mediante análisis moleculares, la cantidad de patógeno necesaria para que se detecten los primeros síntomas externos en la planta, e incidir también en la lucha preventiva, mediante análisis que permitan detectar lo antes posible la presencia del hongo. En este sentido, están llevando a cabo muestras en las principales zonas productoras de pimientos de Galicia para detectar la presencia de dos de los principales agentes causantes de la enfermedad –el P. Capsici y el P. Nicotianae– en las aguas de suelo y en el suelo, con el fin de prevenir su aparición y la contaminación de las plantas.

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