Me la pido de mayor

Esta vivienda comunitaria es la respuesta a una pregunta que se hizo su propietario: ¿Cómo me gustaría vivir cuando pasen los años?
Zona común de la vivienda. ADRA PALLÓN
photo_camera Zona común de la vivienda. ADRA PALLÓN

La pandemia ha sacado a la luz muchas de nuestras vergüenzas. Empleo sumergido, un sistema sanitario frágil tras haber sido abandonado durante años y unas residencias de mayores en las que demasiados ancianos pasan sus últimos años descuidados.

Los datos que manejan las comunidades autónomas cifran en unas 24.000 las personas que habrían muerto desde marzo en estos establecimientos. Un modelo que ahora se cuestiona y sobre el que ya el Defensor del Pueblo, en su informe anual de 2019, había alertado, reclamando una "revisión profunda para que las residencias presten una atención de calidad centrada en el individuo, su dignidad y sus derechos". _ADR9093

PENSANDO EN EL FUTURO. También hace algo más de un año, José David Iglesias, Pavís, se hacía estas mismas reflexiones. El decorador lucense, uno de los propietarios del estudio Uno Interioristas, vive solo y en su mente cada vez fue cobrando más fuerza una pregunta: ¿Cómo me gustaría vivir cuando sea mayor?

Pavís es joven todavía para plantearse esas cuestiones, pero un día se encontró con el problema en casa y eso hizo saltar todas sus alarmas. Al quedarse sola una familiar, su núcleo más cercano empezó a buscar un centro residencial para ella, pero lo que les ofrecía el mercado no les gustaba. Tanto les desagradó que el interiorista tomó una decisión insospechada: se la llevó a vivir con él.

Hizo oídos sordos a la razón y escuchó lo que le dictaba el corazón. "¿Cómo la íbamos a meter en un sitio así? Incluso vimos residencias nuevas y no hay diferencia entre sus instalaciones y el área de hospitalización del Hula. Y eso hablando solo de su aspecto, porque todavía es peor pensar que después de toda una vida trabajando pierdes tu autonomía, tu capacidad de decidir. No tener opinión sobre tu rutina diaria es muy duro", reflexiona Pavís.

EL PROYECTO. Poco a poco, fue perfilándose en su mente la idea de abrir un centro para personas mayores. Pero algo distinto, acogedor, pequeño. Muy pequeño. Solo así se podría garantizar que fuese un verdadero hogar. Que funcionase como una familia. La última pieza que encajó todo el puzzle fue disponer de un lugar que vislumbró como el perfecto para materializar el proyecto: un chalé a muy pocos kilómetros de Lugo, en Castelo, que había sido la casa del decorador y de su familia, pero que ahora se infrautilizaba como segunda residencia._ADR9186

De ahí surgió Entre Bicos, una vivienda comunitaria que ofrece siete plazas. La ley estipula que este tipo de establecimientos pueden acoger a personas autónomas, con una dependencia moderada y sin problemas graves de movilidad. Por eso, la idea es que en los más de 400 metros cuadrados de la casa, que también cuenta con espaciosos jardines y piscina, "los residentes puedan seguir con sus rutinas —explica Pavís—, promoviendo actividades acorde a sus gustos y manteniendo su vida social. Incluso en estos tiempos de covid, las zonas exteriores, en las que se han habilitado distintos espacios de estar, permiten recibir visitas y disfrutar de encuentros privados, pero minimizando riesgos al permanecer al aire libre". 

Para atender a los usuarios de Entre Bicos, Pavís ha confiado en Pilar Vázquez, una sanitaria con experiencia en la atención a mayores, y Susana Golpe, al frente de la cocina y encargada de apoyar a los residentes en todo lo que necesiten.

Entre todos tratarán de lograr ese ambiente humanizado e individualizado que es su gran apuesta. Como cuenta Pavís: "Si a mi abuela le encanta ver Sálvame, ¿por qué la van a obligar a irse a la cama a las 20.00? En un lugar pequeño se pueden respetar este tipo de cosas. Es cierto que no es un modelo tan rentable económicamente como otros proyectos, pero esta no es una apuesta para enriquecerse". _ADR9263

También se cuida especialmente la alimentación, con menús diarios elaborados por un nutricionista, tal y como marca la ley, pero teniendo en cuenta las preferencias personales. "Y permitiéndonos algunas licencias, como lo hacemos todos en casa —matiza Pavís—. ¿Por qué no va a tener un capricho, una vez al mes, una persona que sigue escrupulosamente una dieta?". 

LA CASA. El inmueble que acoge este proyecto es, como dice su propietario, "la mejor base". Una casa familiar edificada en la década de los 70 que sufrió una rehabilitación integral hace solo quince años. Así que ahora bastó con una reforma más pequeña. "Se renovó toda la carpintería exterior y se mejoraron los aislamientos, para optimizarla energéticamente, y se cambiaron otras cosas para ajustarnos a lo que marca la normativa y hacerla más cómoda". De sus dos alturas, la planta baja es la que usan los residentes —algunos dormitorios disponen de salida directa al jardín—, mientras que la alta se ha reservado para cocina, lavandería y dormitorios del personal.

En toda la vivienda se respira un ambiente hogareño, con estancias acogedoras y cuidadas. Este era un reto que Pavís, como decorador profesional, ha superado con nota: "Por seguridad hay que evitar elementos como las alfombras y todos los baños han de ser adaptados, lógicamente, pero incluso eso se puede maquillar para lograr una buena estética. Hay que ser más rigurosos con la higiene, pero nada exige eliminar las cortinas o las lámparas auxiliares". 

Comentarios