Emiten bajos niveles de campos electromagnéticos, en concreto radiofrecuencias. Por ello es pertinente preguntarse sobre si los teléfonos móviles, nuestros compañeros inseparables, tienen efectos perniciosos para la salud a largo plazo. La pregunta es directa pero la respuesta no puede ser clara. En principio resulta positivo que no se pueda dar una argumentación concluyente, ya que no existe ninguna evidencia científica de que eso sea así. Es decir, en contra de la leyenda urbana que existe sobre ello, nada hay a día de hoy que demonice los móviles. En dos o tres años es posible que se pueda dar alguna respuesta más diáfana, sobre todo porque son varios los estudios que se están realizando al respecto.
En cualquier caso, bueno es tomar medidas. Por ejemplo: "La exposición a radiofrecuencias se reduce de manera exponencial con la distancia, lo que significa que basta con alejar dos centímetros el teléfono de la cabeza cuando hablamos para reducir drásticamente la exposición de nuestro cerebro". Así lo exponía esta semana el diario catalán La Vanguardia, donde también se detallaba que "los teléfonos emiten menos radiofrecuencias cuanto mejor es la cobertura, ya que cuando reciben buena señal no tienen que esforzarse tanto para establecer la conexión y, por lo tanto, sus emisiones son menores".
CONSEJOS. Los usuarios que pretendan reducir su exposición a los campos electromagnéticos de los teléfonos móviles pueden adoptar medidas muy sencillas, como usar el altavoz, el manos libres o los auriculares, enviar mensajes o notas de voz en lugar de hacer llamadas o hablar desde lugares donde haya buena cobertura.
De todos modos, hasta la fecha no se ha probado la existencia de efectos negativos de los teléfonos sobre la salud. Y si los hubiera, serían bajos. Al menos hasta que no haya estudios más concluyentes.
