Opinión

Muros y cavernas

Cada semana llegan a cines, televisiones, librerías y plataformas nuevo contenido, desde películas a discos. Todo tipo de producción lista para consumir.
Ataque a los titanes - Muros y cavernas

CADA SEMANA llegan a cines, televisiones, librerías y plataformas nuevo contenido, desde películas a discos. Todo tipo de producción lista para consumir. Pero en los últimos meses ha habido una serie que resiste cada remesa de estrenos y capta adeptos, incluido quien escribe, día a día. Ataque a los titanes es una revelación gestada durante ocho años.

Parece profético que la propagación de esta animación japonesa, basada en un cómic manga de culto, se haga al mismo tiempo que palabras como libertad se gritan cada día, que los muros se convierten en opción viable y todos añoremos una idea abstracta del mundo externo, de lo de antes. Precisamente esta es la lectura más superficial a amis (Amazon Prime Video).

La historia central sigue un esquema clásico del héroe frente a sus circunstancias, en este caso la de un joven huérfano que decide alistarse en una rama del ejército para intentar acabar con la amenaza a la humanidad. En esta sociedad imaginada las personas viven dentro de enormes murallas para evitar ser devorados por otros seres de aspecto humano y tamaño gigante, a los que denominan como titanes. Es un tiempo inexacto, donde avanzada ingeniería se entremezcla con puritanismo y agricultura feudal.

Esta premisa extremadamente fantástica encierra en realidad un laberinto de secretos y verdades que no deja sino de repetir los entramados de la caverna que Platón ya teorizaba. Al inicio de la aventura asistimos al espectáculo de las sombras, coordinadas por una mano que sabe bien en qué dirección guiarnos, pero cuando las preguntas se acumulan el espectador asciende al mismo tiempo que el protagonista hacia el conocimiento.

Una de las primeras preguntas que lanza Ataque a los titanes es si existe realmente la libertad cuando vives encerrado, o al menos en qué grado puedes presumir de serlo


Una de las primeras preguntas que lanza Ataque a los titanes es si existe realmente la libertad cuando vives encerrado, o al menos en qué grado puedes presumir de serlo. Incluso si los muros sirven para protegerte, al mismo tiempo te atrapan. Pero si todavía excavas más en la cuestión, es tu propio miedo a la amenaza externa lo que te priva de libertad, ni siquiera el propio peligro. Un muro es el símbolo que reconoce tu fragilidad.

Lo siguiente es comprender que dentro de las paredes se genera un ecosistema biológico y social que, pese a un aparente orden social, aún responde al instinto básico si se le despierta. Sobre esto se alza un organigrama de poder que lo impregna todo y al que nadie puede escapar. La mayoría acepta el dominio de la minoría en base a que esta cuidarán de sus miembros, como un pastor del rebaño.

La relación entre el ecosistema y el muro se basa en el respeto mutuo, en obviar su existencia y no preguntarse jamás que reside fuera de allí, pues es el origen también de los titanes. Pero en el universo de esta serie japonesa existe una serie de personas con una vida ambigua, pues gozan de permiso para explorar el mundo externo. Esto genera preguntas, nuevas maneras de acercarse al relato que el poder repite con todos sus medios.

Entonces las sombras que entretienen al complaciente en la caverna, en este caso la amenaza constante de los titanes, no basta para quien conoce todo de esa figura. En el proceso de descubrir la verdad, el individuo curioso comprende que la existencia de órganos de poder o el propio ejército se justifica siempre y cuando persista el mínimo peligro. La extinción del monstruo es la extinción del héroe.

Ataque a los titanes comienza como una fábula pero paulatinamente va introduciendo pequeños matices ajenos a la fantasía, como la corrupción, los impuestos o la manipulación para mostrar que lo verdaderamente poderoso no es el propio poder, sino el relato que fabricas a su alrededor. La Historia se escribe de un modo concreto intencionadamente para que, al cabo de unas generaciones, sea la única versión válida. Nada sobrevive al silencio.

Pero al igual que ocurría al salir de la caverna de Platón, aquellos que logran escapar del juego de sombras y quien lo provoca debe afrontar la fortísima luz exterior. Asumir la verdad como tal es un proceso de dolor y adaptación a tanta clarividencia, como el cegado por el Sol tras una vida bajo tierra.

Los liberados en Ataque a los titanes buscan el origen como única fuente de conocimiento fiable y capaz de organizar el devenir de los acontecimientos hasta la actualidad. No se trata solo de si el mundo exterior vale la pena, sino que para poder comprender el sacrificio de privarse de algo como un planeta también debemos saber el por qué de todo. Pero las preguntas de difícil respuesta con frecuencia molestan a los que tienen contestación.

Una vez superado el estupor inicial por la existencia de unos humanoides ilógicos y carnívoros, las invitaciones a reflexionar que esta serie animada lanza al público nos hacen repensar en cómo funciona una sociedad, la geopolítica, la desesperación, el poder absoluto. Los monstruos tienen muchas formas, como explica Ataque a los titanes, y convivimos con ellos sin saberlo. Por eso la verdad ciega y algunos prefieren seguir viendo.

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