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Un tango en el antiguo Egipto

LOS FINLANDESES dicen que ellos inventaron el tango. Incluso dicen medio en broma que Gardel nació en Finlandia. De todos modos cualquiera sabe donde nació Carlos Gardel: en Uruguay, en Argentina, en Francia. Desde luego en Finlandia se vive el tango tanto como se vive en Argentina, hay festivales de tango, lo tocan en las calles. El tango finlandés es más melancólico que el argentino, que es más desgarrado y cortante. Igual que son melancólicos los finlandeses, melancólicos y resistentes, de una melancolía entusiasmada, metidos entre sus seiscientos mil lagos entre los bosques.

Una vez estaba en Tampere, en la región de los lagos, y fui en barco por el lago Nasijarvi. Cuando regresaba le pedí a los hombres del acordeón que tocaran Satumaa (La tierra de los cuentos de hadas) y sentí yo más nostalgia que ellos. Es su tango mítico, el que recoge sus anhelos tan invencibles como los que tiene Vajnamoinen, el viejo del Kalevala que tiene ochocientos años, pero no renuncia a seducir a la doncella de Pohjola.

En Finlandia han escrito muchas novelas melancólicas y resistentes, llenas de nostalgia y de vida. Pero la más famosa es Sinuhé el Egipcio. Es un best seller porque ha vendido millones de ejemplares, pero es buena literatura y está lleno de sugestiones. Desde la primera línea tiene un tono atractivo, el protagonista hace balance de su vida desde la remota vejez. Y le parece imposible que haya llegado tan lejos. El protagonista es egipcio, pero parece finlandés.

Sinuhé, el Egipcio es un tango situado en el antiguo Egipto y vale mucho la pena leerlo ahora mismo. Para que sepamos por cuantas ha pasado el protagonista y de qué modo renace de todos sus fracasos. Como toda la vida ha perdido, pero no hay quien acabe con él. Cómo está triste, pero tiene una hondura de vitalidad dentro de su tristeza. Todo son desengaños, pero desengaños rebeldes. Igual que me hablaba a mí aquel borracho elegante en Oulu, estaba triste; pero seguía lleno de vida. 

El  protagonista de Sinuhé, el Egipcio de Mika Waltari es  un solitario melancólico, un  fracasado que ve como la vida le da golpes sin cesar, como todas las grandezas y las euforias se le convierten en nada, y cuenta desde una vejez desengañada todas sus aventuras. Una joven belleza se aprovecha de él y le arranca todo. Cuando ya no tiene nada todavía tiene algo que arrancarle a cambio de su belleza. Y cuando ya no tiene absolutamente nada,  le hace vender las tumbas de sus padres. Lo destroza totalmente, elimina en él toda su integridad. Lo convierte en un cero absoluto, menos que su esclavo.  Pero solo es el comienzo de la novela, y todavía vivirá mucha vida. 

Y va remontando su vida a pesar de todo, cuando todo parecía perdido, cuando debería suicidarse. La vida en los cañaverales del Nilo se parece un poco a la vida entre los lagos de Finlandia, y seguro que Waltari los tenía presentes, y las sugerencias todas de las aguas y las cañas, con sus levedades y sus fantasías, con sus irrealidades y sus evocaciones. Y luego Sinuhé  alcanza grandes logros, y tiene trato con los poderosos, y sale de peligros y amenazas, pero no se ve seguro en ninguna parte, siempre es en el fondo un vagabundo, alguien que lo ha perdido todo tantas veces, y que lo ve todo confuso. 

Él aguanta que su amada Minea no se acueste nunca con él porque se ha ofrecido a la diosa de Creta. Tiene que ver continuamente como ese cuerpo se le escapa


Pero tal vez por eso, como los suicidas de Paasilinna, como los borrachos que me contaban su vida en las tabernas de Oulu, es capaz de apreciar las bellezas pasajeras que le dio su vida. Él aguanta que su amada Minea no se acueste nunca con él porque se ha ofrecido a la diosa de Creta. Tiene que ver continuamente como ese cuerpo se le escapa, igual que el protagonista de Hemingway en Fiesta es impotente y tiene que aguantar que otros se acuesten con su amada y no puede dejar de amarla. 

En un capítulo lleno de esa melancolía finlandesa Waltari cuenta como Minea entra en el laberinto de Creta, y entrega su cuerpo que hurtó al amor y a todo el mundo en esas soledades de las cavernas, y no viene ningún dios a recogerla, y se encuentra absolutamente sola en las entrañas de la tierra. Es el pasaje que más me ha quedado de la novela. Cómo fracasan todas las ilusiones y los mitos, como  te han mentido tantas veces. Y sin embargo estás vivo. 

Tenemos que simpatizar con esas pulsaciones de Sinuhé cuando no podía tocarla dormida a su lado, cuando solo podía admirar lo viva y rebelde que era, y como  le ofrendaba a él todos sus gestos y sus intenciones,  y tenía celos si él se iba con otras. La vida de ese Sinuhé es un tango situado en el antiguo Egipto, y también podría ser un personaje de Kaurismaki, uno de esos seres que se ven fracasados en cada alucine de los instantes, que ven como se desperdicia todo,  arrastran sus vidas maltratadas y creativas como el perro Baudelaire por París.

Waltari escribió también entre otras la novela Vacaciones en Carnac, donde un profesor solitario es manipulado por una adolescente de cuerpo espléndido que hace con él lo que quiere. También ese personaje es un perdedor, su vida es triste; pero no renunciará a vivir. La obra de Waltari está llena de solitarios que nunca dejan de latir como en los tangos. Igual que los cientos de menhires sobreviven potentes a través de los milenios, callados, pero hablando de algún modo. Leí esa novela antes de ir a Carnac. Y cuando miraba esos menhires me pareció que cantaban una canción solitaria, que estaban tristes pero no se rendían y me decían algo afónicos. 

Sí, a mí me gustó mucho Sinuhé, el egipcio, qué quieren. Ahí tienen un best seller que es verdadera literatura y que crea un mito revelador. Y que representa el alma de un país. Que se nos queda metido como una canción intuitiva, que da en el clavo. Me parece una gran novela y deberíamos releerla. Mejor que los best sellers sin hondura que triunfan ahora, que no tienen atmósfera. Que son puro negocio y carne para los que no leen. Y tampoco es novela histórica, otra píldora para los que no leen Historia; es pura literatura.

Y si Waltari tuvo tanto éxito mundial con su novela comercial, pero muy bien concebida fue porque nos hizo vibrar con la melancolía finlandesa y en el antiguo Egipto nos puso un soplo de su tierra de los seiscientos mil lagos. Pero resistimos esa melancolía ante la vida, y restañamos lo que tiene, e igual que los personajes de Paasilinna, yo también me tomaba una copichuela mientras leía libros finlandeses.

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