Blog | Barra libre

Choupette

Lo de Lugo con los jabalíes está siendo como lo de Karl Lagerfeld y su gata, un flechazo

Mascotas. AEP
photo_camera Mascotas. AEP

VEO EN LA CUENTA de Instagram de Choupette que Karl Lagerfeld ha muerto. No aclara cómo se dieron cuenta, supungo que sería alguien que se fija mucho, porque últimamente no parecía fácil diferenciarlo: poco a poco, entre el tiempo y los retoques, se había ido secando y amojando como un embutido al aire frío de la sierra, lo que unido a su manía de vestir permanentemente como si estuviera amortajado lo convertían en la viva imagen de la muerte. Estaba claro que antes o después iba a dar un cadáver elegante, ya lo parecía durante.

Se ve que Choupette va a heredar un montón de pasta de diseñador, que demostraría de este modo que uno puede ser todo lo idiota que alcance siempre que pueda darse el lujo de pagarlo. Choupette, la verdad, no parece muy afectada en la foto de su Instagram, pese a lo bien que le sienta el luto a su pelaje arena y a sus ojos azul transparente. No sé, a lo mejor la procesión va por dentro, es difícil saber qué piensa un gato, pero probablemente tampoco: he vivido muchos años con varios de ellos sin haber conseguido otra cosa que algunos buenos ratos de cariño interesado, una colección de elegantes gestos de desdén y un listado de órdenes que cumplir, que yo acataba siempre entre solícito y sumiso porque los gatos son muy buenos adiestradores.

También es verdad que a ninguno de ellos le asigné para su servicio dos damas de compañía, un guardaespaldas y un chófer, como tenía la gata de Lagerfeld, pero no creo que con tan poca cosa se pueda doblegar el espíritu diabólicamente libre de un gato. Sí que estoy seguro, por otro lado, de que un gato es el único animal que podría llegar a disfrutar realmente del hecho de poder vivir como un millonario, el único capaz de encontrarle un punto de disfrute casi humano a una vida de sirvientes y lujo cotidiano, el único que puede acercarse a la soberbia y el desprecio al semejante que se precisan para gozar sin remordimientos de algo como asignar chófer, guardaespaldas y herencia millonaria a lo que no deja de ser un animal que se comería los ojos de tu cadáver si tuviera que pasar el tiempo suficiente junto a él.

No será el caso de Choupette, que seguro que pasó con su dueño bastante tiempo como para acostumbrase cuando solo parecía un cadáver en lugar de serlo definitivamente. La gata llorará la ausencia de su mascota humana lo justo para no parecer descortés, y acto seguido dará órdenes a sus sirvientes para que la acaricien, le pongan la comida, la acicalen o para que paren el mundo mientras ella duerme. Lo podrá hacer así durante todos los años que le queden de vida, y solo porque que un idiota que considera que un animal debe vivir de este modo mientras milllones de personas se ahogan en la pobreza pudo darse el lujo de hacerlo.

No es un caso único. Por Lugo, sin ir más lejos, hay varias administraciones y no pocos ciudadanos que se están dando el lujo de mantener un paraíso para jabalíes, aunque en este caso sea a cuenta del dinero de todos. Es lo que tiene el jabalí, que le sobran defensores pero le faltan pagadores. Será que no tiene el pelaje sedoso, los ojos vivos y el seductor desdén de Choupette, o será que es una máquina de comer de cien kilos de peso que puede destriparte sin problemas con tres movimientos de cuello o puede recolocarte el motor del coche en el asiento trasero contigo dentro. De momento les hemos mandado arqueros, a ver si hay flechazo.

Expertos en gestión de fauna nada sospechosos de fobia a los animales han advertido de todas las formas posibles que la presencia de los jabalíes en los cascos urbanos se está aproximando a la condición de plaga, que o se actúa ya y de manera contundente o vamos a tener una desgracia más pronto que tarde. Los daños en cultivos son ya en muchos lugares insostenibles, el riesgo de expansión de la peste porcina es real y que tengamos una desgracia personal es solo cuestión de tiempo, tal vez solo el que media entre ahora y la próxima época de cría, muy cercana.

Desde luego sería idílico que pudiéremos darnos el lujo de actuar con estos animales construyendo el número suficiente de cómodas jaulas trampa, utilizando dardos sedantes para acunarlos y transportes confortables para soltarlos luego en un espacio acotado e infinito donde pudieran realizarse en plenitud como jabalíes. Pero la realidad es que no ha aparecido todavía ningún Karl Lagerfeld dispuesto a donar su herencia para ello, que los recursos públicos son escasos y han de tener prioridades más humanas y que el tiempo se nos echa encima.

Quizás ha llegado el momento de afrontar el problema con la responsabilidad que se debería y de utilizar sin mayores miramientos los medios más eficaces que estén a nuestro alcance, aparcando otro tipo de debates para los momentos y las circunstancias en que podamos permitirnos el lujo de tenerlos. Eso, o les abrimos una cuenta de Instagram a ver si alguien tiene un flechazo.

Comentarios