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Arcanos judiciales

La decisión del CGPJ de no suspender a la jueza del tarot ha destruido su prestigio como adivina y, de paso, el del CGPJ como órgano de control

Sesión de tarot. GONZALO GARCÍA
photo_camera Sesión de tarot. GONZALO GARCÍA

LA CRUELDAD con la que el Poder Judicial ha tratado a María Jesús García, más conocida por el gran público como la jueza del tarot, ha sido de todo punto excesiva, innecesaria. Los miembros de la comisión correspondiente no han tenido piedad a la hora de votar para cerrar sin sanción el expediente que mantenían abierto, con la clara intención de cortar cualquier intento de progresión profesional para esta magistrada. Tras la decisión del CGPJ de no hacer nada, su carrera está acabada. 

Hablo, por supuesto, de la carrera profesional que a ella más parece interesarle en este momento, la de echadora de cartas, porque lo de jueza de vigilancia penitenciaria no parece que se lo tome muy en serio. En eso le pasa lo mismo que a los vocales del CGPJ, que nadie se los puede tomar en serio después de este sainete. 

"He consultado el tarot", declaró la jueza de vigilancia penitenciaria de Lugo en una entrevista después de que este periódico confirmase que se dedicaba a leer los arcanos mayores y menores, "y creo que esto cabará con mi expulsión de la carrera judicial. Van a pretender un castigo ejemplar". Y tanto que lo ha sido, tanto debieron cabrear estas palabras a sus compañeros del CGPJ que decidieron dejarla sin castigo alguno, sin duda con la clara intención de arruinar por completo su carrera de pitonisa. No acierta ni una. 

"Una decisión tan incomprensible como la del Consejo del Poder Judicial era difícil de acertar"
 

Hay que reconocer, en su descargo, que una decisión tan incomprensible como la del Poder Judicial era difícil de acertar, ni con el tarot ni con el sentido común. Tan difícil, que solo la acertaron cuatro de los siete vocales con voto, porque los otros tres apostaron por suspender durante seis meses a la jueza del tarot. A esos tres hay que añadir el parecer del promotor de la acción disciplinaria y del representante de la Fiscalía, que también recomendaron la sanción. Es decir, cinco de las nueve personas que conocieron el expediente consideraban que había motivo y pruebas más sobradas para la suspensión. 

Pero se impusieron los votos de los cuatro vocales que pensaron que un vídeo grabado en el piso donde la jueza recibía para echar las cartas por un periodista de este diario no podía ser tenido en cuenta como prueba, por su supuesta ilegalidad. Unas imágenes que este diario no utilizó y que, sin embargo, fueron solicitadas específicamente a este periódico por el propio CGPJ, para después declararlas ilegales y utilizarlas para justificar su decisión de cerrar el expediente disciplinario. Pero no solo tuvo que ignorar esas imágenes: tuvo que ignorar las declaraciones que prestaron previamente como testigos, también a petición del CGPJ, los dos periodistas de El Progreso que elaboraron la información, el aviso respecto a las peculiares actividades de la jueza que realizó el presidente de la Audiencia Provincial de Lugo y las propias declaraciones públicas de la magistrada en las que reconocía que echaba las cartas. Quizás alguno de los miembros de ese comité también debería replantearse su profesión, igual se maneja mejor con los arcanos que con las pruebas. 

Sea como sea, las cartas están echadas. Arruinada, suponemos,su proyección como adivina, vistos sus nefastos resultados, esperemos que a María Jesús García le dé por centrarse en su labor judicial en lugar de retomar, por ejemplo, su carrera de bailarina de streptease. Falta nos hace. Sobre su mesa están mucho más que los permisos, salidas y cambios de grado de los más de mil presos de las cárceles de Pereiro de Aguiar, Bonxe y Monterroso. Sobre su mesa descansan también la seguridad y la confianza de centenares de víctimas de malos tratos, de abusos sexuales, de violencia, de atracos... que esperan que sus verdugos cumplan al menos con el castigo que se les ha impuesto, que confían en que no se los van a volver a encontrar sin aviso cualquier fin de semana esperándolas en su portal para rematar el trabajo. 

Desde que llegó a su puesto en el juzgado de Lugo, la Fiscalía ha triplicado sus recursos en contra de los beneficios otorgados por la jueza a presos, algunos realmente descabellados y en contra de los dictámenes de las juntas de tratamiento y los equipos de psicólogos de las prisiones. La mayor parte de esos recursos han sido apoyados por la Audiencia Provincial, frenando entre ambos la salida a la calle y el acceso a beneficios penitenciarios de condenados que ni de lejos los merecían, pese a la opinión de la jueza. 

Ella lo ve de otro modo: "Los presos jamás me fallaron. Cuando están conmigo me dicen: ‘A usted no le voy a fallar’. Tienen una relación especial", declaró en una entrevista. Ya ven, todo intuición. Los espíritus no lo quieran, pero si algún día a uno le da por fallarle y la lía, habría que enviar a directamente a la víctima al CGPJ, para que allí consulten con los arcanos y le expliquen por dónde se han pasado sus derechos como ciudadanos.

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