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Nueva primavera eólica

Las próximas inversiones ponen fin a diez años de parálisis para un sector clave en Galicia

Vista del paque eólico de Montouto. AEP
photo_camera Vista del paque eólico de Montouto. AEP

DIEZ AÑOS ha costado pasar página y comenzar a resituar el negocio eólico en Galicia en parámetros homologables a otras comunidades autónomas, con la diferencia sustancial de que el recurso del viento tiene, de manera incontestable, un potencial mucho mayor en esta tierra. Porque Galicia llegó a perder en estos años su posición como potencia eólica en España. Por extraño que pueda resultar ahora para alguien ajeno al sector, el reparto de megavatios se llegó a convertir en un asunto capital de la política gallega, generando una profunda crisis incluso entre aliados, caso del BNG y el PSdeG, cuando se convocó el primer concurso, en 2008, con el bipartito. El seísmo continuó cuando Núñez Feijóo, recién llegado a San Caetano, optó no sin riesgos por romper con todo lo anterior y convocar un concurso nuevo.

En estos años, la inseguridad jurídica a la que tantas veces se apeló para tomar decisiones en uno y otro sentido ha sido un habitual compañero de viaje que siempre tomaba la misma dirección: las salas de lo Contencioso-Administrativo, ya fuera del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia o del propio Supremo. La anulación del concurso anterior, el nuevo canon eólico, la aplicación del impuesto de Transmisiones Patrimoniales a las compraventas de parques, siendo autorizaciones administrativas...

Diez años, dos concursos, una crisis económica sin precedentes y un cambio normativo impulsado desde Madrid que supuso una ruptura con todo lo anterior, porque el negocio del viento, siendo un objetivo prioritario dentro del esquema europeo para potenciar las energías alternativas, dejó de estar primado, de recibir ayudas públicas indirectas, rebajando en gran medida su atractivo. El argumento desde el Gobierno fue el insostenible déficit de tarifa enquistado en el sistema eléctrico desde los ochenta, con un multimillonario coste. Todo ello ha supuesto una auténtica metamorfosis que comienza ahora a enseñar su verdadera dimensión, cuando estamos al final de esa particular transición eólica en Galicia.

Y llegados a este punto, conviene resituar también a los protagonistas actuales del sector eólico, porque ya no son empresas ajenas a la energía, como sucedió con los concursos anteriores, que son historia con temporánea y que repartieron mucho juego, sí, pero entre actores que nada tenían que ver con el viento. Esas aportaciones de capital, casi siempre en alianzas, solo buscaban rentabilidad cierta con mayor o menor urgencia. Son ahora las eléctricas, grandes y medianas, quienes toman la palabra, con referencias conocidas como pueden ser Gas Natural-Fenosa, Norvento o Endesa, entre otras. Lástima que no haya más capital gallego en el sector.

Para que todo ello sea posible, la mutación también llega por la vía normativa en Galicia, algo determinante para propiciar esta nueva primavera eólica. Y es que la conocida como nueva Lei de Fomento de Implantación Empresarial de Galicia, muy contestada en algunos aspectos, presta una particularísima atención al sector eólico en la que pocos han reparado y mucho menos criticado. El primer y más destacable elemento de ruptura con todo lo anterior es que esa nueva ley deja atrás los concursos como vía de adjudicación de megavatios. Se trata, en síntesis, de un proceso de liberalización que llega por la vía de lo hechos: la Consellería de Economía opta, frente al trámite de selección de anteproyectos, es decir, el concurso, por un procedimiento simplificado y conjunto para obtener las autorizaciones administrativas.

¿Ventajas del nuevo entorno normativo? Pues la agilidad en el proceso de autorización de parques, con la consiguiente oleada inversora a la que estamos asistiendo, tan necesaria en áreas todavía sin explotar y en otras que ya habían sido contempladas en los concursos y en el vigente plan sectorial pero que no estaban desarrolladas. ¿Amenazas? Habrá que extremar la transparencia en el proceso, siempre con exquisito respeto a la Red Natura, fuente pretérita de conflictos. Además, la urgencia nunca debe estar reñida con las garantías y la certidumbre.

Es toda esta nueva estación la que trae luz para un sector, el eólico, que estuvo demasiado tiempo en penumbra. Casi a oscuras. Y es por ello que Galicia en general, y Lugo, en particular, asisten ahora a una transformación que está lejos de poder ser interpretada como una fiebre, al tratarse de un proceso que desatasca todo lo obstruido en estos diez años. De los nuevos 700 megavatios eólicos a desarrollar, potencia equivalente, por ejemplo, a una pequeña central nuclear, más de la mitad se instalarán en parques repartidos por la provincia de Lugo. La primavera llega para quedarse.

A Juan Roig se le atraganta Galicia
El éxito de Mercadona en el sector de la distribución alimentaria solo es comparable al de Inditex en la moda. Dicho esto, en Galicia todo cambia. La cadena de Juan Roig, paradigma de empresario para muchos, con un carácter cincelado sobre la franqueza y las palabras llanas que alimentan toda una leyenda emprendedora, tiene serios problemas de penetración en el mercado gallego. ¿Los motivos? Muy sencillos: tres compañías autóctonas que, en gran medida, apuestan por la proximidad y el producto fresco en condiciones mucho más favorables que el grupo valenciano. El capital gallego resisten en el sector, encarnado por Gadisa, Vegalsa-Eroski y Froiz, básicamente.

Los datos ilustran las diferencias. Mercadona es líder indiscutible en España, con una cuota del 24,5%, con especial relevancia en Valencia, Cataluña, Andalucía y Madrid. Esa misma cuota que le otorga el liderazgo nacional desciende en Galicia nada menos que al 11%, según datos de un estudio de EAE Business School. Otro tanto sucede con Dia: del 8,2% de cuota en España cae al 6,9% en la comunidad gallega.

Gadisa y Vegalsa-Eroski se reparten la tarta, y mantienen su particular guerra de cifras sobre su liderazgo en el mercado gallego. Ambas compañías, a la hora de comparar y presentar sus datos, siempre resaltan las diferencias, tanto de tamaño como de propiedad. Gadisa incorpora su negocio en Castilla y León, lo que le otorga un mayor volumen, mientras que Vegalsa convive con esa participación del 50% que tiene el grupo Eroski en su capital. Mercadona es todavía un actor de reparto en Galicia.
 

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