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Catalunya, Tip, Coll y un chimpancé

Pintada en un escaparate de un comercio de Barcelona. JESÚS DIGES (EFE)
photo_camera Pintada en un escaparate de un comercio de Barcelona. JESÚS DIGES (EFE)

CUANDO algo sale mal, sale mal, y hacerlo una y otra vez de la misma manera jamás conduce al éxito. el famoso número de Tip y Coll explicando cómo llenar de agua un vaso es el ejemplo perfecto. Si usted pone el vaso boca abajo, no será capaz de llenarlo por mucho que lo intente. Hay cosas que sólo se pueden hacer de una manera. El vaso ha de estar en posición vertical, con la abertura hacia arriba y la jarra sobre él.

Sucede en Catalunya, no hoy sino desde hace muchos años. el sentimiento independentista de millones de personas no se mitigará con una respuesta policial ni judicial. El que a estas alturas no lo haya comprendido está mal de la cabeza. Se ha visto otra vez con la reacción airada de buena parte de los catalanes ante las sentencias del Procès, que sólo ha servido para convertir en héroes a los presos. Si no se identifica un problema difícilmente se hallará la solución. otra cosa es que para algunos sea más rentable poner el vaso boca abajo y buscar culpables de que no se llene.

Yo me pongo en el lugar de un presidente español y me pregunto por qué no intenta otra cosa. No es fácil, pero repetir estrategias fallidas tampoco es eficaz. no funciona, ya está. Llenar Catalunya de policías no resuelve el conflicto. Lo que hacían Tip y Coll era aplicar el principio científico de prueba-error. lo hace usted de una manera y si no funciona deja de perder el tiempo y busca una alternativa hasta que uno de los intentos aporta la solución. Eso lo sabe hasta un chimpancé.

Hablar podría funcionar, pero tal como está la cosa para hablar hace falta más valor que para colmar una y otra vez ese país de antidisturbios. Si alguien intenta hablar con un líder independentista catalán o vasco inmediatamente es señalado como filoterrorista vendepatrias que quiere romper la unidad de España. La salida, sea la que sea, pasa por negociar un acuerdo que aunque no satisfaga a ambas partes sea aceptable para unos y otros. Y no se trata de mercadear entre españoles españolistas, sino de hablar entre ellos y los catalanes partidarios del derecho a decidir, sean o no sean independentistas, claro está, porque todas las sensibilidades deben sentirse escuchadas.

Siempre a vueltas con el DNI. ¿Qué pone tu DNI, qué pone tu DNI? Pues lo mismo que ponía el de Thomas Jefferson hasta que firmó la declaración de Independencia, o el de tantas y tantos que lideraron la libertad de decenas de naciones que hoy ya no forman parte de los estados que las ocuparon, muchas de ellas independizadas de España, dicho sea de paso. Hay dos soluciones que suelen ser determinantes: la guerra con tanques o el diálogo.

Ignorar o combatir el sentimiento nacionalista de millones de personas es electoralmente satisfactorio, por eso se hace. Perder votos en Catalunya o en Euskal Herria para ganarlos en Andalucía o en Murcia funciona, pero no resuelve el problema de fondo, que sigue creciendo. lo que nunca ha habido en España es un líder valiente capaz de afrontar el asunto con un mensaje del tipo: "Ciudadanas y ciudadanos, tenemos un problema parecido al de Tip y Coll cuando trataban de llenar un vaso de agua. Todo lo que se ha intentado hasta hoy ha fracasado, así que propongo una negociación para desbloquear esto de una manera pacífica y democrática, a ver qué carajo pasa".

¿Recuerda usted cuando lo del relator? Se propuso una negociación con una persona por medio que intercediera y tomara nota de lo acordado. Se montó tal alboroto que en cuestión de horas se abandonó la idea. ¿Cómo va a negociar España con Catalunya de igual a igual y por encima con un mediador, estamos tontos o qué? Pues de aquello que quedó en un globo sonda quizá hubiera salido algo bueno, ya no digo una solución, pero puede que sí una manera de rebajar la tensión, porque criminalizar a millones de personas que, salvo excepciones, se manifiestan de manera pacífica, o apalearlas, ya hemos visto que no resuelve nada y agrava la tirantez.

Lo que hay, más que miedo a los independentistas, es miedo a los votantes de Huelva, de Badajoz o de Zaragoza y a quienes los jalean y de ahí viene el terror a hablar, a negociar, a la reacción de los grandes medios y a líderes adversos que promoverían una crisis escandalosa en cuanto se pronunciara la palabra "diálogo". Lo fácil es poner el vaso boca abajo y tratar de llenarlo así una y otra vez, empeñándose en que un día contendrá agua. Así se gana tiempo, se enquista el problema, se aplaza la solución y se ganan elecciones. o se pierden frente a un rival que ofrece un vaso más grande para ponerlo igualmente mirando al suelo.

En el famoso sketch, Tip y Coll encontraban la solución y llenaban el vaso. Seguramente ellos, que fueron socios toda la vida, amigos y políticamente irreconciliables, nos dirían algo que también está al alcance de un chimpancé: que hablando se entiende la gente y que eso es la democracia, no lo que vemos estos días.