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Debajo de un paraguas

Cota

Casi por casualidad encontré un periódico de 1842, llamado Fray Gerundio, boletín de noticias. Se trata de un tomo en el que se reúnen todos los números que van del 5 de enero al 30 de junio de aquel año. Contiene un total de nueve noticias referidas a Pontevedra, la mayoría de poca relevancia: movimientos de tropas, pagos de impuestos y cosas de ésas. Pero entre ellas hay unas pocas destacables. 

El día 11 de marzo de 1842, por ejemplo, se publican dos noticias que puede que guarden relación entre sí. Así comienza la primera: "Nuestro corresponsal de Pontevedra nos dice con fecha 5 del corriente lo que sigue: Hace ocho días que seis ladrones robaron una casa de un labrador honrado, distante de esta capital media legua". 

Ya podemos extraer una primera conclusión: el corresponsal cree, o sabe, que hay labradores que no son honrados, pues de otra manera la distinción sería innecesaria, pero el hombre siente la necesidad de aclararlo. "No contentos con dicho robo, dieron muerte al dueño de la citada casa y de puñaladas a la hija única que se hallaba en ella". No aclara si la hija apuñalada también falleció, aunque parece que no, pues deja claro que a él le dieron muerte, no sabemos cómo, y a la hija la apuñalaron. 

Además de ladrones, asesinos. El labrador honrado perdió el producto robado y la vida. El corresponsal de Fray Gerundio aun así, pone el robo en primer término, el asesinato en segundo, y en tercero el apuñalamiento de la hija única. Y continúa: "Y por último prendieron fuego a toda la casa, en donde ardieron todo el ganado vacuno y lanar que se hallaba en ella". Ladrones, asesinos y pirómanos. Y así sabemos de paso que el ganado arde, sea vacuno, sea lanar. Yo lo desconocía, y lo digo totalmente en serio. Nunca lo había pensado, pero será así. Bien, era muy segura nuestra Pontevedra en 1842. La noticia inmediatamente posterior, publicada el mismo día es la que sigue: 

"Hace tres días apareció a un cuarto de legua de esta capital una partida de ladrones en número de doce, armados. Salieron en su persecución los nacionales de esta capital fugándose aquellos a los montes y no han podido ser hallados". 

Vestido de uniforme de comandante de la milicia nacional ha presidido la procesión del Corpus cubierto con un paraguas

Si bien, como decíamos, las noticias pueden no tener nada que ver una con otra, no podemos descartar que el primer grupo de seis ladrones que robó al labrador honrado, luego lo asesinó, apuñaló a su hija prendiendo después fuego a la casa y al ganado, perteneciera al mismo grupo de doce que luego huyó a los montes. De otra manera, tendríamos a dos grupos de ladrones operando en las mismas fechas en Pontevedra, sumando entre ambos un total de dieciocho bandoleros. Fueran una o dos bandas nunca lo sabremos. Por más que busqué en los números posteriores de la citada publicación no hay noticia de que ni un bandolero, ni seis, ni doce ni dieciocho fueran detenidos ni en Pontevedra ni en sus inmediaciones. 

Otra noticia debemos reflejar, aunque por suerte no tiene el carácter macabro de las anteriores. Un par de meses después, concretamente el 26 de mayo, siempre del año 1842, el jefe político interino de Pontevedra, señor Juan Falomir: "Vestido de uniforme de comandante de la milicia nacional ha presidido la procesión del Corpus cubierto con un paraguas". 

También podía haberse dedicado a perseguir a los ladrones, podríamos pensar, pero tan demagógico argumento no quitará peso a la parte sustancial de la noticia, y es que nuestro jefe político interino presidió la procesión "cubierto con un paraguas". O bien el paraguas era a finales del el asesinato en segundo, y en tercero el apuñalamiento de la hija única. Y continúa: "Y por último prendieron fuego a toda la casa, en donde ardieron todo el ganado vacuno y lanar que se hallaba en ella". Ladrones, asesinos y pirómanos. Y así sabemos de paso que el ganado arde, sea vacuno, sea lanar. Yo lo desconocía, y lo digo totalmente en serio. Nunca lo había pensado, pero será así. Bien, siglo XIX un artículo de lujo, cosa que dudo, o al corresponsal le llamó la atención ver a un militar debajo de un paraguas. Porque aunque su título fuera el de jefe político no podría vestir uniforme de comandante si no lo fuera. Yo que sé. Igual los militares no acostumbraban a cubrirse con paraguas y se exponían a la lluvia a pecho descubierto y luego se agripallaban. 

A partir de ahí podemos presentar tres alternativas como conclusión a esta modesta pesquisa: una, que el 26 de mayo de 1842 doce ladrones, probablemente dieciocho, se mojaron en los montes que rodeaban Pontevedra, pues aquel día sabemos a ciencia cierta que llovió. La segunda opción es que ya hubieran escapado y estuvieran en Vigo o en A Coruña, un decir, a resguardo. Y la tercera posibilidad, nunca descartable, es que siguieran huidos en los montes pontevedreses pero no se mojaron porque también tenían paraguas.

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