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Espías franceses en Galiza

WQEQWDe la importancia de nuestra ciudad en otros tiempos nos hablan centenares de libros. De los grandes hechos desarrollados en Pontevedra, tenemos numerosa documentación. Solamente tiene que acudir uno/a a la ‘Historia de la Ciudad de Pontevedra’, por ejemplo, magna obra de Xosé Fortes Bouzán o a muchas otras que ya hemos citado y las que faltan por citar. Pero hay también otras historias, en apariencia menores, anecdóticas, que también aportan pistas, y son éstas, por menos conocidas, las que los correctores nos empeñamos en rescatar. Esta es una de ellas.

La Edad Media acababa de terminar apenas unos años atrás, aunque por aquel entonces nadie lo sabía. Estamos en 1529. Dos príncipes franceses se encontraban en poder del rey de España, emperador Carlos V. No eran, claro, las condiciones de su cautiverio demasiado crueles. Estaban guardados como moneda de cambio y se les trataba con corrección, pero estar, estaban presos, custodiados por el condestable de Castilla. Incluso, para hacer más llevadera su prisión, doña Leonor, que fuera reina de Portugal, intercedió para que los principitos pudieran ver a su maestro, quien estaba igualmente preso. Ahí va fragmento de una carta de doña Leonor, hermana de la reina de Francia y madrastra de los delfines al condestable. La extraemos de un artículo de María Isabel Barbeito Carneiro:

"Condestable primo, como por otra mi carta veréis, la cristianísima reina de Francia, mi muy cara y amada hermana, me pidió diese libertad a Theocremes, maestro de los príncipes que están en Villalpando, para que fuese a estar en esa villa con ellos y los mostrase como solía, lo cual, por contemplación suya, yo lo hube por bien. Como veréis por la dicha mi carta, se platicó y pareció que no era inconveniente dar libertad al dicho maestro para que estuviese en esa villa y mostrase a esos dichos príncipes; con que las veces que entrase en esa fortaleza a los mostrar, estuviese persona de confianza presente, la cual entendiese bien la lengua francesa".

Bien, los principitos cautivos son trasladados de vez en cuando, es de suponer que para evitar indeseados intentos de rescate, por lo que desde Francia necesitan información sobre su paradero, y montan una chapucera misión de espionaje que es la que nos interesa. Dejamos pues a los niños, a la hermana de su madrastra y al maestro Theocremes, y leemos la ‘Colección de documentos inéditos para la Historia de España’, recopilados por Martín Fernandez de Navarrete, Miguel Salvá y Pedro Sainz de Baranda y publicada en 1843 por la Real Academia de la Historia. Allí encontramos una declaración hecha por uno de los espías, un francés llamado Juan de Xalon, que había sido recién detenido.

El bueno de Juan de Xalon se encontraba en el sur de Portugal. en un puerto del Algarve cuando atracó allí una embarcación de la armada francesa. De dicha embarcación bajó un francés y se dirigió a una plaza, en la que se encontraba Xalon. Entablaron conversación y acordaron subir al barco a comer y beber. Así lo hicieron, y una vez allí, comiendo y bebiendo, el patrón de la nao, que se llamaba Guzote le ofreció convertirse en espía del reino de Francia. A cambio, le dijo el capitán Guzote, "le llevarían a Francia, y le darían buen partido y le harían buen hombre". Xalon, quien suponemos que hasta entonces no se consideraba un buen hombre pero deseaba serlo, aceptó. Así, la nao se dirigió al puerto de Palos y allí desembarcaron Xalón y "otros seis o siete franceses, naturales de Francia, para que también fuesen espías; y saltando en tierra cada uno de ellos y este que depone también, tiraron por su camino, y este que depone es desdichado porque tomaron á él y no á ninguno de los otros".

El que depone es Xaon, claro, y era desdichado porque lo habían detenido sólo a él, mientras el resto de los espías estaban libres. Pero sigue contando cómo se desarrollaron los hechos. Los espías son desembarcados en Palos. Deben repartirse por todos los territorios y reinos de España, cada uno por una ruta diferente, averiguando el paradero de los principitos y, finalmente, reunirse todos en Pontevedra, desde donde regresarían a Francia.

Xalon, deseoso de cumplir su misión como espía, recorre la ruta que le ha sido asignada preguntando a diestro y siniestro dónde están los príncipes de Francia. Como toda precaución, estando en Toledo, preguntó «a personas menudas que estaban en la plaza». Así sigue, recorriendo la península y preguntando a todo el mundo dónde están retenidos los príncipes de Francia. Su acento francés y su descaro no debieron pasar inadvertidos, y así fue detenido, muy cerca, por cierto, de donde estaban los delfines galos, casi a las mismas puertas de la fortaleza. Preguntado qué debía hacer una vez diera con el paradero de los principitos, responde: "Irse a Pontevedra como el dicho Guzote, patrón de la dicha nao le había mandado; y que le dio para comer obra del valor de seis reales, y que con aquellos y con pedir por Dios podia ir hasta Pontevedra".

A partir de ahí habremos de dudar seriamente de la veracidad de esta otra frase de su declaración: "La cual dicha confesión hizo espontáneamente de su voluntad", pues poco espontánea debió ser la confesión del pobre hombre. Solamente nos queda desear que el bueno de Xalon haya conseguido alcanzar su sueño de convertirse en un buen hombre. E invitar a los espías franceses a conocer nuestro país, tal como hacían antaño.

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