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Valientes, os necesitamos

ESTAS CUATRO personas de la imagen venden paraguas en la calle Peregrina de Pontevedra. Llegan juntos, se colocan a no mucha distancia unos de otros, se reparten los paraguas, unos pocos cada uno y esperan a que Dios o la suerte les envíen algún cliente. Como sabemos, han venido a robarle a usted el trabajo, porque hasta que llegaron ellos usted era vendedor ambulante de paraguas, un puesto solicitadísimo y muy bien remunerado que empleaba a tantos y tantos españoles y españolas. Por desgracia, hoy el sector de la venta callejera de paraguas ha caído en manos de los inmigrantes ilegales. 

Ni siquiera necesitan este trabajo, pues como también sabemos, esta gente viene a España a vivir de las subvenciones que les paga el Estado con los impuestos que le cobra a usted. Venden paraguas por placer, para tener algo en qué entretenerse, pues de otra manera su vida sería tediosa. No vienen aquí a aburrirse, sino a vivir como reyes a costa de usted.

"Valientes, os necesitamos", reza sobre ellos el texto del cartel de un conocido banco cuyo nombre, santander, no viene a cuento. Los publicistas han hecho un gran trabajo, pues realmente el banco necesita que esta gente tenga un buen trabajo y un sueldo digno, para poder convertirlos en clientes y colocarles una hipoteca o financiarles un coche. Y esto no es en absoluto una broma. Al ritmo al que prospera la natalidad en el Estado español, dentro de poco todos los que tengan una cuenta en un banco serán pensionistas, y un pensionista no es precisamente el tipo de cliente al que se le pueda colocar una hipoteca a 40 años, más que nada porque suelen morir antes.

El problema de España no es la inmigración ilegal. Nunca lo ha sido
 

La valentía no se la vamos a negar. Pruebe usted a ser tan valiente. Huya de una guerra o de una hambruna, métase en una patera tras cruzar a pie media África y cruce el estrecho de Gibraltar. No lo sé, pero no me parece algo que pueda hacer un gordo calvo y cobarde como yo o usted.

Tampoco vamos a negar que los necesitemos, como los necesita el banco. No vendiendo paraguas, sino trabajando, con papeles y cotizando. A eso es a lo que vienen y eso es lo que precisamos. Fíjese, brother: cuando usted se jubile, si es que no lo ha hecho ya, tendrá una pensión más abultada si permitimos que estos de la foto se incorporen al mercado laboral y se integren en nuestra sociedad por mucho que mantengan sus costumbres, siempre que sean legales. Igual que usted, por cierto. Nuestro sistema de pensiones es una estructura piramidal. Por hacer algo así los responsables de Fórum Filatélico y Afinsa están justamente encarcelados, pero el Estado sí puede montar un sistema piramidal. Como usted sabrá, todo lo que ha cotizado usted se utilizó para pagar las pensiones de la generación de sus padres, de tal suerte que para poder cobrarla usted es imprescindible que haya cotizantes, cuantos más mejor.

Pero como resulta que hay más ancianos que jóvenes, la pensión de usted no está ni mucho menos garantizada. El problema de España no es la inmigración ilegal. Nunca lo ha sido. Dígame en qué le ha afectado a usted. Qué ha perdido a lo largo de su vida por culpa de la inmigración; cuántas desgracias le ha ocasionado. Haga memoria, señor mío.

Uno de los graves problemas de España es la falta de empleo de calidad y la inexistencia de salarios decentes, para los de la foto y para los demás. Cuando los pocos jóvenes españoles que van quedando se van a trabajar a Londres, a Dublín o a Dubái lo hacen por el mismo motivo que mueve a los inmigrantes de la foto: para poder vivir mejor y tener una oportunidad laboral. Nuestros hijos no tienen que irse porque hayan llegado estas personas a vender paraguas. Lo hacen para no tener que vender paraguas en la calle. Si tuvieran esperanza en España se quedarían aquí, y lo mismo hubieran hecho estos cuatro valientes de tener un horizonte en sus lugares de origen.

Puede que lo conveniente no sea culpar a los de la foto de todos nuestros males. Nunca habrá solución si no se identifica el problema. Quizá sería mucho más productivo luchar por el derecho al trabajo y al sueldo digno. Acaso la riqueza debiera repartirse de manera más o menos justa para que a todos nos fuera mejor. Convertir esto en un asunto de papeles puede que no sea una solución. Expulsarlos sería un error, entre otras cosas porque nos mojaríamos los días de lluvia, pero también porque todo el mundo merece oportunidades, y fíjese: si uno de estos hombres, o los cuatro tienen un día papeles y acceso a una opción laboral, pagarán la pensión de usted. Total, nuestros hijos pagan las de los británicos o los holandeses y a nadie le parece mal.

Y no se las dé usted de yeyé. No crea nunca estar por encima de nadie. No crea que es mejor usted que unos inmigrantes que venden paraguas ni que tiene más derechos que ellos. Piense que alguien que se ha jugado la vida para acabar vendiendo paraguas merece un respeto. Seguramente tenemos mucho que aprender de quien haya pasado por lo que han pasado estas personas. Deje que lo intenten, parvo.

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