Los 500 kilómetros en los que nadie pensó en el referéndum del Brexit

El libre movimiento de personas y bienes en el límite irlandés es lo que defienden ambas partes, pero de diferente manera

La primera ministra británica, Theresa May. FACUNDO ARRIZALAGA (EFE)
photo_camera La primera ministra británica, Theresa May. FACUNDO ARRIZALAGA (EFE)

LOS BRITÁNICOS votaron como si fueran una isla en el referéndum de 2016 en el que decidieron romper con la UE. Pero no lo eran y las dificultades de un divorcio en el que Reino Unido comparte 500 kilómetros de frontera con el gigante europeo han entorpecido la negociación a lo largo de 18 meses. La línea entre la región británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda es invisible desde los Acuerdos de Viernes Santo de 1998. Antes de la paz entre los protestantes y los católicos, en la frontera había torres de vigilancia, controles fronterizos y violencia. A dos meses de que cumpla el plazo de retirada, Reino Unido asume de la peor manera que en 2016 votó como una isla.

"Los parlamentarios hablan con sorpresa de cuestiones que han sido tratadas durante meses", se indignaba un analista político británico en The Spectator. El mejor ejemplo de ello es la salvaguarda irlandesa. Desde el principio, los negociadores de la ruptura se percataron de que la frontera, considerada la única terrestre entre Reino Unido y la UE, iba a ser el principal escollo.

El concepto del backstop, como se le conoce en la jerga de la negociación, ha provocado recelos entre los conservadores y los laboristas, euroescépticos y europeístas. Siempre ha sido fuente de discordia, pero había muchas otras cuestiones que lo eran y contribuían a ensombrecerla. No ha sido hasta ahora, a dos meses de que se haga efectiva la salida de la UE, que la salvaguarda irlandesa ha adquirido la categoría de escollo con mayúsculas.

A dos meses de que cumpla el plazo de retirada, Reino Unido asume de la peor manera que en 2016 votó como una isla

Ese mecanismo fue incluido en el acuerdo de retirada pactado entre el Gobierno británico y la UE para evitar problemas en Irlanda. De hecho, Troubles —problemas— es el nombre con el que se conoce el conflicto que durante tres décadas causó cientos de muertos en Irlanda del Norte. En el contexto del Brexit, los "problemas" se refieren al eventual restablecimiento de los puestos fronterizos.

LIBERTAD. Hasta ahora, las personas y los productos pasan de la UE a territorio británico —de la República de Irlanda, a la región de Irlanda del Norte— sin ningún control específico porque ambos comparten reglas comerciales. El reto a conseguir antes del 29 de marzo es mantener la frontera invisible a pesar de que a un lado y a otro rijan normas distintas.

Los contrarios a este mecanismo consideran que el restablecimiento de los puestos fronterizos para personas y mercancías generaría fricciones que podrían reavivar la confrontación y por eso llaman a buscar soluciones antes de una salida abrupta que lleve a ese escenario.

La solución no es fácil. El Parlamentó instó a la primera ministra, Theresa May, a intentarlo. La Cámara aprobó una enmienda en la que pide al Gobierno buscar "arreglos alternativos" a la salvaguarda. El Ejecutivo se ha puesto manos a la obra, pero la UE mantiene que el documento de retirada es definitivo e inalterable.

La salvaguarda prevé que Reino Unido permanezca en la unión aduanera europea hasta que el Gobierno británico y la UE cierren un tratado comercial que regule sus relaciones

Ese texto establece una red de seguridad para evitar la posibilidad de que se restablezca una frontera física en Irlanda. Pero la manera de garantizar ese objetivo no convence al Parlamento británico, que ve esa pretendida garantía muy ambigua y comprometedora para el país.

La salvaguarda prevé que Reino Unido permanezca en la unión aduanera europea hasta que el Gobierno británico y la UE cierren un tratado comercial que regule sus relaciones futuras. Si no lo alcanzan en el plazo previsto, a finales de diciembre de 2020, Irlanda del Norte seguirá formando parte de ese espacio de manera indefinida, algo inaceptable por los críticos, que ven en ello una manera de segregar a una región de su territorio. Además, la red de seguridad no puede ser liquidada unilateralmente y necesita del acuerdo entre ambas partes.

Incluir una cláusula unilateral o ponerle un límite temporal a este mecanismo son dos opciones que la UE ya rechazó antes. El escollo es de dimensiones colosales.

29 de marzo
Un calendario endiablado


Reino Unido saldrá de la UE de manera automática el 29 de marzo si no alcanza un acuerdo con el bloque, como establece el Tratado de Lisboa. Hay tres escenarios posibles:

Nueva negociación
Si la UE acepta modificar el acuerdo de salida, tendría que ser votado en la Cámara de los Comunes. Si la UE se niega, el documento no puede volver al Parlamento porque su normativa prohibe pronunciarse sobre algo ya votado. May anunció que regresará a la Cámara el 13 de febrero para exponer los pasos a dar.

Brexit sin acuerdo
Si el Parlamento no acuerda un pacto del Brexit, Reino Unido saldrá de la UE el 29 de marzo de forma abrupta. Es posible que el Gobierno busque aprobar algún tipo de ley para preparar al país ante esa coyuntura. También es probable que los diputados intenten frenar un Brexit abrupto, pero disponen de poco tiempo.

Nuevo acuerdo
El Gobierno de May puede proponer negociar un nuevo acuerdo. Si la UE lo acepta, se deberá retrasar la ruptura, lo que obliga a extender el plazo del 29 de marzo. Si Bruselas se niega, el Gobierno británico tendrá que evaluar varias opciones como unas elecciones generales o un segundo referéndum europeo. También podría renunciar a salir.

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