Opinión

Adarve selvático

ASPIRAR A UNA muralla limpia y cuidada, conservada como corresponde a un monumento Patrimonio de la Humanidad, es una pretensión que raya lo utópico. Xunta, principal responsable, Concello, o cualquier otra entidad o institución con responsabilidad, únicamente miran para otro lado. Solo saben pasarse la pelota de la irresponsabilidad. La pulcritud no se refiere tan solo a su exterior, lo primero que ve cualquier persona que se fije en su grandiosidad o aspecto; peor sensación estética de dejadez y negligencia produce aún su interior, con la basura acumulada y el deterioro de edificaciones ruinosas convertidas en escombreras. Y lo que es peor todavía, pensando en los cientos de personas que la utilizan a diario, entre ellos muchos visitantes, es la apariencia selvática y montaraz del adarve, plagado de hierbajos o maleza, sobre todo la que invade zonas correspondientes al saliente de los cubos. ¿Cuesta tanto utilizar un cortacésped y mantener una observación sostenida para que la fronda no avance? ¿Cuál será la impresión desagradable que se lleve el turista que tenga a bien cubrir el recorrido por el paseo de una joya histórica, con aspecto poco menos que de pista forestal? No cuesta mucho imaginarlo.

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