Opinión

Agitando el miedo

Si como parece evidente el coronavirus es tan pernicioso, lo que circunda la epidemia no va a la zaga. Es de tal alcance el exceso de dimes y diretes, que asimilarlos o procesarlos adecuada y cabalmente no es posible. Por eso, aun siendo preciso que se informe y pormenorice, sin ocultar la gravedad endémica, cada vez es más necesario ser cautos, prudentes o moderados, no espoleando el miedo, el pánico o la confusión con bulos, patrañas o medias verdades que no favorecen en absoluto la confianza y la tranquilidad que se necesita para no desbarrar, no cayendo en exageraciones, o creando, en vez de llamar a la calma, aprensiones y miedos exacerbados que minan la serenidad y el sosiego precisos para superar o encarrilar la crisis. Viendo telediarios, o escuchando algunas emisoras de radio, quizá sin intentarlo, se aprecia una tendencia desmedida a favorecer y alimentar la aprensión con potenciales desgracias y desdichas, acentuando el drama en vez de atenuar malos augurios. Como bien apuntó en este periódico el enfermero y escritor lucense Héctor Castiñeira, es muy preocupante que los bulos, que llegan al móvil de miles de personas, circulen a mayor rapidez que el propio virus. Si existe desasosiego e intranquilidad, agitando el temor y la confusión el fogonazo es inevitable.

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