El comercio electrónico, las claves para reducir el impacto ambiental

El comercio electrónico, las claves para reducir el impacto ambiental
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El comercio electrónico ha aterrizado en España con fuerza. Según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, el año 2018 se cerró con una facturación total de 39.243 millones de euros, mostrando incrementos en todos los trimestres del año con respecto al año anterior.

Cada vez son más clientes los que se sienten confiados para realizar sus compras a través de medios electrónicos. Muchos consumidores se consideran consumidores totales, lo que significa que realizan sus compras tanto desde canales online como a través del comercio tradicional, sin priorizar ninguno de los canales.

Entre los sectores de actividad que más volumen de negocio generan destacan la venta de entradas para eventos culturales y deportivos, la compra de billetes de avión y alojamiento o la moda. Otros sectores de negocio han tardado más en llegar hasta este canal de venta, pero las empresas se ven cada vez más obligadas a adoptar la omnicanalidad para no quedarse atrás en la era digital.

Uno de estos sectores el del material escolar y de oficina, que en estos meses desde agosto hasta octubre hace su particular agosto. La empresa Distrimar ha conseguido posicionarse como todo un referente en el sector, gracias a una amplia variedad de productos que se pueden adquirir a través de internet y que puedes consultar aquí.

Poco a poco todas las empresas se suben al carro de la economía digital, ya que lo contrario supone quedarse atrás y ser protagonistas de esa brecha digital. Uno de los grandes valores, a priori, positivos del comercio electrónico es que favorece la sostenibilidad, pero, ¿es esto verdaderamente real? No cabe duda de que abandonar los puntos de venta físico puede tener consecuencias positivas para el medio ambiente, pero no basta con eso.

¿Cuáles son las ventajas del comercio electrónico?

A nivel ambiental, el sistema de compra electrónico cuenta con una gran baza a su favor, y es el hecho de que abandonar el punto de venta física supone reducir significativamente la energía eléctrica que demanda una tienda: aire acondicionado, calefacción, uso de luz.

Por otra parte, el ecommerce relega el dinero físico a un segundo plano. Cada año se necesitan 300 millones de toneladas de papel para fabricar billetes a escala mundial. La compraventa de artículos y productos evita el empleo del dinero físico y alarga la vida del papel moneda que ya se encuentra en circulación.

A este punto se añade que cada vez existen más fórmulas para realizar pagos a través de dispositivos electrónicos. La cuestión ambiental es una problemática cada vez más presente, hasta tal punto que desde las administraciones públicas y el sector privado se pone mucho énfasis en reducir la huella de carbono, hacer más sostenibles todas las áreas comerciales y potenciar un consumo racional de los recursos.

Si volvemos a la vuelta al cole, tema que gana protagonismo en el mes de septiembre, cada vez son más actores los que hacen una decidida apuesta por la sostenibilidad, con materiales y productos más respetuosos con el medio.

El ecommerce tiene mucho potencial para el futuro si se gestiona desde un punto de vista sostenible, y a las ventajas apreciables en materia medioambiental con respecto al comercio tradicional se le pueden sumar otras, que van a depender en gran medida de la gestión que se haga de este tipo de transacciones económicas.

¿Cómo mejorar el impacto ambiental derivado del comercio electrónico?

Existen posibilidades para reducir el impacto ambiental derivado del ecommerce. Una por la que apuestan muchas empresas es la entrega en un “punto pack”. Consiste en hacer llegar los paquetes provenientes del comercio electrónico a un punto estratégico de la ciudad, como si fuera una oficina de Correos. Esto disminuye el número de transportistas en activo con diferentes destinos.

A priori puede parecer una merma en los puestos de empleo, pero el punto de recogida también necesita personal para su gestión. Obviamente, si esto ocurre así lo ideal es que el cliente final recoja su producto desplazándose hasta el punto pack en medios de transporte no contaminantes.

Los puntos pack funcionan en muchas ciudades, en internet se pueden visualizar. Las empresas envían allí sus productos y son los consumidores finales quienes acceden hasta este lugar para conseguir su paquete.

Una segunda opción es valorar las opciones de los gastos de envío y devolución gratuitos. Con esta posibilidad, los clientes tienen la opción de comprar de manera impulsiva, recibiendo los paquetes y devolverlos sin ser penalizaos por ello. Las empresas necesitan concienciar de la importancia de ejercer una compra inteligente. A esto se suma hacer un “packaging” sostenible, dejar de utilizar tanto plástico y optar por bolsas o cajas de cartón recicladas.

La compra a través de internet puede ser más sostenible que la compra en comercios tradicionales, pero solo lo será si clientes y empresas ponen de su parte, pues ambos actores participan en el proceso de compraventa.

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