Opinión

Desnudar a un santo

Mejor nos hubiera ido si en la etapa del PP se hubiera hecho una defensa de la separación de poderes que ordena la Constitución
 

SE ACERCA inexorable la fecha de las elecciones municipales, autonómicas y municipales y Pedro Sánchez deshoja la margarita con los nombres de los candidatos del PSOE. Se da la paradoja de que los ya confirmados han empezado su precampaña electoral, mientras que plazas de la importancia de Madrid o Barcelona siguen en el limbo. Parece evidente que Borrell podría ser un magnífico candidato a encabezar la lista de las europeas y que su figura daría peso al grupo socialista en el parlamento de Estrasburgo. Cierto. ¿Pero, puede en Gobierno perder una figura imprescindible en un momento de grave crisis institucional en Cataluña? ¿No se corre el riesgo de que Quim Torra y los independentistas catalanes, siguiendo su estrategia, se apunten el tanto de su salida de Moncloa? Sin duda en la campaña electoral, tanto PP como Ciudadanos, acusarían a Sánchez de haberse quitado del Consejo de Ministros una voz discordante con las cesiones al soberanismo.

Al margen de la importante labor que Borrell, como ministro de Exteriores, está llevando a cabo en las diferentes cancillerías europeas para contrarrestar el victimismo de los líderes del ‘procès’. Puede que la legislación no permita prohibir la apertura de más ‘embajadas’ del Govern catalán, pero la prioridad es contraponer la verdadera imagen de la España democrática a las falsedades que dichas delegaciones propagan. Mejor nos hubiera ido si en la etapa del PP y, sobre todo, en la etapa del ministro Dastis, se hubiera hecho una defensa de la separación de poderes que ordena la Constitución. Pero Rajoy y sus ministros se dedicaron a verlas venir. Costó trabajo convencer a Borrell para que volviera a ser ministro y su prestigio internacional es imprescindible ahora mismo en Moncloa.

Lo mismo podría decirse de la presunta candidatura de Grande Marlaska a la alcaldía de Madrid. ¿Sería un buen candidato? Sin duda. Pero en medio del escándalo Villarejo, con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad cuyos mandos han estado cuestionados por casos de escuchas telefónicas (la ‘policía patriótica’ de Fernández Díaz) no es el mejor momento para dejar a medias los cambios importantísimos que está llevando a cabo en la estructura orgánica de Interior. Además de su capacidad para limar desconfianzas entre la policía autónoma catalana y el resto de cuerpos de seguridad.

No se puede desnudar el Gobierno de sus pesos pesados si realmente Sánchez quiere agotar la legislatura y después del trauma vivido por la salida abrupta de dos ministros en menos de cien días. Sin contar con la difícil situación de la ministra Dolores Delgado que sigue en el cargo porque no se puede admitir una dimisión más.
 

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