Opinión

Dietas/derroche

INCLUSO presuponiendo buena voluntad en la cumbre sobre el cambio climático que tan ostentosamente se solemniza en Madrid, su pretendida eficacia (ojalá fuese tan fácil) choca con precedentes que le restan credibilidad, la que se necesitaría para evitar dudas y desconfianza. De los congresos convocados con anterioridad sobre lo mismo, sobre cómo combatir el desastre medioambiental que nos corroe, ¿puede extraerse alguna conclusión de peso, que de verdad haya influido en los males que los promotores proponen atajar? Pocas cumbres, por lo que sea, corrigen lo planeado, entre otras cosas porque la mayoría de los puntos refrendados se diluyen en la nada, al interponerse en su teórica ejecución intereses políticos y económicos más poderosos que los argumentos expuestos y sancionados como panacea. Es fácil deducir que la parafernalia y el gran derroche que rodea a estas estridentes y ruidosas reuniones, las convierten en paripés en donde lo único que se atornilla son las dietas de los congresistas, algo que denunció hace algunos años un presidente suramericano, incapaz de digerir petulancias. Algo hay que hacer, pero nada se conquistará si no se asume una concienciación global seria, más real que ilusoria y exenta de cinismo y desmedido jolgorio.

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