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El prisma gallego del 10-N

El papel del PP en Vigo o el voto en las zonas calientes de la crisis industrial serán factores clave de cara a las autonómicas

La visión de las elecciones de hoy a través del prisma gallego puede ofrecer pistas muy valiosas de cara a las autonómicas de 2020. Mucho más que en abril, dado que ahora ya queda, sobre el papel, menos de un año para que los gallegos vuelvan a acudir a las urnas. Y aunque para la Xunta se vota en clave diferente, hay una serie de patrones a los que hoy convendría estar muy atento.

→ La importancia de quedar primero

El PSOE derrotó al PP por primera vez en Galicia el pasado 28 de abril, un volantazo electoral histórico que se produjo bajo unas circunstancias que hoy no se repiten, al menos de forma idéntica. Sin embargo, las encuestas apuntan a un empate técnico en el bipartidismo. Quedar primero resulta determinante a nivel simbólico para afrontar la batalla autonómica del año que viene. En abril, los de Gonzalo Caballero aventajaron a los de Núñez Feijóo en un escaño y 77.000 votos. Perder ahora, seis meses después, sería un revés para el socialismo gallego porque significaría invertir la tendencia, dejarse un buen puñado de apoyos en poco tiempo y, sobre todo, insuflar oxígeno al PPdeG. Los populares, por su parte, tienen la obligación de remontar y volver a ser primera fuerza si no quieren afrontar 2020 en depresión. Incluso podrían aparecer —o agravarse si es que ya las tiene— las dudas en Feijóo a la hora de repetir.

→ La recuperación del PP en Vigo

Atendiendo a los datos de las municipales de mayo, al Partido Popular no le fue tan mal en la Galicia urbana, su asignatura pendiente de los últimos años. Sin embargo, hay un dato que dinamita siempre cualquier estadística en este sentido: la irrelevancia del PP en Vigo. Resulta difícil pensar en que nadie pueda firmar una mayoría absoluta en la Xunta siendo totalmente testimonial en la principal ciudad gallega, de igual forma que nadie puede llegar a la Moncloa siendo irrelevante en Euskadi y Cataluña, que es uno de los problemas a los que se enfrenta Pablo Casado. La operación de Corina Porro para unificar el partido, con el regreso de Javier Guerra y otros activos del PP olívico, tendría que dar sus primeros frutos hoy. Es cierto que es fácil porque la derecha parte desde el suelo en la ciudad.

→ El voto en las zonas industriales

Mucho ojo también al comportamiento de los ciudadanos en aquellos puntos calientes de la crisis industrial gallega. Sobre Alcoa, Cervo y Xove son feudos populares; sobre Endesa, As Pontes es un bastión socialista; y en cuanto a Ence, se trata de un baluarte del BNG. Las tres empresas capitalizaron buena parte de la campaña, por lo que habrá que ver qué relato cuaja finalmente: si el votante culpa al Gobierno de Pedro Sánchez o a la Xunta de Feijóo.

→ La factura del pacto con Jácome

Otro que se examina hoy en las urnas es el baltarismo. La batalla entre el PP y el PSOE en Ourense está más igualada que nunca, aunque es cierto que José Manuel Baltar le vio las orejas al lobo en las municipales y se implicó más en esta campaña. Falta por saber si eso será suficiente en un escenario donde, además, nadie puede obviar el pacto de alto voltaje que firmó con Gonzalo Pérez Jácome. El alcalde de Democracia Ourensana se mete en uno o dos charcos por semana y su popularidad parece caer en picado. Si eso le pasa o no factura a su socio popular por el efecto contagio se empezará a vislumbrar hoy cuando se abran las urnas.

→ La evolución de los pequeños

Junto a la participación —que según el adelanto del voto por correo caerá hoy de forma relevante—, conviene no perder de vista la evolución de los llamados partidos pequeños. Con el bipartidismo asentado, el BNG en franca recuperación y siglas como En Marea o CxG fuera de combate, el foco estará en En Común, Más País, Ciudadanos y Vox. Parece lógico que los rupturistas salven los muebles y mantengan su implantación en Galicia mientras que los de Errejón serán en unos meses solo un recuerdo. Pero a la derecha no hay sitio para tres partidos, al menos en Galicia. O Cs o Vox se estrellarán hoy y el que lo haga llegará a las autonómicas de 2020 con un proyecto en ruinas.