LA FIESTA, San Froilán, marca la actualidad. Lugo convoca a Galicia y a los lucenses de la diáspora a la mayor fiesta del otoño bajo la llamada del pulpo, como en el otoño la cerveza llama en Múnich. Sin embargo, los fotogramas de la semana que se fue no son precisamente festivos. La visita del ministro de Fomento a Galicia no deja contencioso alguno abierto: las reivindicaciones tradicionales, como las del alcalde de Vigo, entran en período de silencioso letargo.
No toca que suenen las trompetas del apocalipsis cuando quien protestaba ve el final de todos los agravios. Es la ventaja de mirar la realidad con cristales de color partidista. La situación y las expectativas de las principales infraestructuras pendientes en Galicia, y en Lugo, siguen donde estaban. No es poco. En el panorama general, a la incertidumbre económica, de la que se nos advierte hasta por el FMI, aunque probablemente sin éxito por un clima político y social dominado por intereses electorales y por el imperio del postureo político que lleva a la acentuación de los extremos, a esa incerteza económica hay que sumar que la cuestión catalana continúa sin vías de salida.
Probablemente se encuentre más agravada en sus efectos de radicalización sobre la política española. Acaparó el monopolio informativo y se impone en las estrategias políticas españolas por el aniversario del 1-0 y por el debate de política ganeral, que es más de lo mismo, en el Parlamento catalán.
¿Se puede seguir hablando de diálogo con estos interlocutores que no se mueven de su fundamentalismo? Al personaje que preside por ‘delegación’ la Generalitat, en un país serio, en un Paralamento que se sienta realmente representante de la ciudadanía, los diputados que lo apoyaron le mostrarían la puerta de salida. El puesto y el traje le quedan inmensamente grandes. Torra no da la talla ni para el objetivo de una ruptura con España por el independentismo. Y mientras en la sociedad catalana esa posición se mantiene o crece,en la sociedad española la extrema derecha ve la ocasión de volver.
