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Españas

Una Virgen sevillana procesionará con el fajín de Franco, pero ni siquiera el dictador tiene la fuerza españolista de la Legión

Talla. EP
photo_camera Talla. EP

NO PUEDO imaginarme nada más español que la Legión. Bueno, la cabra tal vez. Y, si acaso, la tortilla de patata, pero ya. Y a lo mejor los toros, y las lentejas, y el olor a ajo, y un corrupto en la prisón de Soto del Real, y una sangría de chiringuito, y el Madrid de Zidane, y el suelo de un bar cubierto de cáscaras de cacahuete, y el tabaco de Gibraltar, y una cuenta bancaria en Panamá, y un rojo descolorido.

Sea como sea, a lo que iba es que la Legión es muy española, tal vez porque siempre estuvo en África y a los legionarios les da morriña. Tampoco me cabe en la cabeza nada más español que un legionario, como a ellos no les caben los pechos y los brazos en esas diminutas camisas verdes tres tallas más pequeñas con las que les hacen desfilar, que da al conjunto ese puntito de ‘gay parade’. A ver si ahora que hay elecciones alguno mete en su programa comprarles uniformes nuevos a estos chicos, unos que les valgan para las medras, que se lo tienen bien ganado.

Ah, y la Semana Santa también es muy española, así en general, cada quien la de su pueblo. A mí lo del fervor y la fe me pilla muy a desmano, pero me gusta por la puesta en escena, por el dramatismo y por la fuerza, aunque decirlo así suene a José Luis Moreno presentando ‘Murcia, qué bonita eres’, algo tambén muy español, por cierto. Los cofrades y los pasos y las calles y las luces hacen estampas muy bonitas, como el negro de ‘Amanece que no es poco’ con las ovejas.

Con este panorama, la raíz de la nación, el epicentro de la españolidad, se sitúa estos días en Málaga, donde el Jueves Santo Legión y Semana Santa se unen en una perfomance que ya la quisiera para sí La Fura dels Baus en un ataque de devoción. Las televisiones de todo el país trasladan allí sus cámaras para mostrar el desfile del Cristo de la Buena Muerte a hombros de los legionarios, y cómo lo alzan a pulso y cómo le cantan ‘Soy el novio de la muerte’, que a mí me parece un poco fuera de lugar con Cristo en ese estado, pero que seguro que él no se toma a mal porque es un santo varón.

La imagen es tan poderosa que las tres carabelas de la derecha española habían decidio fondear allí el Jueves Santo para disputarse el trono de españolista del año, el puesto de líder que ha de guiar a los tercios rojigualdos en su reconquista. Ya se veían Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal a sí mismos cuadrados ante el paso del Cristo, el pecho hacia fuera, los hombros hacia atrás y los ojos levemente humedecidos por la emoción, quizás incluso marcando mucho la vocalización en los labios en un sordo y sentido "supo morir como un bravo/y la enseña rescató"; las cámaras de televisión apuntando y ellos pensando para sus adentros: "¡Anda que no debe estar esto bonito, las cabras ahí quietas y yo aquí, de perfil, como un masái!".

Pero les ha estropeado la agenda la Cofradía de Mena, que conociendo sus planes les ha escrito para pedirles con mucha educación que no vayan, porque su presencia iba a restar protagonismo a la procesión en sí y se adivinaba un propósito de politizar el acto. El hermano mayor de la cofradía les ha leído el catecismo a los tres: "El protagonismo es del Cristo y los le gionarios, una dualidad que no se puede separar: Legión y Cristo". Por ese orden. No hay nada más que ver aquí, desfilen.

Los tres socios de aventuras y de gobierno tienen, sin embargo, un lugar y un momento donde podrían cumplir de igual modo con su campaña electoral en Semana Santa, exaltar los valores de la España Grande y Una y, además, ser recibidos con los brazos abiertos. Les pilla, además, por la misma comunidad, en Sevilla, el Miércoles Santo. Ese día, la Hermandad del Baratillo sacará en procesión a su María Santísima de la Caridad, una talla que estará adornada por un fajín de Franco que una hija del dictador le regaló a un cofrade y que este donó a la hermandad. El fajín, de hecho, cuelga ya de la cintura de la Virgen expuesta en su capilla.

Habrá a quien le parezca una barbaridad, una tomadura de pelo, una falta de respeto a creyentes y no creyentes, una provocación y hasta un delito, pero yo lo entiendo: si quieres tener la más mínima posibilidad en la batalla por lo españolísimo, lo único que puede hacer sombra al pacto Cristo-Legión es la alianza Virgen-Franco. Yo, de hecho, veo la cosa muy empatada, quizás con una pequeña ventaja a favor de los soldados por su puesta en escena tan Village People.

A lo mejor para el próximo año y organizado con más tiempo, la Hermandad del Baratillo, que en el nombre lleva la pena, podría reclamar directamente los restos de Franco para poder procesionar con ellos, e incluso podían organizar un santo encuentro con la Virgen, con intercambio de fajín incluido. Con eso y dejando enseñar un poco más de carne a los y las cofrades, seguro que plantan cara a los legionarios de Málaga.

Será, en todo caso, para el año que viene. Este, me quedo con la puesta en escena de la Legión y la sensatez de la Cofradía de Mena, que ha tomado "el firme acuerdo de velar por que ninguno de nuestros actos de Semana Santa pudiese considerarse como escenario de debate electoral, y ocasionar tensiones de carácter político o ideológico". De todas las Españas posibles, prefiero la que al menos se respeta a sí misma.

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