Opinión

Felipe desnuda a Sánchez

LAS REFLEXIONES de Felipe González acerca de la deriva que está siguiendo Pedro Sánchez bajo la influencia de Pablo Iglesias están dando mucho que hablar dentro y fuera del PSOE. Que otros dirigentes no se deciden a expresar en público sus coincidencias con el expresidente es porque todavía pesa mucho el llamado patriotismo de partido. En un acto reciente, la presentación de un libro-biografía de Alfredo Pérez Rubalcaba —reverso político que fue de Pedro Sánchez—-, la asistencia de antiguos dirigentes como Javier Solana o Joaquín Almunia fue elocuente en una doble dirección: por el silencio de los que asistieron y por su escaso número.

Escasa, pero también muy significativa, fue la presencia de figuras relevantes del actual Gobierno, solo fue el ministro José Luis Ábalos, circunstancia que da idea acerca del clima de recelo instalado en el partido. La presentación del libro tenía algo de homenaje al desaparecido líder socialista que fue ministro y vicepresidente del Gobierno y que según el decir de Felipe González "tenía un proyecto de país", a diferencia de Pedro Sánchez, quien únicamente acredita un proyecto personal de supervivencia política.

Rubalcaba dimitió cuando perdió las elecciones y renunció también a la secretaría general. Un camino de dignidad política que otros no siguieron después. En esa clave hay que interpretar el vació que le hicieron sus antiguos compañeros, probablemente por temor al cesarismo que Sánchez ejerce en el partido. Un "verticalismo infinito" —en palabras de Felipe González— que también ha dejado claro que nadie le hará callar y por eso está diciendo lo que otros no se atreven a expresar dentro del partido por temor a enajenarse la opinión o el favor del presidente del Gobierno.

Los pactos de Sánchez con ERC y con Bildu han desconcertado a muchos socialistas. Los del antiguo y los del nuevo testamento. Observan que Sánchez está dejando que Pablo Iglesias, que sí tiene un «proyecto de país —Estado plurinacional, horizonte republicano y acabar con la monarquía parlamentaria—» esté marcando la agenda del Gobierno. A la manera del pasajero de Alien, Podemos va camino de convertirse en una tendencia dentro del PSOE con la inequívoca intención de colonizar a un partido que hoy por hoy les dobla en número de votos y triplica en escaños en el Congreso.

En medios socialistas descontentos con la situación política se comenta que una vez que se aprueban los Presupuestos y con la legislatura asegurada, Pedro Sánchez podría dar un giro en la relación de dependencia que tiene con Pablo Iglesias. Parece que es más un deseo que una expectativa real. Sánchez, como bien ha retratado Felipe González, no tiene un proyecto de país, su objetivo es retener el poder y punto. Y para ese fin necesita a Iglesias y a sus socios separatistas. Y en esas están. 

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