Frente al maligno

La provincia de Pontevedra cuenta con tres exorcistas autorizados para realizar estos rituales, una labor que hoy en día sigue vigente y de la que huyen la mayoría de los sacerdotes

José Criado muestra el libro de exorcismos. PATRICIA FIGUEIRAS
photo_camera José Criado muestra el libro de exorcismos. PATRICIA FIGUEIRAS

Cuando se habla de posesión diabólica puede parecer cosa de ciencia ficción, algo que solo se ve en las películas de terror. Decir ‘ritual del exorcismo’ hace que la historia retroceda de forma abismal, remontándose a un tiempo en el que la ciencia no estaba lo suficientemente avanzada, de manera que la población buscaba en la Iglesia una cura desesperada a todos sus males, a aquellos que no podían -o no sabían- explicar.
Sin embargo, existen lugares de Galicia donde todavía continúan estas creencias, lugares a donde, con más discreción que antaño, siguen acudiendo muchas personas con la esperanza de ser liberadas -dicen- de la posesión diabólica que les atormenta. Hoy los exorcistas llevan un título bajo el brazo, y realizan estos rituales con la preparación que les brinda el Vaticano. Es más, por obligación, cada diócesis debe contar con un exorcista.

En la provincia de Pontevedra existen, actualmente, tres exorcistas autorizados por los respectivos obispos de cada diócesis. En la de Tui-Vigo, Ignacio Domínguez es el encargado de esta tarea.

"Ahora hay más dificultades para encontrar exorcistas. Los sacerdotes no quieren serlo porque no es una labor grata, pero hay que hacerla"

El sacerdote, tras ejercer durante 47 años en la parroquia viguesa de Fátima y otros siete en Sabarís (Baiona), finalmente pudo jubilarse en el año 2016. Pero, a sus 82 años de edad, sigue siendo el exorcista oficial de esta diócesis, un puesto que mantiene desde hace 20 años. "Ahora hay más dificultades para encontrar exorcistas. Los sacerdotes no quieren serlo porque no es una labor grata, pero hay que hacerla. Es obligatorio que haya un párroco encargado de esta tarea en cada diócesis por una orden del papa Juan Pablo II. Los tiene que nombrar el obispo, pero no puede ser cualquier sacerdote, tiene que cumplir unos requisitos", asegura.

En la Archidiócesis de Santiago de Compostela (a la que pertenecen la Vicaría de Pontevedra y el Arciprestazgo de O Lérez, entre otros), José María Trapiello es el exorcista autorizado. El religioso ejerce actualmente como capellán en el Convento de Dominicas de Belvís, en Santiago de Compostela. Vive con un recogimiento tal, que ni siquiera tiene teléfono y nunca ha accedido a hablar con los medios de comunicación.
En Santa Eulalia de Losón (Lalín) se encuentra el Santuario de Nosa Señora do Corpiño, que pertenece a la Diócesis de Lugo. José Criado es el sacerdote que custodia este emblemático lugar desde el año 2012 y también el único exorcista autorizado, exactamente desde el 4 de abril del 2014, tal y como reza en su título. "El obispo tenía el deseo de que el párroco del santuario de O Corpiño fuera exorcista y me lo dijo en cuanto me nombró", cuenta Criado, quien tomó así el relevo del anterior exorcista del lugar, el ya fallecido José Donsión. Pero asumir el cargo no fue fácil. "Para ello tuve un tiempo de formación en Roma y después estuve mes y medio en Madrid, adquiriendo experiencia práctica con un exorcista", explica. 

Y así, esta labor de la que hoy en día huyen la mayoría de los sacerdotes, fue a recaer en José Criado. "Es algo complicado, difícil, pero yo lo asumí por que me lo pidió el obispo. Lo acepté, aunque no era mi voluntad", asegura. "También lo asumo como un servicio a la gente que tanto sufre a causa de influencias malas en su vida", añade.

PRESENCIA DEL MAL. El santuario de O Corpiño recibe gente todos los días. La labor del sacerdote es tal, que apenas dispone de tiempo para atender a la entrevista para este reportaje. En varias ocasiones a lo largo de casi dos semanas, Diario de Pontevedra lo encuentra en medio de un ritual. "Está atendendo a unha persoa que se atopa francamente mal. Eu agora mesmo non podo falarlle nin ir a xunta del", dice la encargada del santuario a través del teléfono. 

"A mi parecer, no hay muchas posesiones. Sí hay muchas influencias del maligno", cuenta

Pese al volumen de personas que llegan a O Corpiño buscando ser liberadas, José Criado asegura que no siempre se trata de una posesión. "A mi parecer, no hay muchas posesiones. Sí hay muchas influencias del maligno", cuenta. Y, en este sentido, distingue "cinco formas de actuar el mal en las personas". "La más fuerte es la posesión diabólica", señala. "Se produce cuando el demonio toma posesión del cuerpo de la persona, aunque nunca del alma, que le pertenece a Dios y el demonio no puede dominarla. La persona puede hablar o actuar sin ser su propia voluntad, incluso decir cosas en idiomas extraños. Actúa como si fuese otro ser", indica. "Para la posesión, y solo para la posesión, hay que hacer un exorcismo", aclara. 

En segundo lugar, Criado habla de la "vejación diabólica". "Son tormentos que tiene la persona, pero nunca llegan a una posesión. Puede sufrir en su trabajo o en su salud. Muchas veces dicen que ya han ido a muchos médicos, y nadie sabe lo que les pasa. Para eso se hace una oración de liberación, yo estas sí que las hago todos los días", cuenta. 

En tercer lugar, estaría la "obsesión". "Se da cuando la persona tiene pensamientos obsesivos, absurdos, de los cuales no puede deshacerse fácilmente y se encierra en sí misma. Puede llegar a tentativas de suicidio y para esto también hacemos oraciones de liberación", asegura. "En cuarto lugar está la infestación, que solamente se produce en casas o animales. Tengo varias experiencias con ellas. Por ejemplo, en una habitación puedes encontrarte miles de moscas sin explicación u olores muy desagradables en alguna parte de la casa. Para esto se bendice la casa o el animal y ya desaparece", relata. "Y la última, sería la tentación, que la sufrimos todas las personas", finaliza.
En este sentido, aunque, según los sacerdotes, el "maligno puede tener muchas formas de influencia", solo en el caso de la posesión diabólica sería necesario un exorcismo.

"Yo hago dos exorcismos al mes, o menos", cuenta Criado. Por su parte, Ignacio Domínguez asegura que, según el exorcista del Vaticano, "solo hay un 1% o un 2% de posesiones diabólicas verdaderas. En la mayoría de los casos es algo psicológico, pero -recalca- el demonio también actúa".

EL RITUAL. El exorcismo tiene unas pautas muy claras que hay que seguir a rajatabla, sobre todo para constatar que, efectivamente, se trata de una posesión diabólica. "Lo primero que se hace es pedirle a la persona que se confiese", cuenta José Criado. "También hay que cerciorarse de que no posee ningún trastorno psiquiátrico, porque si no podría confundirse. No es bueno hacer un exorcismo a alguien con un trastorno, eso tiene que curarlo con la psiquiatría", explica. "Se pide un informe, si lo hay, y después se dialoga con la persona durante un tiempo. Si se percibe el mal, se comienza la oración de exorcismo", señala.

Durante la oración, que es el ritual propiamente dicho, el sacerdote nunca está solo con la persona poseída. "Debe acompañarla algún familiar o alguien muy cercano", cuenta. "Durante la oración, la persona se sienta o se tumba y se comienza a orar según el ritual. Hay dos, uno en castellano y otro en latín. Se puede utilizar el que el exorcista prefiera, yo los utilizo indistintamente y mi experiencia es que no hay diferencia. El mal, si está, responde igual al latín que al castellano", dice. "Es verdad que en algunos casos utilizo el latín porque la persona no lo entiende y yo puedo obtener pistas sobre si pudiera estar poseída o no", añade.

"La liberación puede tardar en producirse un año o dos años, es un proceso largo y difícil"

Cuando se comienza la oración, no se debe parar. El sacerdote tiene que lograr formularla hasta el final. "Es una oración seguida. Algunas veces se habla directamente contra el maligno, que es propiamente el rito del exorcismo, y otras se pide a Dios que proteja a esa persona", cuenta. "También se utilizan sacramentales, como el agua bendita y una cruz, y a veces estampas benditas de la Virgen María". Cada sesión suele durar entre 45 minutos y una hora, pero el tiempo que el mal puede estar instalado en el cuerpo de la persona nunca se sabe. "Depende de su fe", asegura. "La liberación puede tardar en producirse un año o dos años, es un proceso largo y difícil. Yo repito estos rituales semanalmente y ya he liberado a muchas personas", afirma.

Los síntomas: "Los poseídos blasfeman y rechazan todo lo sagrado"
Los exorcistas deben mantenerse fuertes a nivel mental. Para ellos, los comienzos son duros y más de una vez han sufrido las consecuencias. Ignacio Domínguez confiesa que ha visto "cosas horrorosas". "La primera vez que hice un exorcismo me desperté pensando que tenía la habitación llena de demonios", confiesa.

Por su parte, José Criado asegura que nunca ha sentido miedo. "Es algo con lo que me he sorprendido a mí mismo. Mantener la calma no es fácil. Al principio no sabía como reaccionar en algunos casos, pero siempre seguí con la oración hasta el final, pese a que el maligno actúa de formas muy diferentes", cuenta. Por ello, distingue varios síntomas que indican una posesión:

COMPORTAMIENTO. "Muchas veces hay una fuerza descomunal en esa persona, que nunca sería capaz de tener. Otras veces dice blasfemias, palabras contra Dios o contra la Virgen María o habla en lenguas extrañas", explica. Pero, sobre todo, hay algo que siempre se produce: el rechazo a lo sagrado. "Si se le acerca una cruz bendecida la rechaza, y lo mismo con una estampa bendita. Por supuesto, también tienen este comportamiento contra el sacerdote que hace la oración e incluso también con las personas que están alrededor",  dice. "Por supuesto -insiste- el rechazo a todo lo sagrado siempre ocurre. Dejan la eucaristía, no quieren entrar en la iglesia, vómitos, opresión, y muchas veces sienten confusión del lugar en donde están", cuenta.

CABEZA. Suelen darse también otros síntomas asociados a la cabeza o a la mente. "Sobre todo dolores de cabeza. No pueden dormir y tienen pesadillas, muchas veces con cosas horribles. Suelen ser personas que habitualmente quieren estar solas, aisladas, y se sienten agotadas todos los días", asegura.

ESTÓMAGO. Criado explica que aquellos que se hayan bajo la influencia del maligno pueden presentar "dolores de estómago y no son capaces de comer ni de beber". "Cuando nos cuentan estos síntomas nos ayudan a discernir si en realidad se trata de una posesión", apunta. 
 

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