Opinión

Galicia, gastronomía y fiesta

GALICIA CANÍBAL, cantaban los Resentidos, somos un pueblo de buena mesa, sabores únicos y comilonas. No hay nada parecido a las más de 300 ferias gastronómicas que se celebran durante el año a lo largo y ancho de nuestro territorio, tanto en el campo o en la costa, cada localidad y producto tienen su propia fiesta, que en verano alcanzan su máxima expresión y son la excusa perfecta para rendir homenaje a nuestros platos más populares. La fiesta jolgorio que se monta no es un invento de una marca de cerveza para un anuncio, es la que se monta en Galicia todos los meses de agosto.

Todo tiene cabida en esas fiestas organizadas, donde te encontrarás una mezcla maravillosa de ambiente local, música, sesiones vermut, carpas, anécdotas únicas y comidas populares a la sombra de carballeiras. Puede que hasta alguna procesión, un desembarco pirata o vikingo a orillas de las rías, o hasta carreras de todo tipo de vehículos.

Todo eso, mientras se puede degustar unos deliciosos manjares preparados, que van desde una merluza de pincho, unas almejas a la marinera, unos buenos langostinos, percebes, mejillones de tamaño único, anguilas, cualquier variedad de marisco, hasta empanada, pimientos, lamprea o todo tipo de partes de la carne de terneras o cerdos.

Estas celebraciones gastronómicas es raro que no vayan acompañadas de su correspondiente verbena, por lo que la fiesta se extiende hasta la madrugada, y dependiendo del presupuesto con el que cuente la organización, la música correrá a cargo de uno de sus miembros con alma de pinchadiscos o, pueden llegar a tirar la casa por la ventana para que la velada acabe amenizada por la orquesta Panorama, la París de Noya o el Combo Dominicano, verdaderos amos de la noches gallegas y las orquestas más famosas que cada año rivalizan por el título de la más popular.

Dicen que el que viene a Galicia de visita cuando le toca marcharse lo hace con ganas de volver, cuando no se queda aquí para siempre. Igual es un poco exagerado, pero lo que sí es cierto es que esta tierra tiene muchas virtudes por las que merece la pena dedicarle al menos una visita.

A Galicia se viene a visitar la Catedral de Santiago, el Hórreo de Carnota, las Termas de Ourense, la Muralla de Lugo, la Torre de Hércules, o el Castillo de Soutomaior. A congelarse en las aguas de las Cíes, ver atardecer en Cabo Home, sentarse ne le banco más famoso del mundo sobre los acantilados de Loiba, inmortalizarse en los acantilados de la Playa de las Catedrales, perseguir al río Sil por sus cañones, o a disfrutar de un clima suave y atardeceres de cuento. Pero también se viene a beber licor Café y Queimada, a descubrir que nada marida mejor con el pulpo que el ribeiro o la cerveza Estrella Galicia, que el caldo del cocido de una abuela gallega cura casi cualquier mal, que pocas cosas superan a nuestro marisco y que nuestra ternera es mucha ternera con DNI y hasta nombre de pila, y que para tener una experiencia culinaria única y comer bien (pero sobre todo beber), basta con ir a un furancho. En definitiva, si de una visita a Galicia se vuelve más delgado, es que algo se ha hecho mal.

En este mes gastronómico y festivo con el maestro Cunqueiro "alabemos lo que da para comer la tierra, lo que da el mar, la gran diversidad de productos que el gallego puede llevar a su mesa, los platos de rara perfección, los quesos los vinos".

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