Opinión

Jabalíes

SOMOS más dados a lamentarlo que a arreglarlo. A lamentar desgracias y contratiempos que, en muchos casos, pudieron evitarse, de aplicarse soluciones. Como con santa Bárbara, solo nos acordamos cuando truena. La invasión de jabalíes, y sobre todo su irrupción masiva y desaforada en las carreteras, ya con decenas de accidentes por su presencia, no tiene remedio fácil, pero algo que habrán de hacer las autoridades antes de quedarse de brazos cruzados, a la espera de que se arregle solo o que surja un disgusto mayor para compadecerlo. La desmedida intrusión de cerdos salvajes en lugares a los que no solían llegar, requiere medidas especiales y urgentes, antes de que el desmadre se dispare y multiplique, dada su fecundidad y facilidad de reproducción de la especie. A este ritmo acabarán por introducirse en los portales de las viviendas en busca de comida y del calor familiar. Si de lo que se trata es de debilitar su número, de poco servirá espantarlos con otras medidas que no sean batidas, debidamente controladas. Puede que no sea del agrado de sus defensores, pero vida por vida, antes está la de las personas. Todo lo demás son demagogias y pamplinas, mucho más allá de lo razonable.

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