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La nueva batalla de Rande

Un juez paraliza la venta de la AP-9 y Galicia sigue enfrascada en el traspaso de la concesión

La leyenda envuelve la Batalla de Rande, en el corazón de la ría de Vigo. Aquellos galeones cargados de oro hundidos allá por 1700 por los cañones de la flota anglo-holandesa han despertado la imaginación y dado rienda suelta a todo tipo de especulaciones, sin que nadie sepa a ciencia cierta si los tesoros descansan en el fango de la ensenada de San Simón o en el imaginario colectivo de los gallegos. Y también con Rande al fondo, las batallas que se suceden alrededor de la Autopista del Atlántico van camino de convertirse en legendarias. Por lo que se prolongan en el tiempo, básicamente. Hay para elegir munición. Y de todos los calibres.

randeUna venta que acaba en los juzgados de lo Mercantil, porque los accionistas de control de Itínere, la propietaria de Audasa, llevan años a la greña por una empresa muy rentable y jugosa, que tiene en la concesionaria gallega su principal activo, que reportará dividendos hasta como mínimo 2048 tras haberse ampliado el período concesional. Unos grupos parlamentarios, los gallegos, que llevan tres años dale que te pego a la transferencia de la titularidad del vial a Galicia, y que hasta hace cosa de unos meses siempre habían chocado con la negativa del Gobierno central a abrir ese melón. La legítima reclamación se ve empañada por aquellos que piden el rescate directo, es decir, que vuelva al sector público, que fue quien puso en marcha la autopista, sin reparar en cuánto puede costar esa fiesta. Y una Fiscalía que comienza a tomar cartas en el asunto por los años, algo más de tres, de obras y colapsos sin que los usuarios hubieran logrado compensación alguna. Al fondo Rande, y también unas constantes subidas de peajes. Hay lío para elegir, como decíamos. Y plomo en cantidad.

Uno de los peajes que tiene que pagar Galicia por Audasa reside precisamente en sus propietarios, que son fondos de inversión. Ahora se llama Corsair, que ha igualado una oferta, por su derecho de tanteo, sobre el paquete de control que ceden los minoritarios (Sacyr, Abanca y Kutxabank) y cuya venta habían pactado hace tres meses con Globalvía, que también está controlada por fondos de inversión y pensiones. Audasa es un producto financiero, que gana dinero incluso cuando pierde tráfico, porque conoce muy bien esa aguja de marear que es reducir costes y pedir compensaciones para no tener que poner un euro en ampliaciones, solo adelantarlo.

Un juez ha paralizado la venta, con medidas cautelares solicitadas precisamente por quien había presentado y pactado la primera oferta, que valoraba todo el grupo Itínere (matriz de Audasa) en 1.300 millones de euros. Caiga finalmente en unas manos o en otras, en las de Corsair o de Globalvía, los propietarios serán o bien fondos norteamericanos y holandeses o canadienses y británicos, respectivamente. Tanto da. La gestora de la AP-9 opera con piloto automático. Su propia hoja de ruta dice que habrá ingresado por peajes entre 2011 y 2048 un total de 9.561 millones. Y los beneficios hasta el final de la concesión ascenderán a 6.100 millones de euros. Ahí reside su atractivo. Y por eso los fondos de inversión, que se han convertido por delante de los bancos en los verdaderos actores estelares sobre el tablero del capital, están dispuestos a dejarse la piel por la dueña de la autopista.

Y mientras todo esto sucede en un juzgado de Madrid, los grupos políticos gallegos apuran las horas para el debate que tendrá lugar en el Congreso de los Diputados tras el levantamiento del veto por parte del Gobierno de Pedro Sánchez para discutir el traspaso de la titularidad de la concesión. Las cartas están marcadas, y comienza aquí el juego de trileros. Porque BNG y En Marea hablan sin disimulo del rescate de la concesión, como las radiales de Madrid. Buscan, en síntesis, la nacionalización de la autopista y que vuelva a manos del sector público, pero esta vez con control desde Galicia. Los grupos mayoritarios, sin embargo, se miden mucho más. Y aunque las reclamaciones planteadas desde el Parlamento de Galicia aluden a que se debata tanto una cosa como la otra, es decir, transferencia de la titularidad y rescate de la concesión, tanto PP como PSdeG se miden y, mirándose de reojo, se quedan con el traspaso. Quizá sea ahí, en el punto intermedio, donde está la clave para desatascar este problema.

El valor que otorga Itínere a la AP-9 representa la cuarta parte de la deuda de la Xunta y el doble de lo que costará el puerto exterior de punta Langosteira, por ejemplo. Son unos 2.000 millones de euros. Y ante una operación de rescate de la concesión, el coste final se puede ir al doble teniendo en cuenta el lucro cesante. Por tanto, la batalla debe estar en la titularidad de la AP-9. 

Relevos en la Xunta, el Xacobeo y el monte
La legislatura del rural. Con ese alegato inició su último mandato Núñez Feijóo, hace ahora dos años. Por eso llama poderosamente la atención que en la letra pequeña de los cambios en la Xunta, que llevan por titulares a los candidatos a las alcaldías de A Coruña y Ferrol, se esconda a pie de página el relevo en la Consellería de Medio Rural. Ánxeles Vázquez, ahora en Medio Ambiente, llevaba tres años en el cargo.

Los incendios, la política forestal... Todo desgaste. El hecho de que el nuevo titular de Medio Rural, José González, tenga que lidiar con un Plan Forestal que Feijóo encargó a la anterior conselleira y cuya redacción estaba en su fase final, para ser aprobado antes de acabar el año, también dice mucho de quién lleva realmente en la Xunta la política relacionada con el monte. El nombre propio es el eterno Tomás Fernández-Couto, reprobado una y mil veces en el sector, al contrario que Ánxeles Vázquez, que tuvo una buena acogida cuando llegó.

​La letra pequeña de los relevos en San Caetano dice también claramente que han servido para ajustar lo que estaba desarticulado. El del Xacobeo es el mejor ejemplo. Pocos lo reconocen en público, pero la dependencia de la Axencia Galega de Turismo directamente de Presidencia se había convertido en un problema. Nava Castro, su directora y verso suelto en esta composición, era hasta ahora la presidenta de la SA de Xestión del Xacobeo. Este año, con determinados cambios en el seno de la sociedad gestora, hubo un auténtico pulso entre Turismo y Cultura por su control. Con  Román Rodríguez como conselleiro de Cultura e Turismo, problema resuelto.
 

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