El pulpo que San Froilán nunca comió

Interior caseta de San Froilán 2010
photo_camera Interior caseta de San Froilán 2010

La fiesta de San Froilán es la fiesta grande de la capital lucense, siempre en torno al día 5 de octubre por ser esta la fecha del entierro del santo que nació en la ciudad de Lugo en el año 833 y murió y fue enterrado en León 73 años después, en el sepulcro que preparó para sí el rey Alfonso III "el Magno", amigo del santo.

El patrón de Lugo lo es también de León aunque se conmemora de forma diferente pues en Lugo la celebración dura quince días en los que se unen elementos históricos, gastronómicos, lúdicos, y todos ellos en espacios próximos a la muralla declarada Patrimonio de la Humanidad hace diez años.

El vínculo entre Lugo y León va más allá de San Froilán pues durante siglos, León fue el lugar de partida de arrieros que compraban productos en los puertos gallegos como pescado salado y pulpo seco y los vendían en ferias y romerías de camino a Madrid, de donde traían otros productos para su venta al regreso.

Pulpo y San Froilán nunca coincidieron pero hoy son inseparables

Las historiadoras María Pilar Rodríguez Suárez, Mercedes Vázquea Bertomeu y Alexandra Cabana Outeiro reunieron en su libro "250 anos das feiras do San Froilán" editado por el concello de Lugo en 2004, informaciones sobre el origen de esta celebración.

Rodríguez Suárez explicó a GG que el pulpo fresco o seco aparece en las ciudades medievales gallegas gracias a ferias y mercados, como un producto más de las alimentación y en los siglos siguientes, el pulpo seco fue transportado por los arrieros leoneses que trafegaban entre Galicia y Madrid.

A pesar de el consumo de pulpo en Lugo tiene un origen diferente al de su consumo en la provincia de Ourense (y concretamente en la comarca de O Carballiño donde radican las "pulpeiras"), la preparación reina del cefalópodo era común en ambos lugares, "á feira", es decir, cocido y adobado con aceite, sal y pimentón.

La feria lucense contó con permiso real en 1754 y fue simultánea a la celebración del San Froilán, vinculada a banquetes y celebraciones organizados por las cofradías religiosas y luego el consistorio lucense.

"La gran cantidad de vecinos que acudían a la feria impulsò la instalación puestos de comida que asumieron el pulpo á feira como plato principal, aunque también, como ahora, se servía carne ó caldeiro y otras viandas, como las anguilas que por tradición se pescaban en grandes cantidades en el río Miño a su paso por la ciudad y para ser consumidas frescas o curadas en esta época del año", agregó.

De 22 pulpeiras en 1899 a cinco casetas en la actualidad

Las primeras noticias escritas sobre la constumbre de comer pulpo en la celebración del San Froilán son de finales del siglo XIX y parece que básicamente, los vecinos y visitantes de la feria se acercaban a los puestos de venta con cacharros de barro para llevarse el "pulpo á feira" a casa o a otro lugar para comerlo.

Este movimiento comercial y culinario requería preparativos pues había que contar con espacio para los cientos de carromatos que llegaban cada día a la feria y con leña, agua y pulpo para alimentarlos.

Los puestos de pulpo se fuero moviendo por varias zonas de la ciudad, al tiempo que fue desapareciendo la feria de ganado pero la memoria sigue viva pues algunos de los actuales cocedores de pulpo participaron en ella ayudando a sus padres y sus recuerdos se remontan a los años 40 del siglo XX, como ocurre con Aurora Baranda González.

"Pulpeira" con memoria

La memoria de la fiesta de San Froilán cuenta con miles de negativos fotográficos cedidos por al Archivo Histórico de Lugo donde conforman los llamados "fondos Vega" y que recogen imágenes de "pulpeiras", casetas y actividades festivas de al menos lasegunda mitad del siglo XX.

Para la memoria contada, Aurora es la "más antigua del lugar" en el parque Rosalía de Castro, natural de Arcos, pueblo de O Carballiño (Ourense) donde todas las familias tienen pulpeiras entre sus integrantes, y explicó a GG que comenzó a participar en el San Froilán para ayudar a sus padres, "pulpeiros", con los que pasaba tres meses en la ciudad de Lugo.

"Estoy aquí cada año desde 1945 y parte de mis estudios fueron aquí pues mis padres no querían que mis estudios se resintiesen durante los tres meses que había entonces de feria así que iba al cole y les ayudaba con el pulpo", explicó.

La"pulpeira" de Arcos recuerda una gran feria con caballos, vacas, toros, calcetines unas veces cerca de la actual estación de autobuses, o en otros lugares por los que fue pasando la fiesta hasta establecerse en el parque Rosalía de Castro, donde se celebra en la actualidad.

"El pulpo á feira es un manjar que no tiene grasa, ni huesos y muy rico como quiera que se prepare pues nosotros seguimos la receta tradicional á feira pero en el Fórum Gastronómico de Santiago estuve con un cocinero que lo prepara con chocolate y también estaba riquísimo", agregó.

La caseta de Aurora, en la que trabajan 16 personas durante el San Froilán, cuenta con otros productos en su carta e incluso, si se encarga antes, ofrece pulpo al ajillo, en empanada con setas y guisado.

También "pulpeiro" de Lugo

El parque de Rosalía de Castro acoge cinco grandes casetas que corresponden a los restaurantes "La Palloza" de Ramiro López López, "Torre de Núñez" de Ana María Núñez, "Parrillada Antonio" de Sonia Lombao y la caseta "Manolo de Marce", cuyo nombre se refiere al lugar de origen de su propietario, un pueblo a once kilómetros de la ciudad de Lugo.

su memoria llega a 31 años atrás y contó a GG que las casetas eran de lona "pero un año llovió tanto y hubo tanto viento que se levantaron las casetas así que al año siguiente fui el primero en instalar una caseta ccon paneles de aglomerado y uralita, mucho más sólida", explicó.

Recuerda también que el precio de una ración de pulpo era de 4 ó 5 pesos, frente a los 7 euros que cuesta hoy "y hablamos de raciones que ahora son algo más pequeñas", agregó.

Manolo y su esposa María Carmen Pérez Rodríguez recuerdan aquellas ferias y fiesta de San Froilán que duraban treinta días frente a los quince actuales pero están seguros de que la tradición no se va a perder pues ya su nieto de 13 años quiere ser "pulpeiro".

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