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El lío lucense de Caballero

El posible tuneado de las listas de Lugo para las generales confirma la falta de sintonía del líder del PSdeG con el besteirismo
 

Gonzalo Caballero. PEPE FERRÍN
photo_camera Gonzalo Caballero. PEPE FERRÍN

DEJANDO A UN LADO los sustos, conflictos y posibles repercusiones que pueda tener la proclamación ayer de la mayoría de las listas electorales del PSdeG para las elecciones municipales del próximo 26 de mayo, la realidad es que el socialismo gallego debe centrarse en este momento en los comicios generales, que como serán antes se convertirán en el primer test en las urnas del nuevo secretario general, Gonzalo Caballero.

De arranque, parte con alguna ventaja importante para superar el examen: por una parte no es él quien se presenta así que su exposición es menor; y por la otra, todos vaticinan una tendencia generalizada al reagrupamiento del voto de la izquierda alrededor del PSOE, lo que unido a la fragmentación insólita de la derecha y al suicidio del rupturismo en Galicia le dibujan al vigués un escenario que invita al optimismo.

Sin embargo, el suyo puede ser un trago agridulce si no acierta con la gestión interna de las listas al Congreso y el Senado, un asunto que siempre resulta espinoso a nivel orgánico. A las puertas de que se oficialicen todos los nombres, existe un riesgo real de que a Gonzalo Caballero se le abra una vía de agua en Galicia. En concreto en Lugo.

→ Sin ‘feeling’ con la provincia
Pese a que uno de sus hombres fuertes en el partido es el lucense José Antonio Quiroga, Caballero no acaba de cogerle la aguja de marear al partido en la provincia. Ya en su día perdió la batalla por la dirección provincial con su apuesta fallida por la mariñana Patricia Otero y ahora, la dirección gallega de los socialistas tampoco manifiesta ‘feeling’ con los restos del besteirismo que todavía manejan los resortes del partido en este territorio. Y la confirmación definitiva de esta situación puede llegar con el incendio de las listas para las generales.

La propuesta de la dirección provincial en este sentido es clara, después de la votación de las bases. ¡Ojo, se trata de un proceso meramente consultivo, no de primarias! Sin embargo, en el nuevo PSOE que abandera el papel del militante, lo que digan las bases cuenta y contradecirlas es arriesgarse a pagar un coste o sufrir un desgaste.

En Lugo, la provincia quiere a Sonsoles López Izquierdo para encabezar la lista al Congreso y a Ricardo Varela para el Senado, tras una especie de pacto no escrito entre el besteirismo y el entorno del propio Varela. Pero Caballero, que con lógica desea tener al menos a una persona de su máxima confianza en cada provincia, prefiere a Ana Prieto y a César Mogo, mariñano que trabaja directamente para Ferraz.

Si la comisión de listas de la dirección estatal confirma finalmente este cambio, un escenario posible, Gonzalo Caballero habrá de asumir el desgaste de contradecir a las bases, al tiempo que certifica públicamente su total falta de sintonía con los herederos de Gómez Besteiro. Un problema para quien quiere liderar un PSdeG gallego.

Ejemplos tiene de sobra de lo peligrosa que puede resultar una maniobra de cambio de listas. Ferraz lo hizo en 2015 en Ourense para relevar a Laura Seara por Rocío de Frutos y a Teresa Taboada por García Mañá, y alteró una provincia ya de por sí compleja. Y después, la comisión de listas de Ferraz también tuneó las candidaturas de Pontevedra y Ourense para las elecciones autonómicas de 2016, lo que generó una cofradía de cabreados. Aunque en aquel momento, todo sea dicho, a Gonzalo Caballero le salió bien porque lo colocaron de quinto en la lista, lo que hoy le permite acceder cómodamente al Parlamento gallego. 

→ Tregua en las otras provincias
Aun asumiendo que la confección de listas es compleja, los cambios teledirigidos desde Madrid nunca sientan bien. En todo caso, la dirección gallega puede arriesgarse a un cambio en Lugo, aunque maquillar a su antojo la candidatura de otra provincia ya podría alcanzar el nivel de crisis interna. De arranque, no lo tendrá que hacer.

En A Coruña, en la Rúa do Pino llegaron a un acuerdo con Valentín García Formoso y Caballero tendrá su hombre de confianza en el Congreso: Pablo Arangüena. En Ourense tampoco se espera conflicto, ya que es la única dirección provincial que se puede considerar afín a la gallega, con Rafa Villarino. Y en Pontevedra hace tiempo que los Caballero firmaron una especie de pacto de no agresión en el que, en cuestión de listas, el tío manda y el sobrino acata. 

Un 8m histórico solo empañado, como casi siempre, por la política
HAY MÁS MUJERES que hombres y, consecuentemente, más potenciales votantes femeninas. Además, la estadística confirma que son ellas las que suelen decidir su voto a última hora —en 60% de las actuales indecisas son mujeres, según el CIS—, lo que las convierte en un objetivo prioritario para los partidos ya desde la precampaña electoral. Y para colmo, cada 8-M ellas demuestran que son capaces de sacar a la calle más gente que conflictos políticos como el sanitario, el lingüístico o el identitario. Todo este cóctel es el que hace que los partidos se suban al carro del feminismo estos días y que, con su conocido interés y habitual falta de sensibilidad, sean el único punto negro de un 8-M histórico.

La extraña campaña de Orestes Suárez
ANDA EL SOCIALISMO gallego un tanto sorprendido con la mediática e intensa campaña de Orestes Suárez, el hijo del emblemático concejal de Carballedo fallecido en 2006 que lleva varias legislaturas como asesor del PSOE en el Parlamento Europeo. Su intención es cosechar apoyos entre las bases y agrupaciones gallegas del partido con el objetivo de convertirse en candidato del PSOE en las elecciones europeas del 26 de mayo. Su gesto, que es legal, lícito y comprensible tras años en el papel secundario de asesor, choca sin embargo por lo que supone de forma indirecta: echarle un pulso por el puesto a José Blanco. Si la intención real de Suárez no era esa, lo cierto es que midió mal las formas y el momento, ya que en el PSdeG son muchos los que creen que trata de aprovecharse de la teórica mala relación de Blanco con Pedro Sánchez para moverle el asiento. Galicia tendrá un eurodiputado, no dos, y pese al resquemor del de Palas con su jefe de filas, confía en repetir en Bruselas cinco años más. Este lunes se sabrá. 

¿Servirá la estrategia Rajoy con Casado?
A LAS PUERTAS de unas elecciones generales nunca está de más recordar la estrategia que usó el Partido Popular de Galicia en 2015 y 2016 con Mariano Rajoy. Con una imagen ya tocada por los escándalos de corrupción, el PPdeG diseñó una campaña en la que el presidente del Gobierno recorría aldeas y pequeños pueblos de Galicia mientras que se le reservaban las grandes plazas a Alberto Núñez Feijóo, que era y es el verdadero valor de la marca PP en la comunidad. De esta forma todos ganaban: Rajoy tenía una campaña cómoda en escenarios donde nadie lo increpaba porque su figura institucional o su condición de gallego prevalecían sobre la actualidad del partido. Y al mismo tiempo Feijóo no se desgastaba compartiendo escena con él. Para colmo, el partido doblaba el ámbito territorial de su campaña y su discurso por toda Galicia. La pregunta ahora es... ¿repetirá el PPdeG esta estrategia con Pablo Casado? El caso es parecido porque sobreexponer su figura tampoco le aportará gran cosa a los populares gallegos. 

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