Los marinos de Long Hope llegan a la Corte de Estrasburgo tras once años de lucha

Los trabajadores que exigen a Noruega el pago de pensiones de jubilación por los años que estuvieron embarcados en mercantes confían en lograr un fallo favorable del Tribunal de Derechos Humanos
Manifestación de la plataforma Long Hope en A Coruña el pasado septiembre.EP
photo_camera Manifestación de la plataforma Long Hope en A Coruña el pasado septiembre.EP

Once años de lucha sin tregua en defensa de los derechos de 12.000 marinos españoles —8.000 de ellos gallegos— que entre los años 1948 y 1994 trabajaron embarcados en mercantes noruegos sin que se les reconozca el derecho a una pensión de jubilación culminarán este mes ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Tras llamar a las puertas de los partidos políticos y las administraciones españolas en busca de apoyo, manifestarse en varias capitales europeas y agotar la vía legal en Oslo, donde llegaron a apelar a la Corte Suprema, haciendo honor a su nombre, la asociación Long Hope —larga esperanza— se dispone a presentar una demanda en Estrasburgo en los próximos días. Con ella confía en demostrar que el país escandinavo vulneró la Convención Europea de Derechos Humanos al "discriminar" a los marinos extranjeros por su origen. En esta ocasión, el Ejecutivo central en funciones se personará en la causa para apoyar a los afectados en su reivindicación. 

"O tribunal ten seis meses para decidir se acepta ou non a demanda a trámite", explica Alberto Paz Viñas, el portavoz de Long Hope, que confía en una pronta resolución del conflicto dada la avanzada edad de los denunciantes, pues como bien dice, "a xustiza, se chega despois de que un morre, non é xustiza". 

Durante 40 anos, Noruega ingresou uns 3.000 millóns de coroas á conta do IRPF que pagamos sen ter dereitos sociais", expone Alberto Paz, el portavoz de Long Hope


Este noiés, de 65 años, lleva al frente de Long Hope desde 2014 y bajo su batuta se impulsó el frente judicial en Noruega con el objetivo puesto en llegar al Tribunal de Derechos Humanos, con sede en Francia. Por el camino, el pasado julio en una reunión en Oslo a la que acudieron representantes de los gobiernos español y noruego, este último llegó a hacerles una oferta indemnizatoria para frenar el proceso judicial, una propuesta "irrisoria" que el colectivo rechazó. Paz tiene clara la meta y no está dispuesto a desistir: "Pedimos unha pensión, polo que só retiraremos a demanda con todo asinado e cando a xente estea cobrando".

RESPALDO DE ESPAÑA. Descontentos con la falta de un apoyo decidido por parte de los gobiernos de Rajoy y de Sánchez, a los que culpan de dar prioridad "aos investimentos" que el país escandinavo realiza en España a través de su Fondo Soberano, el colectivo ha fichado a un abogado experto en derechos humanos, Marius Reikeros. 

El Gobierno de Oslo argumenta que los marinos españoles no cotizaron porque no eran considerados residentes en el país

Mientras el Gobierno de Oslo argumenta que los marinos españoles no cotizaron en tanto que no eran considerados residentes en el país, los afectados inciden en que, en cambio, tenían contratos legales, estaban sindicados y pagaban el IRPF a las arcas noruegas como resultado del convenio bilateral sobre doble imposición firmado con España en 1963. Así contribuyeron "á riqueza" do país sin tener acceso a ningún beneficio social. En cambio, los tripulantes nacionales sí tenían derecho al paro, al pago del viaje de retorno a casa, a deducciones fiscales o a las ayudas familiares por hijo a cargo y para sus estudios. Long Hope también blande una sentencia de 2013 en la que los buzos del Mar del Norte, a los que tampoco se reconocía una paga de vejez ganaron la batalla a Oslo.

LOS ARMADORES. "Só cos traballadores españois, os armadores aforraron anualmente uns 14 millóns de coroas en cotizacións á Seguridade Social, se a isto lle sumamos o do resto de estranxeiros —en total eramos máis de 20.000— queda claro que tiraron de man de obra cualificada sen custos sociais de ningún tipo", constata Alberto Paz, quien añade que, gracias a esta maniobra, las empresas noruegas ofrecieron sus servicios a un coste más bajo que sus competidores de otros países. 

La situación cambió en 1994, con la entrada del país nórdico en el Espacio Económico Europeo. "Entón regularizouse a situación dos traballadores españois, pero non se fixo con carácter retroactivo sendo que España puido ter vetado o ingreso de Noruega no Tratado de Libre Comercio", argumenta Paz, que estuvo embarcado en un mercante noruego entre 1971 y el 86. "Abrín os ollos e largueime a Dinamarca despois de preguntarlle ao capitán por que non se me descontaba a parte proporcional que tiña que pagar como traballador á Seguridade Social norueguesa. Consultou coa compañía e logo díxome que non se nos permitía aos estranxeiros", relata el exmarino.  

Eusebio Pajuelo Hijo de un marino fallecido: 
"Noruega les retuvo el IRPF y así construyó sus infraestructuras; se aprovechó de su buena fe"

Originario de A Coruña, Eusebio Pajuelo Martínez se casó con una lucense y juntos emigraron a Barcelona. Desde allí, en 1957 se embarcó en un mercante noruego como maquinista. Su historia la relata su hijo, Eusebio Pajuelo, pues en 2017 el protagonista falleció en Lugo a los 88 años sin ver reconocida una pensión por los cerca de 14 años durante los que estuvo enrolado. 

"Les retenían el IRPF, o sea, les cobraban impuestos por trabajar y esos ingresos sirvieron para construir carreteras, puentes y colegios. En cambio, no los consideraban residentes, al contrario que los noruegos que trabajaban con ellos y tenían beneficios sociales. Estaban discriminados por su origen". Así lo explica el vástago, que apunta que ahora es su madre "quien sigue con la batalla".

El octogenario se retiró con una paga de 1.500 euros por su trabajo en Motor Ibérica, Seat, Pegaso y como jefe de mantenimiento de la Vanguardia. Sus años como maquinista naval no contaron para nada. Indignado con que Noruega se aprovechase de la "ignorancia y la buena fe" de miles de emigrantes, Pajuelo reconoce que "la esperanza" que le queda para dar sentido a la lucha de su progenitor es "ganar" en Estrasburgo. "El pobre iba a todas las manifestaciones, incluso en los últimos años, cuando ya casi no podía andar", rememora.

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