"España tomó las mismas decisiones que Alemania, pero Berlín puso más dinero"

Miembro del nuevo consejo asesor de la vicepresidenta Nadia Calviño, Emilio Ontiveros asume que otra gran reclusión resultaría "fatal" para la economía. El presidente de Analistas Financieros Internacionales (Afi) avisa de que la bronca política ahuyenta el capital extranjero y retrasa la captación de fondos europeos
Emilio Ontiveros, presidente de AFI.EP
photo_camera Emilio Ontiveros, presidente de AFI. EP

Fundador de la que es una de las compañías líderes en asesoramiento, consultoría y formación en economía y finanzas, Analistas Financieros Internacionales (Afi), Emilio Ontiveros (Ciudad Real, 1948) es uno de los economistas más reputados del país. Catedrático Emérito de Economía de la Empresa de la Autónoma de Madrid, en su trayectoria figuran constructoras como Dragados u Obrascón y es miembro de la Fundación Paideia, que preside Sandra Ortega, hija de los fundadores de Inditex. Trabajador infatigable, es parte del nuevo consejo asesor del que se ha dotado la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, un órgano consultivo integrado por 17 expertos que, sin percibir remuneración a cambio, contribuirán a armar el plan de reconstrucción. 

¿El consejo asesor debería haberse constituido antes?

Probablemente. No estorba y no cuesta nada tener de forma permanente y organizada un órgano consultivo de este tipo. En otros países funcionan desde hace mucho tiempo, independientemente de los gobiernos. Deberían ser órganos que prescindieran del tinte político. Si hay buenos profesionales de la economía, como puede haberlos en sanidad o tecnólogos, es sano tenerlos cerca para que ayuden con consideraciones y análisis para apoyar la toma de decisiones. 

¿Cómo evalúa la acción del Gobierno? ¿Se ha actuado de forma poco decidida respecto a otros países?

Se ha decidido en el momento de forma oportuna, pero cuantitativamente los recursos asignados a las decisiones de estímulo, de neutralización de la recesión, son inferiores. Eso se debe a que España tiene menos margen de maniobra en sus finanzas públicas para poner recursos a disposición del sector privado en la misma magnitud, por ejemplo, que Alemania. España tomó el mismo tipo de decisiones que adoptó el Gobierno de Merkel y prácticamente al mismo tiempo. Pero Alemania puso muchísimo más dinero público, porque tenía unas finanzas más saneadas y porque el Gobierno, el Parlamento y la clase política estaban muchísimo más unidos en torno al propósito de evitar males peores, de evitar que la tasa de paro ascendiera o que la tasa de mortalidad empresarial creciera demasiado. Las decisiones han sido más o menos las mismas, pero la carne en el asador  ha sido mayor en otros países que en el nuestro. 

Ha influido el tiempo perdido en broncas políticas...

Tiempo y, desde luego, capacidad para convenir en lo esencial, que es que el objetivo de cualquier político e institución debe ser evitar que los españoles lo pasen peor de lo que lo están pasando. Se han entretenido demasiado y han transmitido una imagen fuera que no favorece la inversión internacional y que es contemplada con un punto de escepticismo por la UE. Cuando Bruselas se plantea la inyección de recursos financieros, lo que sugiere es: poneos de acuerdo en la necesidad de movilizar fondos para que los españoles no lo pasen mal. No ha sido bueno ese clima bronco. Transmite una sensación de falta de cohesión en el propósito esencial, que debería ser maximizar los recursos que vienen a España para que recuperemos el ritmo de crecimiento, pero sobre todo, reconstruyamos una economía con bases más firmes, modernas y menos vulnerables. No se ha hecho bien. 

Un confinamiento en otoño sería fatal para el desempleo y para la mortalidad empresarial

¿Cuándo vislumbraríamos la recuperación si en otoño nos viésemos abocados a otro confinamiento?

Sería fatal. Sería muy adverso para la situación económica. Lo peor que le podría venir ahora a la economía española es una segunda inflexión, aunque fuese menos intensa que la de la primera mitad de este año. Aunque la recuperación sea menos pronunciada, que lo va a ser, y que tengamos que esperar a todo el 2021 para recuperar el ritmo de crecimiento perdido en la primera mitad de 2020, es necesario que no se dé una inflexión, pues si la hay podemos instalarnos de forma más duradera en una recesión larga. Sería fatal para el desempleo y para la mortalidad empresarial. Hay que procurar y confiar en que el control sanitario esté siendo mayor y que las empresas vivas sean lo suficientemente dinámicas para apoyar esa transición suave, poco intensa, pero transición a una zona de crecimiento. 

¿Tocará tirar durante mucho tiempo de los Erte?

Han sido un mecanismo de compensación eficaz del aumento del desempleo. De no ser por ellos, la situación sería mucho más dramática, tanto para los parados como para las empresas, que han tenido una válvula de oxígeno. Por lo tanto, si se puede con recursos públicos y ayudas de Europa en condiciones muy favorables, claro que habría que prorrogar los Erte. Toda la vida no, porque bajo esa fórmula también se pueden estar amparando a empresas ineficientes en condiciones normales. Hay que procurar seleccionar bien esa asignación de recursos.  

Hay que prorrogar los Erte, pero sin amparar a empresas ineficientes en condiciones normales

¿Habría que aprovechar para reenfocar el modelo hacia una economía menos dependiente del turismo?

Sí. Pero no me preocupa demasiado que el 15% del PIB español sean ingresos del turismo y sectores cercanos. Sí lo hace que sea un turismo muy vulnerable, sensible a los precios y a la competencia de países menos desarrollados. España es una potencia y se trata de que no necesitemos que cada año vengan 83 millones de extranjeros, sino que con la mitad se puedan generar los mismos ingresos. Y eso tiene mucho que ver con la calidad. Pero también deberíamos hacer de la necesidad virtud y refundamentar la economía en bases más sólidas, mejorando la industria basada en el conocimiento, la dotación tecnológica y la educación para que los trabajadores puedan tener salarios más elevados y generar mayor valor. España se puede beneficiar de ese fondo de reconstrucción que Europa ha dotado con 750.000 millones y del que le pueden corresponder 140.000 millones en torno a dos ejes fundamentales: la digitalización y la transición energética y ecológica. Es básico que se pongan de acuerdo comunidades, Gobierno central y fuerzas políticas con el fin de maximizar la llegada de esos recursos. Mejorando su patrón de crecimiento, España mejoraría la resistencia frente a otras crisis que, por desgracia, las seguirá habiendo.

La reforma energética para reducir los costes de industrias electrointensivas como Alcoa sigue pendiente...

Ahí es donde podrían entrar iniciativas inversoras que sintonizaran con esa sensibilidad que tiene Bruselas en su fondo de recuperación, presentando proyectos que tengan que ver con la mejora de la utilización de la energía, con la eficiencia y uso de fuentes alternativas. Esas tecnologías asociadas a esos proyectos de sostenibilidad son una prioridad en las decisiones de inversión y España podría hacer de la necesidad virtud y tener una ventaja clara en sectores intensivos en energía.

La economía gallega se contrajo algo menos que la media estatal en la primera mitad del año. ¿A qué achaca ese diferencial?

Igual ahora pueden ir las cosas algo mejor, como en otras épocas en las que la tasa de decrecimiento era algo menor, pero la economía gallega no es muy distinta de la española. Quizá el resto del país es algo más dependiente de sectores que están sufriendo muchísimo, como el turismo, la hostelería, las agencias de viajes y el comercio. La capacidad defensiva del ocio gallego es mayor al generar ingresos por turismo fundamentalmente doméstico. En el conjunto de España también sufre la construcción residencial, que había iniciado una fase de recuperación sobre todo en comunidades con grandes centros urbanos. En Galicia, el daño es menor. Quizá la tercera explicación sea el automóvil. Pese a no tener ninguna empresa genuinamente española, somos una potencia exportadora de vehículos y también en componentes. En Castilla y León y País Vasco se concentran unas cuantas empresas líderes mundiales en componentes. Pese a la importancia del sector en Galicia, el daño ha sido relativamente menor.

Fiscalidad y pensiones
"No toca subir impuestos ahora, eso puede acentuar la recesión"

¿Es pertinente subir impuestos cuando nos encontramos en una recesión de esta envergadura?

El sentido común nos dice que, en fases en las que la recesión es un hecho, no hay que reducir el gasto y no hay que tocar nada en las finanzas públicas que pueda acentuar el decrecimiento. Por tanto, creo que hoy por hoy no hay que aumentar impuestos. Es verdad que en condiciones de crecimiento, con una velocidad de crucero aceptable, sí se puede plantear en nuestro país el acercamiento a niveles de presión fiscal similares a otros estados europeos. España está significativamente por debajo en bastantes figuras tributarias.Quizá lo que habría que plantearse ahora es si procede implantar o no alguna de las figuras introducidas por la UE, como la tasa digital para que tributen las grandes empresas tecnológicas, que están eludiendo de forma significativa sus obligaciones fiscales. En todo caso, ahora es momento de no reducir el gasto y tampoco toca plantearse grandes innovaciones tributarias. 

Sigue pendiente la tarea de revisar el sistema de pensiones. Con las arcas públicas diezmadas por la pandemia, ¿tocará una reforma exprés?

Hay que hacer dos cosas. La primera es garantizar los derechos comprometidos a los pensionistas. No se puede jugar con la incertidumbre, con el temor y la intranquilidad de los pensionistas que han estado cotizando en los últimos años y que hoy tienen el derecho a esa pensión. La segunda es que hay que trabajar en una reforma parcial que garantice la viabilidad a largo plazo del sistema de pensiones. 

¿Qué cambios ve necesarios?

Hay que revisar las edades de jubilación. Yo lo tengo muy claro porque soy un jubilado muy activo y, mientras tenga lucidez y salud, seguiré dando clases en la universidad sin mayor problema. Habría que hacer un análisis muy selectivo de esas posibilidades de prorrogar el retiro y, al mismo tiempo, mejorar el propio funcionamiento del mercado de trabajo con el fin de que los aumentos en las afiliaciones a la Seguridad Social supongan incrementos de renta también importantes. Hasta esta pandemia vimos con la recuperación anterior un cierto incremento en el número de cotizantes, pero cuando mirábamos lo que cobraba cada afiliado nuevo veíamos que son salarios bastante reducidos porque la precariedad y los niveles de remuneración de los empleados nuevos son relativamente bajos.

¿Cómo lo hacemos? 

Habría que buscar mecanismos para fortalecer la duración de los contratos. Eso tiene mucho que ver con la calidad de la oferta, con tener sectores que no dependan exclusivamente de contratos semanales o mensuales en los que está inmersa una parte importante de la población laboral, sobre todo los jóvenes. Hay que plantearse retoques. El sistema público de pensiones no puede estar al socaire de episodios cada cuatro o cinco años, sino que, como la relojería fina, hay que ir haciendo ajustes de forma casi continua. Ese debería ser otro de los ámbitos en los que se deberían dejar al margen las diferencias políticas circunstanciales y conjurarse entre los diferentes partidos para transmitir tranquilidad, sobre todo a los mayores. 

 

Trayectoria
"Aprendí a cubicar un camión de arena en la constructora que fundó Eduardo Barreiros"

La necesidad de contar "con un equipaje más amplio», que le permitiese tener nociones de ciencias, historia, sociología y política, fue lo que llevó a Emilio Ontiveros a estudiar economía, una disciplina en la que ve una herramienta para impulsar el cambio y "ayudar a mejorar las condiciones de vida". "Es una plataforma para curiosear lo que pasa en el mundo que me ha resultado tremendamente satisfactoria", apunta el doctor en Ciencias Económicas y catedrático emérito de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid.

Autor prolífico de obras como ‘Excesos. Amenazas a la prosperidad global’ —en la que reflexiona sobre el incremento de la desigualdad, el deterioro ambiental y el futuro de la globalización—, Ontiveros rememora sus inicios laborales a finales de los 60 como auxiliar administrativo de obra en Becosa, la constructora que fundó el visionario del motor Eduardo Barreiros. "Terminé el curso preuniversitario en Ciudad Real y trabajé los meses de verano en Becosa", explica el profesor, que evoca al encargado de obra, "un señor sin titulación universitaria que sabía todos los oficios que intervienen en una construcción residencial". "Con él aprendí a cubicar un camión de arena, a diferenciar un ladrillo de otro y a meter en el escandallo las horas de trabajo de los oficiales y los peones; tenía una generosidad tremenda", relata. 

Al frente, desde 1987, de Afi, una compañía que se ha reforzado en tiempos convulsos hasta contar hoy "con 174 profesionales en nómina" que conjugan las finanzas tradicionales con la tecnología y el apoyo a las administraciones públicas, Ontiveros señala con orgullo que el suyo es "un equipo de primera línea".
 
Amante de su profesión, a sus 72 años explica que en breve dejará la costa cántabra para retornar a su casa en Rascafría, en la sierra de Guadarrama. Allí prevé afrontar la vuelta al tajo, que en Afi será a distancia "al menos hasta fin de año" como medida de seguridad frente el Covid-19. Con internet por fibra óptica, en el pueblo pasó un confinamiento de diez durante el estado de alarma. "Por primera vez en la historia, estuve 100 días fuera de Madrid y trabajé muchísimo, con reuniones de Afi y conferencias online. Demostré que se puede batallar contra el vaciamiento del rural si generamos atractivos para que los profesionales se queden en los pueblos", concluye cargado de ilusión.

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