Opinión

"Por qué se quejan?"

ANTES DE que comience la sesión de investidura, la presidenta del Parlamento debería obligar al candidato y a los diputados a escuchar al embajador de Panamá en España, Milton Henríquez, que recuerda ante un grupo de españoles —véanlo en la red— varios logros de España a lo largo de la historia.

En tres minutos, el diplomático evoca algunas figuras que dio España en las artes y las letras y cita a Cervantes, Calderón, Lope y Fernando de Rojas cuyas obras "son todas de naturaleza universal". "Tienen a Velázquez, a Goya, al Greco, a Claudio Coello…, contribuyentes también al arte universal".

Después recuerda la portentosa capacidad administrativa de España gestionando su imperio que iba de Alaska a la Patagonia, de Italia a Filipinas; que en España "surge la doctrina de los Derechos Humanos" con De las Casas; que con Francisco de Vitoria "nace el Derecho Internacional2; que Fray Luis de León contribuyó a confeccionar el calendario gregoriano...

Milton Henríquez recuerda también los premios Nobel, los inventos de ciudadanos españoles, como el submarino, el autogiro, el traje espacial ideado por Emilio Herrera, el Chupa-Chups, la fregona —se le olvidó el futbolín del gallego Alejandro Finisterre—; alabó la Transición, el nivel de vida en España, cuarta economía de Europa y decimotercera del mundo, y la longevidad de los españoles…

Dicho  todo esto y más, el embajador se dirigió a los españoles que le escuchaban en un ambiente distendido:  "Si tienen este país maravilloso, ¿por qué se quejan?", pregunta pertinente y oportuna del señor Henríquez, desconcertado al ver que como nos despellejamos dentro mientras fuera nos quieren y admiran.

Elegidos para gobernar, instalaron en el país el bloqueo, la división y la bronca que nos llevan a la depresión y al pesimismo
 

¿Forma parte de nuestro ADN la pulsión flageladora y el desprecio permanente de lo nuestro? Mirando al pasado nos quejamos, sin razón, por desconocer nuestra historia y los logros alcanzados por esta vieja nación que a lo largo de los siglos —y ahora mismo— clavó muchos mojones con grandes aciertos y renombrados éxitos.

Pero en esta hora de España nos quejamos, con razón, de los políticos. Elegidos para gobernar, instalaron en el país el bloqueo, la división y la bronca que nos llevan a la depresión y al pesimismo en lugar de alentar la autoestima. 

Cuando el Cid iba camino del destierro, a su paso por Burgos decían los lugareños "¡Dios, qué buen vassallo si hobiesse buen señor!". Ahora cabe decir ¡qué gran país sería España si tuviese mejores dirigentes! Por eso deben escuchar al embajador.

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