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Un héroe tranquilo

El homenaje al profesor decapitado en Francia es un mensaje de afirmación de las libertades
Proc/JFIF/EFE-Calidad:Excelente
photo_camera Macron, tras presentar sus respetos ante el féretro del profesor Samuel Paty. EFE

Señor director:

Era un profesor, 47 años, «hijo de profesores, que creía en la República, en la laicidad, en la educación cívica, en la virtud del diálogo», según las palabras que le dedicó Emmanuel Macron en el solemne homenaje que el miércoles se le hizo en el anfiteatro de la universidad de la Sorbona. Samuel Paty fue decapitado el día 16 por un joven checheno en una localidad próxima a París. El presidente, que acudió al lugar del suceso, lo calificó como atentado islamista.

La noticia tuvo alcance internacional. Produce un gran impacto en la opinión pública francesa que sigue conmocionada. La memoria y la sensibilidad están vivas después de los ataques yihadistas de París en 2015: el tiroteo en noviembre en la sala Bataclan (131 muertos) o a principios de ese mismo año contra la redacción Charlie Hebdo (12 víctimas). BernardHenri Lévy recuerda en Le Point a Daniel Pearl, "fue el primero": el periodista israelí-estadounidense decapitado por yihadistas. Sus asesinos difundieron las imágenes. Se entiende que la decapitación del profesor de una localidad de ‘banlieu’ continúe marcando la agenda informativa francesa con noticias, como las que lo relacionan con el yihadismo sirio, artículos de opinión, anuncio con plazos de iniciativas legislativas, que incluyen a las redes sociales, y hasta alguna significativa polémica.

Qué integración

Coincidirá usted conmigo en que este suceso va más allá del interés francés. Le cito dos razones: el terrorismo yihadista como amenaza global, que alcanza a España. Y el fundamentalismo islámico, que niega los valores de la modernidad, que penetra y se infiltra en la emigración musulmana también aquí. Recordemos Barcelona. Hay un dato: la fuerza de captación que tiene entre los descendientes de esos inmigrantes que han nacido y son educados en las escuelas de Francia, España o Alemania. Y el clima que hace posible este fenómeno.

Me permitirá que le apunte algunas cuestiones abiertas, con dimensiones diferentes , para sociedades como la española e incluso para Galicia. Puede agruparlo usted bajo la cuestión básica de la integración: las formas, o ausencia, de políticas con ese objetivo; qué concepción previa hay, si existe en las políticas oficiales, y qué se entiende por integración. Y una vertiente no menor, qué exige la convivencia integradora a quien llega y a las sociedades que reciben a los inmigrantes. Las obligaciones y las responsabilidades presentan doble dirección.

La urgencia de dar respuesta positiva a la integración se acentúa en las situaciones de crisis económica y desempleo. El fundamentalismo se presenta para la inmigración como la rebelión, por el no encaje, frente al Occidente opresor y blasfemo. Es una revolución con ropaje religioso teocrático contra un sistema y una sociedad.

También urge afrontar la cuestión de la integración de los emigrantes en otra dirección: el florecimiento y extensión de grupos y sentimientos xenófobos, como vemos y escuchamos entre nosotros. Es una necesidad frente a los riesgos que para las sociedades abiertas representa el populismo nacionalista que pretende cerrar fronteras y expulsar al no nacional. Aunque las ayudas sociales son un hecho, las realidades de marginación social y económicas también lo son.

Marginación es estar o sentirse excluido. Hay una integración a repensar ya que hay un caldo de cultivo en el que el fundamentalismo religioso opera como rebelión —revolución— frente a una sociedad laica, plural, liberal.

Permítame, señor director, que resuma en dos vertientes y una pregunta el problema: una cuestión económiosocial y una políticocultural. Y la pregunta de fondo, presente desde la Ilustración. ¿Cómo se traza la línea religión-política, la presencia e in- fluencia pública de la religión, sin retroceder en los avances de aconfesionalidad y laicidad que situamos en la Ilustración? Las respuestas, que no cerrarán la tensión, han de ser válidas para las comunidades musulmanas en Europa. No es una cuestión nueva. Es una tensión que con el catolicismo estuvo y está presente en sociedades como la española. La respuesta democrática no es una línea de trazo gordo o de barreras fijas. Michael Walzer, teórico político y de la filosofía moral, lo analizó en clave de dialéctica abierta con el caso de la religión, su presencia pública y su influencia en EE.UU. Es un análisis trasladable.

Una polémica que molesta

No le voy a ocultar la polémica que desató el ministro de Educación francés cuando habla de ‘islamoizquierdismo’. Apunta a una realidad. Solo sugerirla, encuentra la respuesta de provocación o derechismo. Michel Houellebecq la llevó a una novela de éxito y fue calificada de provocadora.

El ministro apuntó a un sindicato estudiantil. La contestación del sindicato e incluso de los rectores universitarios no responde a la acusación ‘islamoizquierdismo’. El comunicado del sindicato dice que es una obviedad que no «promueve ninguna religión». El ministro no los acusó de confesionales. Hasta ahí podríamos llegar. Los rectores vieron un ataque a la institución universitaria. Entiendo todo lo contrario. El espíritu de la universidad implica dar respuesta al fundamentalismo y al fanatismo sea musulmán, cristiano o judío. Interpreté que eso es lo que echa en falta el ministro. En realidad cuestiona posiciones políticamente correctas o ropaje izquierdista que guardan silencio o expresan ‘comprensión’ ante el fundamentalismo, ni digo el crimen, bajo el paraguas de respetoa la diversidad y a las culturas diferentes.

Solemnidad significativa

La calificación como solemne de la ceremonia de homenaje al profesor asesinado no es recurso a un lugar común. El acto fue una exhibición, con esa liturgia laica que tan envidiablemente cuidan en Francia, de apoyo a la enseñanza, pilar fundamental en la tradición cívica, laica y en los valores de libertad. Fue una afirmación de los valores liberales de la República: "Continuaremos esta lucha por la libertad y por la razón, una lucha de la que tú ahora eres el rostro". "Continuaremos publicando caricaturas", en palabras de Macron. Asistieron los miembros del Gobierno y unos cuatrocientos invitados, entre los que estaban los presidentes de la Asamblea y el Senado, la alcaldesa de París, varios exmandatarios franceses y alumnos. En el exterior, y desde una pantalla, siguieron el homenaje miles de ciudadanos. Fue una respuesta como país y como concepción abierta al conocimiento y al mundo, que representa la escuela de Samuel Paty frente al oscurantismo.

Esta intencionalidad del acto lo refleja el lugar elegido para honrar a un maestro humilde, de "banlieue", entusiasta de la geografía y la historia. Fue un histórico espacio universitario de transmisión del conocimiento, de expresión de las libertades. Como significativo es el número y la representación de los asistentes, el sentido discurso de Macron, la lectura de la carta que Camus envió a su profesor de la infancia cuando recibe el premio Nobel, o el cierre del acto con el canto de la Marsellesa, un himno contra la tiranía, por los presentes en el anfiteatro y el público en el exterior.

El presidente francés, que se reunió con la familia sin cámaras, impuso a título póstumo la Legión de Honor y la orden de "Les Palmes académiques" a Samuel Paty. Un profesor que en una clase sobre libertad de expresión advirtió a los alumnos que iba a mostrar unas caricaturas de Mahoma para que se pudiese ausentar quien se sintiese incómodo.

¿Qué delito había cometido? En una lección sobre la libertad de expresión mostró a los alumnos una caricatura de Mahoma. Apareció la intolerancia de algunos padres. Se activaron durante días las redes sociales contra el profesor "racista". Después el profesor dialogante, que provocaba debates entre los alumnos, fue decapitado en nombre del fanatismo.