POR MUCHO que sea el escepticismo, los milagros existen. De no ser así, ¿cuál sería el número de intoxicados/infectados entre los que consumen alimentos servidos en tenderetes y chiringuitos de ferias, fiestas y mercados, sin envasar ni envolver, listos para servir y al alcance de todas las moscas y demás factores de contagio? Con independencia de la posible toxicidad, se suma la desaliñada y negligente presentación de la mayoría de los productos en oferta, por la falta absoluta de higiene y esmero, que debieran de neutralizar cualquier apetito. Nada, pues siempre habrá quienes no renuncien al festín. Por eso, ¿qué hace Sanidad, si su obligación continúa siendo el velar por la salud de la población? Un grupo municipal de Lugo advierte ahora de posibles infracciones, al socaire del efecto Chicote, derivado de la cochambre y temeridades gastronómicas localizadas y que denuncia en la tele; pide inspecciones y control, en este caso en las celebraciones populares de Lugo, como si el pringue culinario no llevase años de uso y abuso. Probablemente hay excepciones de hosteleros que cumplen escrupulosamente las normas de salubridad, pero fuera salvedades, todo lo demás es de juzgado de guardia.
