La sequía reduce un 70% la cosecha de productos de otoño

La campaña de castañas y setas ha caído en picado y la de grelos se espera escasa y de menor calidad ►Los empresarios cifran en "millonarias" las pérdidas y auguran una subida de precios por el desabastecimiento

Una seta solitaria
photo_camera Una seta solitaria. SEBAS SENANDE

CON LA LLEGADA del otoño los nuevos frutos de temporada anegan los principales mercados gallegos. Las castañas, las nabizas y las setas se convierten desde hace décadas en las protagonistas de la estación, sin embargo, este año el tiempo ha cambiado por completo este panorama. Las altas temperaturas y la sequía que está padeciendo la comunidad se han cebado también con las principales producciones haciendo realidad los peores presagios. De hecho, a estas alturas, cuando muchas cosechas ya están concluyendo, los principales productores señalan que se ha llegado a reducir en un 70% la recogida y cuantifican las pérdidas en "millonarias". Todos coinciden en describir un panorama desolador y auguran un desabastecimiento de productos autóctonos en los mercados, lo que se traducirá en una subida generalizada de los precios.

Uno de los sectores que se ha visto claramente perjudicado por este atípico tiempo ha sido el de la castaña. La falta de agua ha impedido que el fruto madurase y el exceso de calor ha multiplicado su podredumbre. Estos factores han propiciado que este emblema de la gastronomía gallega y uno de los sectores que más volumen económico mueve en la comunidad en otoño haya visto caer en picado su producción, anotando cifras nunca registradas.

EN CIFRAS. Según datos aportados por el presidente de la Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Castaña de Galicia, Jesús Quintá, el año pasado la producción gallega se situó en 20.000 toneladas y este año calcula que no llegarán a las 7.000. Esta abismal caída de cifras se refleja en pérdidas económicas. Quintá señala que la castaña movió cerca de 100 millones de euros en la comunidad en 2016 — 30 que se pagaron a los productores y 70 del valor de su comercialización — y presagia que este año no alcanzarán los 40 millones, por lo que habrá pérdidas globales de cerca de 60 millones.

En lo que se refiere a la cosecha amparada por la IXP, los cálculos para este año no son mucho más alentadores. Según datos proporcionados por la consellería de Medio Rural, el volumen de actividad el año pasado ascendió a 240 toneladas, lo que significó un volumen económico estimado de 555.000 euros. Sin embargo, los productores creen que este año no llegarán "nin á metade".

Pero no solo los empresa rios han sufrido las terribles consecuencias de los efectos climáticos. Muchos son los particulares que recolectan el fruto como complemento a las economías familiares o tienen pequeños proyectos vinculados al sector. "Levo sete anos apañando castañas e este ano foi catastrófico", comenta Carmen Freito, una vecina de As Nogais que tiene una plantación con 140 castaños de producción ecológica. "É un negocio complementario, pero as perdas son considerables", lamenta la mujer, que indica que el año pasado recogió 8.000 kilos y este no ha llegado ni a 3.000.

"O que gaño é unha axuda para pagar os recibos que veñen todos os meses e o Consello Regulador cóbranos igual, teñamos rendibilidade ou non", señala Freijo, quien critica que este año el precio de compra ha sido muy bajo, en cambio, en los mercados se vendieron a precios "desorbitados". "A nós pagáronnos a menos dun euro o quilo e nas tendas estaban a preto de cinco", critica.

El panorama en el sector micológico es, si cabe, más catastrófico. La falta de agua ha relegado la recolecta de los hongos silvestres en Galicia en los últimos años a prácticamente el autoconsumo. Esta escasez ha propiciado que los empresarios que se dedicaban íntegramente a la cosecha hayan tenido que diversificarse ante la falta de rentabilidad económica. "Sen auga non hai setas", lamentan los empresarios que aún mantienen el negocio. Muchos se han enfrentado este año a pérdidas cercanas al 90% y han tenido que comprar producto foráneo para abastecer a sus clientes.

La producción de nabizas también ha sufrido las devastadoras consecuencias de la sequía. Los comerciantes señalan que el atípico tiempo que sufre la comunidad desde comienzos de año ha provocado una reducción en la producción. Los nabos brotaron en muchos casos, pero la falta de agua impidió que se desarrollase la planta. La sequía no ha permitido que las hojas germinen con normalidad y el exceso de calor ha quemado buena parte de las plantaciones, por lo que se espera que la campaña de grelos, que comienza el próximo mes, también se vea seriamente dañada.

Los empresarios indican que diariamente se encomiendan al tiempo a la espera de que las ansiadas lluvias lleguen y salven esta cosecha, aunque apuntan que el sabor y textura de esta verdura sí que se verán afectados por la falta de agua, imprescindible para atenuar el exceso de amargor.

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